Un ataque de nervios.

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Esa noche nos habíamos quedado chateando hasta la madrugada, cuando me fijé en la hora ya eran más de las 4 AM y no tenía nada de sueño, solo tenía ganas de seguir charlando con él. Afortunadamente era sábado en la madrugada.

Después de dos semanas pude ver como algunas cosas habían cambiado, ya no tenía esos nervios de muerte cada vez que me miraba porque ya lo hacía muy seguido. Si, leyeron bien. Casi siempre me encontraba con su mirada durante las clases de inglés y hablando de las clases de inglés, eso también cambió, hacia unas pocas clases que él empezó a sentarse a mi lado. Casi todos los trabajos grupales los hacíamos juntos. Todo parecía una especie de sueño e incluso las charlas se hicieron diarias. No pasábamos un solo día sin hablar.

─¡SACATE ESOS AURICULARES! ─ gritó una de mis amigas mientras me arrancaba un auricular del oído.

Oh...devuelta a la normalidad.

─¿Qué te ocurre? ─ dije mientras llevaba mi mano hacía mi oído que ahora dolía.

─Estaba practicando mi discurso y prometiste que me ayudarías pero no paras de escuchar esas canciones feas.

En el transcurso de esas dos semanas él me había pasado unas canciones las cuales dijo que le gustaría que al menos las escuche una sola vez. Inmediatamente se volvieron mis favoritas. Las escuchaba todos los días.

─¡No son feas! ─ me excusé

─Solo las escuchas por él te las pasó─ dijo otra de mis dos amigas.

Inmediatamente sonreí y ellas solo hicieron un gesto desaprobatorio con su cabeza pero con una sonrisa en su rostro. No estaban enojadas.

─Como sea─ dije tapándome mis mejillas que ahora estaban rojas tomate─ tenemos...─miré el reloj que estaba en la pared─ media hora antes de que empiece la muestra.

Mi escuela tenia orientación en las artes y todos los años antes del receso de mitad de año se realizaba una muestra en la que los alumnos de todos los cursos podían mostrar en lo que han estado trabajando durante todo el año y para el final de la exposición había una pequeña subasta con los cuadros de los alumnos del último año.
Era de gran importancia puesto que gente importante solía venir y era la gran oportunidad para la gente de ultimo año en poder tener un futuro prospero, además de que era una de las escuelas más prestigiosas de la ciudad.

─¿Ya tienes tu plan estudiado? ─ preguntó una de mis amigas.

Asentí

─Yo estaré en la entrada y la castaña estará en la entrada trasera ─dije haciendo referencia a mi otra amiga─ si él llega y yo estoy de guía con otro grupo de gente ella me avisará y cambiaremos los puestos.

Ayer le había comentado lo de la muestra de mi escuela y me dijo que si tenía tiempo pasaría a dar una vuelta. Lo que significaría que esa sería la primera vez que lo vería fuera del ámbito de inglés y con lo bien que veníamos hablando estas últimas semanas no hacía más que ilusionarme con la idea de que él fuera.
Con mis amigas habíamos ideado el plan perfecto todos los presidentes de la clase teníamos que ser guías para la gente que fuera a la muestra y darle un recorrido por toda la institución. Yo esperaría en la puerta principal por si el entraba por ahí y así podría pasar gran parte de la tarde con él y hablar sin una computadora de por medio o una Martina mirando feo.

Ya parecía una psicópata, ¿Verdad?

Ya habían pasado dos horas desde el acto de inicio de la muestra y la gente no paraba de llegar, iba de un lado al otro y no paraba de fijarme si había algún mensaje de mi amiga para avisarme de que él había llegado. Siempre que podía miraba hacía todas partes para ver si lo podía ver entre todo el mar de gente. Pero no había nada.

Luego de 4 horas ya me había dado por vencida, el turno de la mañana había terminado lo que significaba que tenía 1 hora de descanso antes de que empezara el turno de la tarde de la muestra.

Solté un largo suspiro mientras me dejaba caer en uno de los bancos que estaba bajo un árbol en el jardín interno de la escuela, estaba exhausta, había estado de pie toda la mañana corriendo de un lado al otro y lo peor de todo es que el ni había aparecido y el poquito de esperanza que tenía de que apareciera en el turno de la tarde desaparecía a medida que comenzaba a sentirme mal.

─Animo─ dijo una de mis amigas mientras se sentaba a mi lado─ sabes que la mayoría de la gente viene en el turno de la tarde para presenciar la subasta.

­─Ahora es medio día y tenemos una hora para comer antes de tener que volver, vamos, tienes que comer algo. Apenas si tomaste café en la mañana. ─ dijo la castaña.

─Es verdad, había mucha gente, apenas si pude sentarme unos minutos─ reconocí

Fuimos caminando hacía un restaurante de comida rápida que quedaba a unas cuadras de mi escuela al que siempre íbamos.

Sufría de migraña, pero el clima de comienzos de otoño me había hecho una mala jugada y el sol brillaba tan resplandeciente como un día de verano. Al llegar al restaurante ya tenía un insoportable dolor de cabeza que no me dejaba pensar con claridad.
Comí algo convencida de que el dolor se debía a no haber comido nada en toda la mañana y haber estado tan demandada pero eso solo empeoró las cosas. Al volver a la escuela ya sentía nauseas.

Había solo una cosa que me impedía llamar a mi madre para que me lleve a casa y era que había recibido un mensaje de el diciéndome que iría con un amigo en la tarde y no había soportado tanto para no poder verlo ni siquiera un solo minuto.

Aguanté solo una hora y media y luego me rendí, en cualquier momento iba a vomitar y los nervios de saber que probablemente lo vería no hacían más que empeorar la situación en la que estaba.

Le dije a mi amiga que me mantuviera al tanto, por si aparecía.
Pero ya tenía que dejar de poner mis estúpidas ganas de verlo antes del pobre estado de salud que llevaba en ese momento.

Totalmente descompuesta dejé la escuela y así estuve el resto de la tarde en mi casa, tirada en mi cama y mirando el celular esperando alguna respuesta.

Para el final de la tarde me llegó un mensaje de mi amiga.

Lo siento, la castaña y yo estuvimos pendientes todo el tiempo a ambas puertas de acceso. El nunca apareció.

Eso debía ser el colmo. Me había expuesto estando descompuesta en la escuela solo para que él ni siquiera apareciera. Estaba enojada. Me sentía tontamente desilusionada.

No viniste. ─ Le escribí, por supuesto que no le diría que lo esperé incluso estando descompuesta. Últimamente escaseaba de dignidad como para perderla en estas cosas.

Lo lamento, estuve ocupado ¿Esperaste mucho? ─ contestó después de unos minutos.

No, tranquilo.

Respondí y tiré mi celular en algún lugar del mar de almohadas en donde me encontraba. No quería ni hablar con él en ese momento.

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La primera decepción. #EscribeloYaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora