Chismes.

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―Y entonces dijo que era interesante hablar conmigo―dije con la sonrisa más grande del mundo mientras daba un paseo turístico por toda la casa con el celular en la mano.

― ¡Ay qué emoción! ―chilló mi prima desde el otro lado de la línea.

Después de esa tarde volvimos a hablar al día siguiente y casi todo el día, nos compartimos todo sobre nosotros. El tenía un hermanito y una hermanita, me enteré que no vivía tan lejos de mi casa e incluso compartíamos nuestro amor infinito con Tumblr.

Todo en el era tan perfecto para mí que asustaba.

―¿Hola? ¿Prima sigues ahí? ― oí preguntar a mi prima.

Oh no, otra vez metida en pesamientos-landia.

―sí, perdón ¿Qué sucede? ―pregunté mientras sacudía la cabeza para aclararme las ideas.

―Es que yo no te llamé para esto, era para avisarte algo sobre Martina.

Ay no, no, no, no, no. Esa chica solo era sinónimo de problemas y ya me imaginaba sobre que seria.

―¿Qué pasó con ella ahora? ―dije en tono cansado. No quería escuchar lo que estaba por decir.

―ya sabes, ella es muy...digamos que ella...bueno no importa, tu sabes perfectamente como es ella. El problema es que ayer me llamo una de nuestras compañeras de inglés para contarme que Martina le contó que había agregado al nuevo en Facebook y que le tenía bastantes ganas y sabes lo que eso significa en Martina.

Al oír eso quise gritar, patalear, romper algo y quizás hasta golpear a alguien, pero no me sorprendió en absoluto, sabía perfectamente que tarde o temprano ella iba a querer hablarle. Se notaba en clases de inglés cuando se sobre arreglaba el pelo, su ropa era extravagante y su maquillaje era más exagerado desde la llegada de él.

Me sentía como una completa idiota. Ella seguramente ya le había hablado.

¡Yo también le había hablado a él!

Seguramente debía tener el ego por las nubes pensando que todas estaban locas por él y lo peor de todo posiblemente pesaría que yo era una más, una compañera más del instituto que le habló.

Pero aun peor era saber que eso era cierto. No era más que eso.

Me sentía ligeramente mal por pensar que quizás todo lo que me decía también se lo podía decir a ella.

¿Qué pensabas? ―dijo una voz en mi mente―¿Qué el Dios Griego en serio te daría bola a ti?

Sacudí mi cabeza para volver a salir de mis pensamientos y me di cuenta que en alguna momento había cortado la llamada ya que mi celular se encontraba guardado en el bolsillo de mi pantalón mientras me había tirado sobre el sillón.

Respiré hondo y suspiré con desgana.

Si antes no tenía oportunidad, ahora estaba segura que contra ella no la tendría en absoluto.

Fui tan desanimada aquella primera clase de inglés de la semana que no recodaba si había cepillado ni mi pelo. No era fan de arreglarme a menos que se me obligara pero ese día me sentía como si mi hubieran robado algo que, a fin de cuentas, ni siquiera era mío y tampoco lo seria.

Pasé por el lugar donde estaba sentada Martina quien me miro si me saludo con una falsa sonrisa, saludo el cual respondí de la misma forma.

El llegó nuevamente unos minutos tarde, inmediatamente vi como Martina se irguió en su asiento y lo saludo con un tono de Barbie plástica. Rodé los ojos y miré hacia la ventana.

Esta sería la semana más larga.

―¿Qué pasa jovencita? ― dijo la profe llamándome y preguntándome en tono de broma― te has pasado casi toda la clase callada y normalmente nunca paras de hablar

Gran parte de la clase la había pasado en silencio, sin comentar ni siquiera cuando se me ocurría el chiste perfecto. Y al parecer eso se había notado.

Automáticamente todos miraron hacia mí y no tardé en sentir los nervios que me provocaban todos más la mirada que él que a juzgar por la expresión de su rostro acababa de darse cuenta de que yo estaba en el salón.

¿Oyeron eso? Fueron los pedacitos rotos de mis ilusiones romperse aun más.

Ante la insistencia de la mirada de todos, me vi obligada a contestar.

―Yo...―carraspeé y trate de fingir la peor voz del mundo― me duele la garganta.

Un coro de "ah" en plan de "entendido" se escuchó por todo el salón y seguido de eso todos se dieron vuelta, menos él que me sostuvo la mirada por unos segundos y con un gesto de preocupación.

Y eso había sido todo, al llegar a mi casa ese día no me conecté porque no estaba de humor.

La segunda clase de la semana fue más interesante. Cuando llegamos la profesora llegó con la noticia de que haríamos un trabajo de a grupos y mientras yo deseaba que no me tocara con él la profesora nombraba nuestros dos nombres para indicar que haríamos grupo.

Martina me miro con cara de odio mientras él se sentaba a mi lado.

―Hey, ¿Todo bien? ― pregunto mientras movía la silla y se acomodaba en ella para quedar a mi lado. Yo asentí y sonreí de medio lado y miré al pizarrón mientras copiaba en mi hoja las actividades que deberíamos hacer.

La actividad había sido fácil, teníamos que hacer una serie de preguntas y respuestas que nos teníamos que preguntar mutuamente y hubiese sido realmente aburrido de no ser por el que hacía que me riera aunque no quisiera demostrarlo.

No dejaba de repetirme que no debía ilusionarme una y otra vez, pero ya no había caso. Ya estaba completamente ilusionada aunque todo dijera que saldría mal.

Gracias masoquismo femenino, lo lograste una vez más.

La última clase de aquella semana fue tan aburrida que había logrado provocarme sueño por más que supiera que él se había volteado a mirarme, y no es que no me importara, las mariposas seguían dando vueltas en mi estómago y cada vez que el volteaba mi sonrisa victoriosa era cada vez mas radiante cuando Martina me miraba feo.

Cuando por fin terminó la clase tomé mi tiempo para guardar mis cosas, estaba bastante dormida y mis movimientos eran bastante estúpidos. Cuando por fin tuve todo guardado en la mochila me volteé y me di cuenta de que él seguía en aquel salón.

―No te has conectado― se limitó a decir.

Aquello me tomó por sorpresa y no pude evitar mi cara de asombro (como me hubiese gustado).

Lo miré a sus ojos y por unos momentos sentí que estaba paralizada.

―No, he estado ocupada― mentí. No me conectaba porque no quería caer otra vez en los juegos de otro chico.

El asintió.

―Está bien, nos vemos. ―se dio media vuelta y luego se detuvo para volver a mirarme― Cuando puedas y si tenes ganas háblame―dijo bajo el umbral de la puerta y luego se fue del salón.

Dejándome sin alientoy con miles de palabras en la boca.

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si llegaste hasta aquí vas a tener que votar, si o si.

o_o los  estaré vigilando o_o

gracias por leer, besos.

La primera decepción. #EscribeloYaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora