Capítulo 18

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Anastachia

Un olor a perfume varonil invade mis fosas navales.

Abro los ojos tratando de adaptarlo a la luz que entra por la ventana.

Cuando los abro, no soporto él dolor de cabeza, veo por toda la habitación.

Está no es mi habitación

Mis ojos se abrieron, está no es mi habitación, en donde estaba?

Me incorporó en la cama. Veo mi cuerpo, cargo una camisa de hombre.

Mis ojos se abren.

-¿que mierdas hice?- dije alarmada

Me e enrollado con alguien que ni siquiera se quién es.

Me todo mis pechos, y veo que aún tengo mi bra. Con miedo quito las sabana y me subo la camisa azul celeste que es de hombre y veo mi braga.

-Buenos días preciosa- me dijo esa voz

Esa voz que iba a matarme, veo él umbral que supongo es la del baño y está él allí con su cabello mojado una toalla que se puso en sus caderas, se le veía todo él abdomen, que por cierto estaba bien trabajado. Caían gotas a su cuerpo resbalandoce por todo su dorso desnudo frente a mis ojos.

-¿te gusta lo que vez?- me pregunta y allí es que clavo mis ojos a los suyos- al fin despiertas dormilona, allí- me dijo señalando al lado, una mesa de noche que había un basó- tomate esa pastilla es para él dolor de cabeza

Mis ojos se abrieron, sí me acorde de las supuestas pastillas de dolor se cabeza que le sí al señor que me estaba guardando la vida.

-Relajante, esa no son sofniferos, sí son para la cabeza- me dijo y se puso a reír. Camino así mi- cuando estas borracha hablas de más, y me gusta eso.

Agarró la pastilla y me la medio a la boca, y me dio él agua.

-Aunque eres un poco chillona en la cama

Menos mal que ya había tratado la pastilla pues ante aquel comentario escupi todo él agua que estaba bebiendo y su risa se escucho en toda la habitación.

-Tranquila muñeca, que cuando duermes roncas- me dijo

-Yo no ronco- le dije por fin-que hago aquí? Y mi ropa? Tú-tú me cambiaste?

Dije eso y la última pregunta no quería saber la respuestas.

- te emborrachaste al igual que nuestros acompañantes, era él único sobrio, cuando ya no podías más te traje a él hotel, no me dijiste que habitación estabas así que te traje a la mía, te cambio dos señoras de servicio. Que les pague porque yo no podía ponerte una mano encima. Tú ropa la vomitaste completa, y te quedaste dormida.

Todo endoso a darme vuelta, necesitaba recordar que mierda había dicho.

-No pasó nada entre nosotros?- le pregunte algo tímida no lo vi a sus ojos.

Me agarró por la cintura, me levanto me puse de pie, aún veía él suelo todo menos sus ojos tan bellos que tiene.

-Veme- me dijo más que decir sonó más a una orden que a un palabra

Me agarró de la quijada al ver que no le asia caso, en sus ojos había duda, como temor, como miedo.

-Jamás me meteria en tus piernas estando en él estado en que estabas, yo prefiero que te entregue a mi cuando estés completamente enamorada de mi y que estés en plena conciencia- me dijo

Mis mejillas se ruborizaron al escuchar eso.

-Muñeca, me encanta cuando tus cachetes se tiñen de ese rosado tan lindo.

Soltó una risa.

-Trata de recordar toda las cosas que me dijiste ayer, aunque una borracha siempre dice la verdad

Mierda que le confece a este idiota cuando estaba borracha

-Anda a bañarte, allí hay una bolsa, tiene ropa nueva colocatela mientras pido él desayuno

No dije nada, sólo me metí a la baño.

No me acuerdo que fue lo que pasó anoche, todo es tan confuso, tan extraño.

Me quité la ropa que tenía. Abrí la ducha y me metí él agua estaba tibia.

Necesitaba eso, sí necesitaba estar un rato en completo silencio tratando de recordar que mierda fue lo que hice ayer.

Me daba miedo haber cometido una estupidez, no quería entregarle mi virginidad a un imbécil no se lo merecía.

Stephano es un chico guapo pero no.

No podía estaba tan ida en mis pensamientos que no escuché cuando abrieron la puerta.

-Muñeca, apúrate llevas media hora allí metida, ya llegó él desayuno.- me dijo él sólo abrió la puerta no se asomo no hizo nada

Al parecer en verdad me respeta, en verdad no me hizo nada.

Salí de la ducha cuando él franco.

Me seque.

Busque la bolsa había un cepillo de dientes nuevo, me cepillo lo más rápido posible.

Busque envía bolsa, había una braga de encaje blanca, y un vestido blanco descubierto en la espalda blanco también de encaje. Unos tacones blanco.

Me empecé a vestir, teniendo en cuenta él vestido no podía utilizar bra y a parte ni siquiera había uno en la bolsa.

Me cepillo él pelo y trate de poner mi mejor cara al salir del baño.

Y allí estaba él en la terraza.

No me había fijado en la terraza de la habitación.

Me asome y allí vi todo él saliendo de la bella ciudad de Positano.

Él aire fresco tocaba con suaves carisias mi cara.

Veía toda la hermosa ciudad desde aquí, era una hermosa vista.

-Me encanta la vista que tengo- dijo Stephano

Había un doble sentido en sus palabras pues él estaba tan ido en sus pensamientos, cuando yo entre sentado en la mesa viendo él periódico.

Me volte y lo vi. Él muy imbécil se refería a mi trasero.

Estaba viendo mi culo.

Mis mejillas se ruborizaron y agaché la vista. Y fui para la mesa, me senté frente a él.

-Muñeca no esas tímida, me gusta tú cuerpo en especial ese culo que tienes que te queda bien con ese vestido.

Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar su comentario.

-Relajante y come, andas bastante callada está mañana

-No será porque un idiota me a secuestrado.

-No lo e hecho te traje para que él imbécil de Jean Lucas no se aprovechará de ti, no quería que calleras en sus redes

Sólo lo observé sin decir nada.

Mi Peor EnemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora