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Cuando tenía setenta y cinco años, Dinah vino a almorzar con nosotras una tarde.

Cuando regresé de la cocina con los platos en las manos, Dinah sostenía un cuadro en sus manos, una sonrisa extendiéndose por su rostro.

—Déjame ver —pedí, mientras Camila me ayudaba a poner la mesa.

Dinah giró hacia mí el cuadro, y pude ver aquella foto tomada en mi cumpleaños, cuando Camila y yo nos conocimos.

—Camren feels —susurró mi amiga, mientras ponía el cuadro en su lugar.

—¿Qué dijiste? —intervino Camila.

—Oh. Camren feels. No debiste escucharlo, lo lamento.

—¿Y eso es...? —pregunté, divertida.

—Cam-ila. Lau-ren. It's Camren, yo -rió.

—Estás demente, Dinah —mi esposa y yo reímos con ella.

—Lo supe desde ese día, ¿sabes, Lauren? Me di cuenta de todo en el momento en que te quitaste ese disfraz de princesa y se lo ofreciste a ella, pese a que yo lo había querido toda la tarde.

Abrí la boca para refutar, sorprendida de la memoria de Dinah.

Ella me sonrió.

—Sin rencores. De todos modos, yo fui una Cenicienta espectacular.

next door; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora