17. Elije el título de una de tus canciones favoritas.

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Crea una historia sobre la letra dándole sentido a la canción. 

Nota del autor: El siguiente fragmento es una fanfic yaoi, si no te gusta por favor no ofendas, nadie te obliga a leerlo

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Nota del autor: El siguiente fragmento es una fanfic yaoi, si no te gusta por favor no ofendas, nadie te obliga a leerlo. Estas advertid@, por tu comprensión, gracias.  

KING – Lauren Aquilina

07 de agosto de 2016

—Estas solo, por tu cuenta ¿Y qué?— dijo Enkidu mirando la hermosa ciudad de Uruk desde el palco del Rey; era hermosa, la ciudad dorada que parecía brillar incluso en la noche. Sus hermosas construcciones se extendían por la amplia muralla que la protegía. Desde que había llegado a la ciudad, Enkidu se había enamorado de su arquitectura, sin duda Gilgamesh había cuidado todos los detalles.

Alzó sus brazos hacia el cielo y aspiró el aire mientras su largo cabello verde se mecía con el viento.

—No deberías olvidar lo que tienes y de lo que es tuyo— agregó mirando al Rey que bebía pensativo un fino vino en una copa de oro.

—No lo entenderías, todo lo que me propongo lo logró incluso los más hermosos tesoros adornan mi palacio pero ninguno me llena ni me quita la sed— dijo aventando la copa lejos de él con actitud fastidiada.

—Tal vez deberías ver el vaso medio lleno de vez en cuando. ¿No lo crees?— dijo regalándole una sonrisa.

A Gilgamesh le seguía produciendo un estremecimiento cada vez que Enkidu le sonreía, sentía como su corazón latía con fuerza y se ponía ansioso. Llegaba a olvidar que debajo de esa larga túnica blanca, Enkidu era un hombre mitad bestia que poseía los más hermosos rasgos que jamás había visto en un joven. Los dioses se habían esmerado para que fuera su igual, su belleza incluso rivalizaba con la suya, lo único en lo que ellos dos eran diferentes era en la manera de pensar. Enkidu estaba lleno de virtudes y él... tenía defectos que no había notado hasta que lo conoció.

—Lo tienes todo— dijo Enkidu señalando hacia afuera—Tienes la ciudad más hermosa de la tierra ¿Qué más puede pedir un hombre?

Gilgamesh se acercó a él y atrajo a Enkidu para abrazarlo por detrás.

—No todo...—le susurró el Rey a su oído. — A veces desearía dejar de ser Rey para obtener lo que realmente deseo.

— ¡Pero que qué dices! — Se volteó molesto Enkidu para encararlo— Tú eres mi igual, el Rey de Uruk, no aceptaré a otro que no seas tú. Deshazte de una vez de los monstruos que están en tu cabeza, solo es tu desconfianza hablando.

—Tal vez solo me falta dormir— dijo evadiendo los ojos del muchacho. Tenía tantas ganas de tocarlo pero temía que él lo rechazará, por primera vez se preocupaba por otra persona que no fuera él y es que Enkidu, se había convertido en su tesoro más preciado.

— ¡No te entiendo Gilgamesh, nunca te había visto así. Lo tienes todo y no eres feliz ¿Entonces qué es la felicidad para ti?!— preguntó casi gritando el chico reclamando su atención. No entendía cómo un Rey que lo poseía todo se sentía tan vacío e infeliz pero que lograba enmascarar perfectamente bien su sufrimiento tras una actitud altanera.

— ¡Que molesto! ¿En verdad quieres saberlo?— preguntó fastidiado Gilgamesh sacándolo de sus pensamientos. Estaba a su límite, por fin lo comprendía, no solo sentía curiosidad por Enkidu o lo consideraba su mejor amigo; se había enamorado de él, sentía un amor como jamás lo había sentido y por primera vez temía que si se confesaba a Enkidu, él lo rechazaría.

—Quiero saberlo— contestó serio el joven mirándolo a los ojos. —Quiero saber lo que te produce tanta miseria.

Gilgamesh lo tomó de ambas muñecas y lo acorraló en la pared. Ambos se miraron un largo rato en silencio.

—Hay un método en toda esta locura que prepararon los dioses contra mí y desgraciadamente no puedo decir que gane completamente. Me gusta ganar pero por primera vez, siento que he perdido la cabeza— confesó agitado.

— ¿A qué te refieres? No hay lógica en tu tristeza, simplemente no puedo comprenderlo— dijo Enkidu sin resistirse al agarre de Gilgamesh.

—Entonces comprende esto, me siento miserable porque por fin encontré lo que me apasiona y no puede ser mío—confesó.

— ¿Y qué es? ¿Qué es tan valioso para que quieras perder tu corona?— preguntó Enkidu sin dejar de verlo.

— Tú— contestó y jaló a Enkidu hacia él para rodearlo con cuidado entre sus brazos y recargó su rostro muy cerca del suyo. Ambos se miraron hipnotizados por los ojos del otro y Gilgamesh acarició con la punta de su nariz su rostro, recorriendo cada parte de él y notó como cerraba sus ojos a su contacto. Gilgamesh sonrió complacido por ver esa reacción en su rostro y acarició con su palma sus mejillas apartando con cuidado unos cuantos mechones de su rebelde cabello hasta tocar sus labios y posar sus dedos en su mentón.

—Mírame, quiero que me mires— ordenó y Enkidu abrió sus ojos. En ese momento lo inclinó hacia atrás y comenzó a besarlo lentamente, sus labios se juntaron suavemente después de haber esperado tanto ese momento. Su respiración se volvió lenta, Gilgamesh podía sentirlo estremecerse ante sus caricias y con su lengua acaricio suavemente la suya hasta lograr hacerlo gemir.

—Gilgamesh...—Alcanzó a pronunciar Enkidu, tratando de recuperar el equilibrio pero al contrario Gilgamesh se sentó en el piso con él sobre sus piernas y continuó besándolo.

—Por hoy no soy un Rey...—le susurró al oído al momento que lo despojaba de su túnica.

—Entonces mañana, puedes ser rey otra vez...— contestó Enkidu volviéndolo a besar.

—Sí, mañana seré Rey otra vez...— contestó él fundiéndose en un abrazo con él.

Nota del autor: Confesaré que cuando escribí esto mi corazón congelado comenzó a latir y comencé a llorar, había una persona a la cual yo llamaba mi Gilgamesh

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Nota del autor: Confesaré que cuando escribí esto mi corazón congelado comenzó a latir y comencé a llorar, había una persona a la cual yo llamaba mi Gilgamesh...

Por eso cada que oigo esta canción recuerdo al Rey de Uruk.

Lamento si esto no tiene relevancia pero fue raro... sentir esto después de tanto tiempo...



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