―Entonces, ¿Aun no te habla? ― preguntó mi amiga mientras caminábamos hacia la escuela. Un sábado. Por la mañana.
―No, no lo ha hecho―dije y me permití decirlo con un ligero toque de decepción.
Todos los sábados en la mañana se realizaban las reuniones de los presidentes de la clase. Yo había sido elegida a principios de año por el simple motivo de que ninguno de mis compañeros estaba dispuesto a levantarse temprano un sábado a la mañana para venir a la escuela, la mayoría prefería tener que lidiar con una resaca en lugar de lidiar con los directivos de la escuela y los demás presidentes de clase.
En cuanto a mi amiga, ella asistía a otra clase así que no me sentía tan sola en esas reuniones por muy aburridas que sean.
―¡Animo!, podrías hablarle, dar el primer paso―dijo mientras cruzábamos el umbral de la puerta principal de la escuela―después de todo, él fue quien te agregó quizás espera que tu le hables primero, quizás espera que tu muestres interés.
―Es justamente por eso, si vos agregas a alguien ¿Por qué no le hablas? ―pregunté indignada.
―quizás el está esperando lo mismo que ti. ―dijo y guardó silencio al entrar a la sala de reuniones. Reunión en la cual, aparentemente, estábamos llegando tarde.
La reunión fue un asco, o al menos lo aparentaba. Yo estaba tan sumida en mis pensamientos que todo al rededor parecía una película muda. Podía ver como los demás se levantaban de sus sillas y se gritaban los unos a los otros mientras se señalaban discriminatoriamente con el dedo índice. Yo por mi parte no podía dejar de pensar en él, de momentos hablarle me parecía una idea asombrosa, que demostraba interés, madurez y hasta algo de valentía, pero luego me parecía la peor idea que había tenido en años.
¿Qué era lo que me pasaba? Nunca jamás de los jamases había dado tantas vueltas en decidir si hablarle a alguien o no, siempre fui directa y sin embargo, pensar en hablar con él fuera del ámbito del instituto me hacia estremecer.
Cuando volví al planeta tierra todos se levantaban de sus sillas, algunos con una mirada resentida y otros se saludaban entre sí y algunos chicos se juntaban en pequeños grupos a hablar de un partido de anoche. Mire desesperada a mi alrededor buscando a mi amiga y cuando la encontré ella ladeaba su cabeza hacia los costados en plan desaprobatorio pero con una gran sonrisa en su rostro.
―Ay amiga mía, ¿Dónde has estado? Porque evidentemente aquí no―dijo entre risas.
Me llevé las manos al rostro para tratar de ocultarme de la vergüenza que había pasado, aunque claro, ya era demasiado tarde.
―¿Se ha notado mucho? ― pregunté con un tono que me salió más asustado de lo que esperaba.
Ella asintió.
―prácticamente estuve toda la reunión golpeándote los pies bajo la mesa y no reaccionabas, tienes suerte, ya que nadie te preguntó algo directamente. ―suspiró― amiga, tienes que hablarle a ese chico, no puedes seguir así―dijo y puso una mano sobre mi hombro.
―lo haré―dije tratando de esbozar una sonrisa.
¿Lo haría?
No estaba segura.
A la salida decidí tomarme el colectivo en vez de que mi padre me pase a buscar, como todos los sábados, para tardar un poco más en llegar a casa. Mi abuela paterna había venido de visita desde lejos y se estaría quedando toda la semana y el ambiente en mi casa no era del mejor y el trato que ella llevaba con mi madre mucho menos.
Caminé a paso lento las cuadras que había entre la parada de colectivos y mi casa pero cuando llegué supe que no podía caminar más lento de lo que había hecho. Al entrar salude a mi abuela que estaba cocinando el almuerzo y mi a mi madre que estaba haciendo un informe del trabajo en la computadora, mi hermana dormía y yo fui directamente a la computadora.
Al sentarme en la silla del escritorio me quedé mirando el monitor apagado un buen rato ¿Realmente tenía el valor?
Tenía miedo, desde luego que lo tenía. El chico era todo un dios griego y agregar a alguien en Facebook no siempre implica que quieres hablar con ese alguien si o si, si le hablaba y él no contestaba no solo me sentiría una tonta, si no que quedaría como una y ni hablar de lo incomodas que serian las clases de inglés por eso.
Entre a la red social e inmediatamente lo vi conectado, tenía que correr el riesgo. Lo iba a hacer, estaba segura. Pero antes necesitaba un poco de apoyo extra.
―¿Le hablo? ― tecleé rápido y sin mirar al teclado, esperando la respuesta de mí prima.
―háblale :) ― contestó ella casi inmediatamente.
¿Acaso eso no era suficiente? Abrí la ventana del chat de él y rápidamente escribí un hola, dude demasiado en presionar enter pero finalmente lo hice.
Lo había logrado.
No había pasado más de un minuto y ya estaba nerviosa repitiéndome una y otra vez que no contestaría, que era una tonta por pensar que lo haría.
Pasado los cinco minutos ya estaba pensando seriamente en cambiarme de nombre, agarrar mi gato, escapar a México y terminar el instituto de inglés en alguna pagina web así no tenía más compañeros en los que distraerme.
De repente y típico sonido que anuncia que llegó un mensaje sonó por toda mi habitación, había subido el volumen de los parlantes así no se me pasaba eso por alto mientras me deprimía tirada en mi cama.
Me tiré sobre la computadora y casi me tropiezo con la silla del escritorio. Ahí estaba su chat teñido de azul, lo que significaba que había contestado. Respiré hondo y abrí el chat.
―Hola :) ― contestó
CON UNA CARITA FELIZ.
Ese era motivo más que suficiente como para bailar por toda la habitación.
Le pregunté como estaba, el típico formato de chat y me respondió casi inmediatamente que estaba bien. Mi felicidad iba en creciente cuando me preguntó que tal mi día.
―Bueno, hace poco llegué de la escuela. ― contesté, ¿Para qué mentir? Era la verdad.
― ¿La escuela? Que aburrido.
¡Oh no! ¿Y si yo le parecía aburrida?
Traté de explicarle el porqué pero sentía que eso lo había empeorado más, sin más ideas cambié de tema preguntándole como iba su día.
―Yo acabo de terminar un libro que me prestó un amigo.
¡Libros! Oh gracias destino, no podría haber nadie mejor que yo para hablar de ellos.
― ¿Así que lees? A mí me fascina: D
Él tardó en responder a eso, podía ver como en su chat parecía escribir, parar, luego volver a escribir para volver a parar, luego de un par de minutos contestó.
―En ese caso, no eres aburrida. Eres interesante.
Eso por alguna razón había causado un cosquilleo en mi estomago y sonreí como una idiota hacia la pantalla.
El resto de la tarde habíamos hablado sobre libros; géneros, favoritos, escritores e inclusive sobre libros en inglés.
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La primera decepción. #EscribeloYa
Короткий рассказTal vez estén escritas aquí las palabras que nunca me anime a decirle. #HistoriaReal #EscribeloYa #JustWriteIt