"Fue todo lo que se escuchó antes del rojo. La habitación se tiñó de rojo.
Hace 24 horas, Mel era feliz. Y ahora, está muerta."
General POV:
Era la noche del 24 de Diciembre. Un cielo despejado y una luna llena enorme y brillante complementaban el frío pero agradable escenario. Si te dedicabas a observarlo, fácilmente encontrarías niños jugando en la nieve, parejas cogidas de la mano y familias unidas. Todo era risas y felicidad... Tan solo para algunos.
En ese pequeño pueblo alejado de la ciudad es normal que todos se conozcan entre sí. Sin embargo, existía un señor de mediana edad, un miserable don nadie, alguien sin un hogar cálido al cual regresar. Amable y de buen corazón pero invisible para la sociedad, pues muchos hacían de la vista gorda cuando lo veían temblando del frío o muriendo del hambre. Este hombre barbudo y desgreñado que vestía algunos harapos malolientes, se refugiaba en lo más profundo de un callejón sin salida; con un poco de esfuerzo y tiempo logró encender una especie de fogata dentro de un cilindro metálico de basura. Intentó centrarse en las brasas y desconectarse de todo lo demás mientras se cubría con un cartón. Villancicos, luces y decoraciones por doquier, el fuerte olor a pavo horneado y cualquier cosa relacionada con la Navidad era insoportable para él. Nostálgico y adolorido se preguntó cuándo fue la última vez que compartió estas fechas con su familia.
Soltó un suspiro, se recostó y cerró los ojos intentando conciliar el sueño, ignorando el hecho de que algo atroz estaba comenzando.
***
Tris despertó con los primeros rayos de luz de la mañana siguiente. Estaba sentada en el suelo, con su espalda apoyada en alguna pared. Lo primero que percibió al recobrar la conciencia fue el fuerte hedor a sangre, sintió en sus manos ese líquido viscoso y casi seco; abrió sus ojos poco a poco, sus pupilas posándose sin remordimiento alguno sobre el cuchillo aún enterrado en el pecho de aquella chica, tan solo un par de metros separándola del cadáver.
Recordaba a la perfección los eventos de la noche anterior. Recordaba al niño, a los padres y a la chica frente suyo. Recordaba especialmente el rostro de terror de esta última, llorando y suplicando que no le haga daño incluso antes de siquiera haberla tocado. Sintió un cosquilleo en el estómago de tan solo pensar en lo ocurrido. También recordó por qué se encontraba ahí, en aquella situación.
Fue después de la discusión con Helen Otis en la cocina que la ira empezó a apoderarse de ella y el impulso de querer golpear algo se incrementaban. Y no se reprimió. Con un gruñido de frustración, golpeó con fuerza la pared más cercana una vez, lastimando sus nudillos. Su pecho se oprimió de impotencia, queriendo desahogarse y no poder hacerlo.
- Tris, hablemos de esto.
Pero ella no escuchó a Tobías, su mente estaba nublada por algo. Actuó por impulso y salió con rapidez de la casa. Afuera estaba frio, esa mañana había nevado y el gélido aire siguió corriendo a lo largo del día. Pero a Tris no le importó tener puesto solo un vestido y unas zapatillas. Ni tampoco le dio importancia al extraño presentimiento que tenía, como si algo le dijera qué hacer y ella lo cumpliera al pie de la letra.
Y sin darse cuenta llegó a un pueblo. Uno pequeño a decir verdad, con pequeñas casas y decorativos navideños por doquier.
Lo demás fue historia. No pensaba con claridad cuando se escabulló dentro de una casa y cogió un cuchillo de la cocina. No pensaba con claridad cuando subió las escaleras y se dirigió a la habitación del más pequeño. Tampoco cuando los padres llegaron y con miradas de terror observaron a su niño muerto. Ni siquiera cuando los asesinó y fue a por la hija mayor, quien fue la que más suplicó, con la que más disfrutó.
Tris sintió un vacío en el pecho y sus ojos no lograban enfocarse, ¿qué le estaba pasando?
Despertó de aquel trance cuando escuchó un grito desgarrador seguido de la risa de alguien conocido fuera de la casa. Se paró y caminó hasta la ventana para saber lo que pasaba, y lo que vio en las calles de ese pequeño pueblo era una masacre total. Varios cuerpos y grandes manchas de sangre entre la nieve acumulada, el lugar estaría sumido en un silencio total si no fuera por la risa estruendosa de Jeff. Acababa de arrebatarle la vida a un anciano con apariencia de vagabundo quien intentaba huir desesperadamente de él, y Jeff solo se reía aún más del desgraciado don nadie.
Luego, el chico dejó de reír abruptamente y giró el rostro hacia Tris, mirándola con su sonrisa permanente. La pelinegro olvidó cómo respirar por unos segundos de lo tensa que estaba.
-¿Bajarás o piensas quedarte ahí todo el día? - le pregunta con burla el mayor.- Slender dará los resultados de la cacería pronto, te conviene apresurarte. - dijo para después empezar a caminar hacia el bosque
¿Cacería? ¿Tiene algo que ver con lo que le dijo Nina el día anterior?
Tris no logró procesar la información gracias a un punzante dolor que no la dejaba enfocarse. No recodaba que alguien la siguiera hasta ahí, entonces, ¿por qué Jeff estaba en las calles? ¿Qué explicación había para los cadáveres? Su cabeza estaba dando demasiadas vueltas y no podía atar ningún cabo. Era un desastre.
-Deja de quejarte como un bebe y camina de una maldita vez, no podemos seguir perdiendo el tiempo.
La repentina voz de Helen la sobresaltó. Cuando dio media vuelta para encararlo lo encontró mirándola desde el marco de la puerta. Sus ojos se encontraron por un segundo, una corriente sacudió a ambos. Y Tris hizo tal y como el peliazabache dijo, no perdió más tiempo. Pasó por su lado sin dirigirle una sola palabra, el azabache siguiéndola de cerca.
Al salir del pequeño hogar, para su sorpresa, no le fue muy difícil encontrar el camino de vuelta a la mansión; como si alguna clase de instinto se activara una vez que pisaba los bosques. En la entrada la esperaba Slenderman.
-Fuiste la última con solo cuatro víctimas, Tris. No tenemos un recuento tan bajo desde la iniciación de Jane.- reprochó con amargura.- Ve al sótano y busca a Zalgo, él decidirá tu sanción. Helen, 27 igual que el año pasado, veo que mantienes tu tradición.
Oh, 27 es la cantidad de estudiantes que asesinó el día que se volvió un creepy. Recordó. Otis se subió la máscara y le dedicó una sonrisa burlona antes de entrar a la mansión.
-Algún día le borraré esa sonrisa a punta de golpes, lo juro por Zalgo.- se dijo así misma mientras caminaba por los pasillos buscando la puerta que dirigía al sótano.
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Amor Asesino • Bloody Painter
FanfictionAtrapada en una vida monótona, Tris desarrolla un gusto un tanto preocupante en lo paranormal. Empezó leyendo, obsesionándose con los juegos, las leyendas urbanas, las invocaciones... Esas malditas invocaciones, arriesgando su vida con cada una y si...