2019
esta mañana no fue suficiente para él, sólo alcanzó a destrozarme con sus palabras todo el cuello. me mordió más de doce veces los hombros, y estoy seguro que en más de alguna herida, logró sacarme trozos de piel. lo sé porque puedo sentir la mitad de la tela de mi camiseta de seda sucia, arder en mi carne expuesta. "no debí regalarle ese grueso y brillante cinturón en su cumpleaños" pienso, mientras miro el reflejo en el espejo de una parte de mi espalda marcada, tapada a penas por una capa de ropa.
no son suficientes los vendajes furtivos en mi alma, no puedo ocultar la tristeza en mi rostro rasguñado con una gasa. no le puedo ocultar mis pecados a soraru, es demasiado doloroso guardar con ellos. mi cabeza no deja que vuelva la vista cuando siento la puerta de la habitación ser abierta suavemente. sólo veo cómo mi amante se retira el saco, mostrando su camisa color vino, suelta, un cinturón grueso chillón, y pantalones apegados y oscuros, como su cabello. él deja una bolsa (probablemente) con fármacos a mi lado, y me observa silenciosamente por unos minutos. no sé descifrar su expresión.
—discúlpame.—dice, con la voz cansada, pero yo no puedo decir algo más que un estúpido balbuceo. mis palabras se traban, y no dejan salir a mis verdaderos deseos. "ven aquí y quiéreme un momento" quiero decir, pero jamás lo haré. estoy demasiado asustado, todo esto es demasiado grande para mí. mis manos tiemblan, no paran de hacerlo. él lo sabe todo, absolutamente todo de mí, con sólo mirarme un segundo, pero no hace nada, porque no está en sus manos salvarme.
—tengo miedo.
confieso, al fin. sus ojos claros atrapan los míos, caídos en mis dedos tiritones, y los levantan, sin siquiera acercar su cuerpo. tan imponente como siempre, como él, lo cual cada vez aterra hasta el más remoto de mis nervios. el parecido entre sus acciones logra remontar mi miedo, a pesar de que soraru sepa cómo tocar mi alma sin lastimarme.—si te soy sincero—murmura—yo también.
—podría matarnos—digo, a punto de llorar—ya lo sabe, si él se hubiese quedado, yo ya estaría muerto.
soraru se sienta a mi lado, en la cama desordenada. lentamente, pone una de sus manos en mi hombro. es doloroso, pero necesito su tacto por un segundo antes de soltar un quejido inoportuno. él se disculpa, probablemente su máximo talento. aún cuando es tan bueno causando la extraña necesidad de ser perdonado, sé que mi marido no aceptaría sus propias disculpas.
mi amante retira la mano, dejándome un vacío interno por un par de milisegundos. se deja caer, reposando en mis muslos. restriega su largo cabello negro en ellos, subiendo sus brazos hasta mi cintura. no parece haber entrado en razón después de haberle comunicado mis miedos. no puedo diferenciar si mis latidos son de amor o de terror.
—¿por qué cada vez luces más cansado a mi lado?—murmura, con sus labios gruesos pegados a mi delgada capa de ropa. siento el extraño deseo de escapar, algo está mal.—¿por qué, por qué, por qué? él te está rompiendo cada vez más, pero no puedo hacer nada. te amo tanto, pero no puedo, no puedo.
suelto un sollozo ante su verdad. su agarre se aferra a mis costillas. "me duele", yo diría, pero me falta el aire, y no debo hacerlo. el miedo me consume, porque mi amante se ve tan inestable abrazado a mi regazo. mi agresivo marido sólo es una de las tres personalidades de mi enamorado, soraru, quien cree que lo engañé consigo mismo. mi amante es incapaz de controlarlo, pero esta noche, después de abrazarme fuertemente por horas, él sacó de la bolsa de fármacos un arma, y se suicidó tragando una bala frente a mis ojos.
—es por tu bien, mi amor—dijo, sacando el seguro—él no volverá a lastimarte, y yo tampoco.
él no te matará.
susurró soraru, un segundo antes de que su último aliento se lo llevara lejos de mí.
sería una mentira decir que no lo amaba, que no lo amo. ellos eran mi todo, son mi todo. no me importaba ser lastimado, si así podía recibir a cambio un poco de amor de vez en cuando, no deseaba cambiar mi destino. pero ahora todo se ha ido. mi amante y mi marido han muerto esta noche, a causa de un suicidio forzado por el homicidio de mi corazón.