¿Mis ojos me engañan?

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Bajé del colectivo y el trayecto desde aquella parada hasta mi casa lo hice corriendo. Llegue a mi casa y corrí hasta mi cuarto, como siempre tiré todo sobre mi cama y me lancé hacia la computadora para poder entrar al Facebook. Con mi apuro y la emoción puse la contraseña mal unas 2 veces y me vi obligada a calmarme y poder respirar un segundo para poder escribirla bien. Estaba totalmente emocionada y no me iba a tomar el trabajo de ocultarlo ni un poco. Cuando por fin pude entrar, luego de aclararle a Facebook que era yo y no un ladrón de cuentas, la pagina tardó en cargar. ¡Parecía que mientras mas rápido quería hacer las cosas todo pasaba a un ritmo muy lento!

Finalmente la página cargó y pude ver que el ícono del buzón de mensaje estaba en rojo. Tenía un mensaje.

¿Te duele la garganta? Prueba con té y miel. Hace milagros.

Mandó el día de la primera clase de la semana cuando yo dije ante la clase que no hablaba porque me dolía la garganta. Mi corazón dio un vuelco. Cuando se me quedó mirando con expresión preocupada, realmente se había preocupado. Por mí. Por mi se tomó el tiempo de volver a escribirme.

Me fijé y había otros mensajes.

Trabajar contigo es divertido aunque seas cortante. No lo seas conmigo.

Ese mensaje lo había mandado el día de la segunda clase de la semana. Cuando la profe nos asignó en el mismo grupo y yo no estaba de humor para hablar mucho con él. Me sentí un poco culpable.

Y finalmente.

Hola chica ocupada― envió hace unos minutos. Me fijé en la barra y estaba conectado.

Leer mensajes anteriores de él no había representado tantos nervios como ahora que sé que me mandó un mensaje, viéndome conectada, esperando una respuesta. Queriendo que hable con él.

Luego pensé en su mensaje, ¿lo mandó en tono de enfado? ¿o de burla?

Hola chico de ingles :) ― mandé en tono de burla deseando que su mensaje anterior haya tenido ese propósito. Un chiste.

Esperé unos segundos y su respuesta llegó.

¿Chico de inglés? Jajaja no me lo esperaba. ¿Cómo estás? ¿Ocupada? ― esbocé una sonrisa al ver su tono de sarcasmo gracioso.

Mis dedos volaban por el teclado para contestarle. Sin esperar unos segundos para no mostrar tanto interés como siempre me decían mis amigas.

jajaja no, ya no. Estoy bien, gracias. ¿Qué hay de ti? ―contesté ansiosa mirando a la ventana abierta del chat.

El en cambio si tardó en contestar.

Me sentí un poco tonta, ¿Sería verdad lo que mis amigas me decían? ¿Quién inventó esa regla de tardar en contestar a los chats? Si yo realmente quería hablar con alguien le contestaba ni bien llegaba el mensaje.

Después de unos cuantos minutos contestó.

yo también estoy bien. No sabes quién me habló, ¡Martina! Me sorprendió un poco, más aun porque me tiro onda.

No solo me sentí asqueada si no que estafada. ¿Había esperado tanto para éste mensaje? No había valido ningún microsegundo de lo que esperé.

¿Por qué me tenía que hablar de esa?

Sí, las chicas me habían contado. ― traté de simular mi enfado, realmente lo intente. Pero se me estaba haciendo imposible.

No seas cortante.― contestó. Esa vez no había tardado en contestar.

No lo soy.

Claro que sí.

No.

¿¡Viste!? El "no" solo es de lo más cortante. ―contestó

Me reí.

Quizás solo un poco. ― contesté.

De todas formas Martina no es mi tipo.―contestó luego de unos laaaaaaaaaaargos segundos.

Me llamó la atención que haya vuelto a ese tema que yo había dado por pasado. Pero sobre todo lo que más resaltó para mí fue el tipo de declaración.

Ay pero ella va perfecto contigo, es hermosa, se viste perfecto, ¿viste su cara? ¡La chica es un ángel! ― contesté total y completamente sarcástica.

jaja si, es verdad― contestó inmediatamente.

Bien. Oficialmente era un estúpido. ¿ES QUE NO SE HABIA DADO CUENTA QUE HABLABA CON SARCASMO?
No quería contestar. Me rehusaba completamente a seguir aquel chat.
Y aparentemente él se dio cuenta de aquello.

No me importa como ella sea o como se vista, sigue sin ser mi tipo.

Volvió a mandar otro mensaje. Suspiré. Este chico me hacía pasar del enojo a la curiosidad, a los nervios y a la ansiedad para luego volver al enojo y el ciclo se repetía una y otra vez. Lo peor de todo o quizás lo mejor es que el ni cuenta se daba de aquello.

¿A si? ― contesté sin mucha curiosidad. Todas las ganas que tenia de hablar se me habían ido a medida que el tiempo de espera para sus respuestas pasaba.

A si es, me gustan más como vos, sencillas y graciosas, aunque menos cortantes.

No puedo explicar a cuantas pulsaciones por minuto se había ido mi corazón que golpeaba velozmente una y otra vez mi pecho. Releí ese mensaje tantas veces como me dio la vista. Baile, llore, grite, cante mentalmente en una milésima de segundo. Fue a tal grado que mi abuela, que aun seguía de visita, me preguntó si me sentía bien.

No obstante, debía ser cuidadosa y no olvidarme con quien estaba hablando. No dejaba de repetirme que él jugaba con mis emociones como lo había hecho recién. Debía ser cuidadosa, mas si jugaba con este tipo de cosas a las que se desde un principio sé que seré yo la que termine perdiendo.

Sin darme cuenta había tardado como unos 5 minutos en contarle.

Lo bueno es que hay muchas como yo.

Contesté en mi peor y más pobre intento en hacerme la interesante.

No tenía experiencia en este tipo de cosas.

Él, por su parte, volvió a tardar en contestar. No sabía si era porque esa vez yo había tardado y aquel era su intento de "devolverlo" (como hacían mis amigas) o porque simplemente él era así.

mm, no lo creo― contestó.

Y ahí estaba yo, nuevamente mirando al monitor de la computadora y releyendo aquel mensaje solo para asegurarme de que no había leído mal. Que no estaba alucinando.

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Muchas gracias por leer :)

y si quieres comentar, adelante! ;)

La primera decepción. #EscribeloYaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora