3. El misterio de las cartas.

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Jack

Después de que la primera carta llegara, Jack había pasado todo el día pensando en que podría contener esa carta, era muy importante, si no sus tíos no se habrían preocupado tanto cuando la leyeron y contenía información que ponía en peligro el secreto de sus tíos, cual fuese ese secreto. La mañana siguiente Jack se despertó temprano esperando que llegara otra carta para él, sin embargo no llego otra hasta unos días después, el cartero llego y le entrego las cartas a Jack que como los días anteriores lo esperaba sentado junto al buzón, ahí descubrió la segunda carta, intento esconderla pero cuando el cartero se fue, se encontró a su tío esperándolo en la entrada, cuando paso junto a él le quito todas las cartas incluyendo la suya y lo mando a su habitación, los días siguientes cada mañana que salía a esperar el correo su tío estaba junto al buzón con una taza de café y una sonrisa burlona.

— Es mejor que esperes adentro Jackson — Se burlaba de él.

Era mediado de julio cuando las cartas empezaron a llegar por montones, no una ni cinco, sino docenas de ellas llegaron de la casa de las más diversas manera, pues Arthur había tapado el correo, y las rendijas de las puertas, y la mayoría de ventanas para que no entraran más cartas en la casa. Aun así Arthur revisaba toda la casa cada día y quemaba las cartas que tenían el nombre de Jack, mientras él estaba encerrado en su cuarto, dejándolo salir solo cuando estaba seguro de que no había ninguna en la casa.

Un domingo mientras desayunaban Jack noto que su tío estaba muy nervioso, seguramente no había encontrado ninguna carta.

— Lindo día ¿verdad? — Dijo sonriendo, su tío lo observo con interés.

— Ciertamente, Jackson — Gesticulo su nombre lentamente, como lo hacía cuando estaba en verdad enojado, Jack solo le sonrió.

Entonces se escuchó un ruido en el salón, Sophie corrió a ver seguida de Arthur, los demás lo siguieron al ver que no volvían.

— ¡No puedes ser!—chillo Elizabeth mientras observaba como de la chimenea salían docenas de cartas.

Jack sonrió y corrió a atrapar una mientras su tío intenta quitárselas, término castigado encerrado en su habitación y sin cartas.

— Jackson, puedes salir ya — Dijo tío Arthur amablemente abriendo la puerta — empaca un poco este fin de semana nos iremos de vacaciones, considéralo un regalo de cumpleaños.

— ¿Vacaciones?

— Si vacaciones, mañana nos vamos lejos de casa durante unos días— Sonrió para si — Lejos de las cartas.

— ¿Y a dónde iremos? — Pregunto Jack saliendo de la habitación.

— Eso es una sorpresa.

Jack observo como su tío salía del carro, había conducido hasta una pequeña tienda en medio de la nada, Jack empezaba a pensar que su tío se estaba volviendo loco con el asunto de las cartas.

— Salgan, salgan debemos partir en busca de nuestra cabaña antes que empiece a llover — les grito entre los truenos que empezaban a sonar — ¡vamos! — Todos salieron del carro— ¡vamos! esta vez he encontrado un lugar perfecto — ninguno ni Elizabeth, parecía muy convencido de la idea de Arthur, este sin embargo sonreía con seguridad.

—Arthur ¿A dónde vamos ahora? —dijo Elizabeth

—He conseguido que un anciano me alquilara su cabaña— Dijo mientras señalaba una pequeña casa en medio del mar— e incluso nos prestó su bote para llegar— Arthur señalo un pequeño bote de remos— además lloverá, lo que significa que no llegaran las cartas—Arthur rió.

Jack observo la cabaña mientras empezaba a llover, no pensaba que era una buena idea.

...

Jack miraba su reloj, faltaban diez minutos para que cumpliera once años y solo podía pensar en lo duro que estaba el suelo de la cabaña, la lluvia había empeorado y Jack sentía que el techo de la cabaña estaba a punto de caerse.

Observo de nuevo el reloj, cinco minutos, Jack pensó en las cartas, tal vez podía conseguir alguna cuando volvieran, quizás tuvo que intentar conseguir alguna de las que estaban en motel, cuando se detuvieron ayer.

Dos minutos, pensó en su nueva escuela tal vez le fuera mejor ahí, quizás no le expulsaran de nuevo.

Cincuenta segundos, tal vez Jaime le felicitara, él siempre lo hacía. Treinta segundos, los truenos se escuchaban cada vez más fuerte. Diez segundos, realmente no le gustaba el regalo de su tío, prefería que se olvidase de su cumpleaños.

Cinco segundo y tendría once años, cuatro, tres, dos y...

¡Bum!

TBF I: El regreso del elegido. (Primera versión).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora