13. Escribe un recuerdo de tu niñez (Bueno o malo)

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03 de agosto de 2016

Cuando era pequeña, viví un tiempo en la casa de mi tía, era grande y espaciosa a diferencia del pequeño departamento donde vivía con mi madre.

Mi tía era aficionada, en ese entonces, a coleccionar muñecas de porcelana, las cuales sentaba en el piano de su casa. Algunas las había comprado ella y otras tantas se las habían regalado, su colección era basta y apreciaba cuando alguna de ellas era rara o provenía de algún país extranjero; tenía de todos los tamaños, rubias, pelirrojas y castañas, adornadas con sus hermosos vestidos de encaje en colores pasteles y esos ojos de vidrio que a mí me parecía que me vigilaban todo el tiempo. No eran mucho de mi agrado pero las respetaba porque a mí y mi prima nos tenían prohibido agarrarlas.

Sucedió que en el mes de Julio, la esposa de mi tío E, que es Marin viajo a Rusia con su esposa y nos enviaron un paquete con regalos que contenían unos juegos de Matrioskas, peines, espejos, postales y una muñeca para mi tía, la cual estaba vestida con su traje típico y atado en su muñeca tenía un papel con su nombre: "Sophie"

Según en la carta de mi tío, explico que la compro afuera de una iglesia y el hombre que se la vendió le explicó que eran "muñecas con alma". Nosotros no supimos a qué se refería sin embargo a mi prima y a mí nos atemorizaba porque aunque era una muñeca muy hermosa, parecía que en verdad estaba viva.

Ocurrió que una noche después, cuando dormíamos en nuestro cuarto, mi prima se levantó a altas horas de la noche y me despertó. Yo me quejé y le pedí que me dejara volver a dormir pero ella insistió hasta que me desperté completamente. Cuándo le pregunté la razón por la cual me había despertado me pidió que la acompañara a tomar un vaso de agua en la cocina que se encontraba en el piso de abajo. Yo odiaba bajar a la cocina en la noche, siempre escuchaba ruidos raros que no identificaba su origen y me atemorizaba.

Ella siguió insistiendo que tenía mucha sed y no podría esperar hasta mañana, así que tomé mi peluche que se le prendía la cabeza al abrazarlo, gusanito Gusi y ella quería bajar con Príncipe, su gato montés, pero le dije que lo dejará por que dormía en su cama y era muy pesado para cargarlo entre las dos.

Así, salimos del cuarto y prendimos la luz del pasillo, yo apreté con más fuerza a Gusi porque de nuevo se escuchaban esos ruidos y tenía miedo. Mi prima y yo bajamos con cuidado, al llegar hasta el último escalón, prendimos la luz del pasillo de abajo y vimos el piano con las muñecas de mi tía, Sophie se encontraba en medio de la enorme colección. Mi prima me dijo que no las miráramos, así no nos daría miedo y nos dirigimos hacia la cocina, tomó un vaso y se sirvió agua. Yo la apresure, me sentía nerviosa y cuando dejo el vaso en el fregadero, oímos que alguien apretó algunas teclas del piano, lo que nos hizo sobresaltarnos porque el piano se encontraba tapado y Príncipe se había quedado encerrado. Ambas tragamos saliva y salimos asustadas de ahí, observamos el piano y vimos que varias de las muñecas de mi tía se encontraban tiradas en el sillón cercano, Sophie quedó sola, sentada en la tapa del piano y por un momento, nos pareció que giro su cabeza hacia nosotras.

Ambas subimos corriendo y gritando por las escaleras hasta llegar a nuestro cuarto, cerramos la puerta y pusimos el seguro, esa noche dormimos juntas en mi cama y a la mañana siguiente, mi tía nos regañó pensando que nosotras habíamos tirado sus muñecas.

Fue tiempo después que ella también sintió algo raro con esa muñeca y le habló a mi tío, quien le explico que esas muñecas les ponían el cabello de los difuntos...

Fue tiempo después que ella también sintió algo raro con esa muñeca y le habló a mi tío, quien le explico que esas muñecas les ponían el cabello de los difuntos

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