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(Sarah)

Tome mi bolso. Charlie estaba esperándome en la puerta de la casa.

-Vamos-. Le digo con una sonrisa algo forzada. Se me hacía difícil pretender algo no natural.

-¿Recuerdas aquella cafetería a la que iba papa todas las mañanas?-. Su pregunta hace que me estremezca y sentirme culpable de no recordar ese lugar.

-No-.

-Bueno, ahí iremos-. Me sorprende que Charlie recuerde todavía ese lugar, ha pasado mucho y no creo que esa cafetería exista todavía.

Al llegar Charlie me dijo que iría a buscar unas cosas para Candy en un supermercado que estaba cerca de ahí.

-Pide tu café, yo regresare rápido.-

Okay me trajo aquí para dejarme abandonada estaba segura.

Entro a la cafetería, había un olor a café fuerte agradable. Estaba lleno de gente pero logro ver un asiento en una mesa de barra.

Tome asiento y no entiendo porque enfoque mi mirada en un chico que estaba a la par de mí. Llevaba una camisa blanca y unos jeans. Aparte la mirada. Me distraigo muy fácil.

-¿Que ordenara?- Era la camarera.

- Un frapuccino de café por favor.- Al responder sentí la mirada de ese chico.

No sabía qué hacer, saque mi celular en busca de distraerme con algo.

Eran tantos mis nervios que simplemente entre a la aplicación de notas y empezó a escribir garabatos.

La camarera llego con mi frapuccino. –Gracias-. Digo nerviosa.

Veo disimuladamente al chico y tenía café, un bagel y su celular sobre la mesa. De repente me vio y sonrió mostrando su dentadura perfecta. Se la devolví con algo de sonrojo en mis mejillas. No lo niego, es muy guapo.

Le doy un sorbo a mi bebida.

De pronto escucho una llamada de mi celular a todo volumen. Me asuste demasiado. Pasar de un gran ambiente lleno nervios con ese chico luego escuchar la llamada con el ring toné más fuerte posible, creo que es una buena excusa para justificar lo que paso luego:

Del susto moví mi mano de manera a que ¡Derrame el café de ese chico sobre su bagel, su celular y sobre el! Eso provoco a que el saltara de su asiento.

-¡Dios! ¡Como lo siento! Enserio, no fue mi intención.- Vi su cara y estaba riendo.

- No te preocupes-. Dijo con un tono dulce y una sonrisa.- No tenía mucha hambre como para terminar de comer.-

- Pero tu celular, Dios... Como lo siento.-

- Descuida es aprueba de agua, a lo mejor el café no le haga nada tampoco.-

Okay eso no evitaba que me sintiera culpable todavía. Baje un poco mi cabeza, no sabía qué hacer. Mucha gente nos miraba.

-Hey...- Se fijó en mis ojos – Esta bien-.

-S-si... - Estoy en la puerta para salir de ese lugar cuando la camarera grito:

-¡¿Es que no piensas pagar lo que consumiste niña?!-.

Me detengo. Era lo que faltaba para terminar de avergonzarme más enfrente de la gente pero en especial de ese chico.

Regrese y le di el dinero. Por ultimo lo vi de nuevo. Me sonrió de manera muy especial y natural, pero yo no pude devolvérsela.

Salí de ahí y espere a que llegase Charlie.

No podía pensar más que en lo que había pasado. Ese chico se miraba muy lindo y yo, como siempre, tenía que arruinar esos momentos que valían la pena pasar.

-Oye ¿Qué haces aquí afuera?-. Charlie había llegado de hacer sus compras

-Lo siento, no quiero entrar ahí, toma mi frappucino si quieres-.

-¿Paso algo malo?-.

<<¿Enserio le interesa?>> pensé.

-Creo... Creo que me trae recuerdos de papa nada mas-.

Oh si, mentí. ¿Pero que más le diría?; Que pase vergüenza con un chico... ¡Jah! ¡No!

Charlie no es de los chicos a quien puedes ir para pedirles consejos.

-Bueno Sarah tomare el frappucino solamente porque tengo mucha hambre.-

Su comentario me hace recordar que aquel chico también "no tenía mucha hambre".

¿Habrá mentido como acabo de hacerlo yo al decir que me trae recuerdos de papa?


Regresamos a casa con Charlie.



Foto: El chico misterioso - Sean o'Donnell

Querida Sarah (incompleta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora