tipo de persona

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¿Qué tipo de persona crees que eres?

Quizás ni siquiera llego al rango de ser humano, y seguramente, encajo bastante bien en el de basura caminante.

Miento sin que se trabe mi lengua, odio sin arrepentimientos y pareciera que no quisiera cambiar mi hábito de soledad alternativa. De qué sirve querer ser algo en lo que los demás no creen que eres. Si ya fuiste etiquetado, no puedes cambiar nada.

Te envidio porque siempre buscaste ser tú, llevarle la contraria a la sociedad la cual pertenezco. Eres lo opuesto a mí. Como el blanco y el negro, aunque yo sería algo más como un gris oscurecido gradualmente.
Tú eres el negro, no necesitas creer en nada más que en ti mismo. Yo soy un blanco opaco, esperando ser entintado por el corrompido mundo del cual hace mucho me rendí.

–¿Qué tipo de persona crees que eres?—el negro de tu cabello refleja el sol de media tarde en la azotea. Caerías en cualquier momento y te estrellarías contra el piso lejano. Nadie espera abajo para atraparte, sólo yo, que estoy aquí, junto a ti, arriba. Solos en la punta de una sociedad sucia, esperando por caer.

–Una que ha mentido toda su vida–me miras por un segundo, con una mínima sonrisa, que, sí es que tengo suerte, es verdadera. Yo nunca había visto algo así en tu rostro hasta ahora. No eres de sonreír mucho, pero estoy orgulloso de ser una de las pocas personas que tienen el honor de verte fingir felicidad, excepto hoy, que veo tus ojos brillar sobre tu dulce sonrisa.

–Quizás éramos más parecidos de lo que creía.

Levantas tus brazos haciendo equilibrio, dispuesto a saltar de una vez. No te detendré, es tu decisión escapar de esta horrible realidad. Ojalá yo tuviera el valor de desaparecer como tú, ojalá yo fuese tan fuerte como tú, ojalá yo fuese tú, y detuviera tu cuerpo. No quiero verte desaparecer frente a mí, pero no deseo detenerte. No deseo ser odiado por ti como todo el resto del mundo.

–¿Qué tipo de persona eres?—necesito saberlo, así que no me cohibí al preguntarte. Tú miras hacia mí, lentamente con sus ojos acrisolados. Sé que ya te perdí completamente, pero insisto en mantenerte ahí parado, con los brazos alzados y las esperanzas caídas.

–Una que nunca supo que quería en realidad.

Tú soltaste una risa gruesa, dispuesto a cumplir a lo que viniste. Giraste tu cuerpo, dándome esa espalda que a través del tiempo se ha estado volviendo más y más delgada. Observo tu cabello, que siempre añoré tocar con cariño, tu cuerpo escuálido, tus brazos ansiosos de volar al fin. Escucho a penas tus últimos respiros entre los fuertes latidos de mi corazón golpeando mi pecho. Sé que mi instinto deseas tirarte adentro, abrazarte, decirte todo, hablar contigo por mil horas sin que te vayas nunca. Pero debo dejarte ir.

–Adiós Mafu–dijiste, sin mirar atrás–cuida de este mundo un poco más, mi pequeño héroe mentiroso.

Pestañeo. Tu cuerpo cae. No lloré, no me afectó. De eso trato de convencerme para dar la declaración de tu muerte a tu familia en un futuro próximo. Siento mis lágrimas caer, pero no entiendo por qué estoy llorando, cuando siempre pensé estar preparado para esto. No estoy cumpliendo mi promesa. Sólo eras una persona más es este cuento sin trama, como un personaje secundario en la historia de un manga.

Soy ese tipo de persona que ha mentido toda su vida, y jamás dejará de hacerlo. No después de que te has ido, no después de no haber hecho nada, no después de no poder dejar de llorar por tu culpa.

Sólo soy un mentiroso que no pudo salvarte.

Soft | soramafuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora