Capitulo 10 "A causa del destino"

143 8 0
                                    

-¿Hola? ¿Hay alguien aquí? -gritó Jack en el interior de la torre.
Había podido volar exitosamente hasta Corona, su viaje no había durado más que unas cuantas horas, donde se adentró en sus más profundos bosques. Allí halló la torre que había estado buscando. En esa, vivía la chica... ¿Raquel? De acuerdo, había olvidado su nombre pero no era muy importante. Necesitaba su ayuda para reconstruir el lazo que Elsa había roto -sin saberlo- para que él pudiese volver a ella, como le había dicho Hombre de la Luna.



En la oscuridad de la habitación donde estaba, pudo notar algo que se movía a sus pies. Era largo, brillante y... Dorado. Como una serpiente. Fue en ese momento en el que cayó al suelo cuando sus piernas, amarradas con esa extraña cosa, se unieron debido a la fuerza de lo que las sostenía, haciendo que Jack perdiera el equilibrio.

Su bastón había caído unos metros más lejos de él. Boca a bajo, trató de llegar a este pero una persona se interpuso en su camino. Era una chica, llevaba un vestido violeta hasta las rodillas y no llevaba zapatos, igual que Jack. La cosa dorada que lo había atrapado caía como una cascada al rededor de la chica desde su cabeza.

-¿Eso es...?- se preguntó Jack a sí mismo. La respuesta llegó a su cabeza al instante.

Cabello rubio. Mucho cabello rubio. El joven miró a ambos lados y encontró más metros de ese cabello interminable. Esta chica necesita urgentemente un corte, pensó para sus adentros. Subió la mirada y la vio. La muchacha era linda, muy linda, ojos verdes y labios rechonchos. Su ceño estaba fruncido y una expresión amenazante resaltaba en sus ojos. Estaba soteniendo un tipo de arma negra con el que apuntaba directo a Jack en la cabeza. Esperen... ¿Eso es un sartén?



-¿Quién eres? ¿Y qué haces aquí? - dijo la chica.

-Uhm yo... Espera, ¿puedes verme?




-Por su puesto que te puedo ver. Te estoy viendo en este momento. ¿Qué clase de lunático eres?

Bingo, ella lo pidía ver, eso significaba que creía en su existencia. Un problema menos. Hubiese sido imposible hablar con ella siendo invisible. Pero, sin dejar que él le respondiera, la chica siguió diciendo.

-¿Cómo me encontraste? ¡¿Vienes a robarte mi cabello?!

-¿Qué? ¡No! - él no podía entender para qué le robaría su cabello. Luego recordó. Su cabello era mágico, dijo la Luna, y él lo necesitaba, pero no lo robaría, simplemente le pediría su ayuda como un favor.




-¡¿Entonces qué estas haciendo aquí?!





-Deja de apuntarme con tu... Sartén... Y te lo explicaré.

-Yo creo que no. Explicate ahora. Si bajo la guardia podrías atacarme. -reflexionó.

-¿Y por qué te atacaría?

-Pues... No lo sé, eres un extraño que acaba de entrar sin permiso a mi hogar. Supongo que defenderse es lo que las personas hacen en estos casos. Además no confío en ti como para hacerlo,así que solo habla, anciano del cabello blanco y extraño.

-¿¿Anciano?? Auch, eso me dolió. Me siento ofendido. - él fingió estar molesto, aunque en verdad le pareció gracioso. Nunca antes alguien le habían dicho que era un abuelo.

-Oh, ¿no lo eres? - la chica parecía confundida, sin duda ella estaba segura que Jacklo era.

-Por supuesto que no. Bueno, tengo más de doscientos años, pero luzco como un joven adulto, ¡no un anciano!

-Oh, lo siento, es que con tu pelo, el bastón y esa ropa... Yo lo supuse... - pareció que ella estaba desconcentrada, incluso un poco avergonzada, y había bajado la guardia por un instante, pero luego volvió a alzar su sartén. -Como sea, aún no me has respondido.

-Mi nombre es Jack Frost. Tú debes ser Raquel, ¿no es así?

La punta del arma de la chica estaba ahora sobre la nariz de Jack, y con amenazadora rudesa, la delicada chica le dijo:

-Mi nombre es Rapunzel. - forzó cada letra para que le quedara claro. - No es un nombre muy complicado, Jack Frost- su tono era casi amenazante.



-Lo siento, dulzura. No sabía que tu nombre sonaba tanto como a un estornudo. Tus padres te debieron haber odiado.-


El sartén se apretó más, esta vez estaba sobre su cuello. Dudó cuanto daño podría hacerle aquel utensilio de cocina. Sería mejor para él dejar las bromas y el sarcasmo para otro momento.

-No te burles ni me llames dulzura, y dime el propósito de tu indeseable visita, o te sacaré yo misma a patadas.

-Uuh, me aterras, ¿sabes? - no pudo evitarlo y el chico volvió a burlarse.

Rapunzel solo lo miró, sin responder, con enfado e impaciencia.

-Mira, Raquel-

-Rapunzel. - le corrigió ella.

-Como sea. Necesito tu ayuda.

-¿Mi ayuda?

-Sí. Verás... - Jack no sabía por donde empezar a explicar - Sé sobre tu cabello mágico porque la Luna me lo dijo...

-¿¡Qué!? - lo interrumpió, sin poder creérselo - ¿Cómo es posible que la Luna hablase?

-Eso no importa, pero lo que sí lo es, es que solo con tu cabello puedo reconstruir un lazo de amor.



-¿Con quién? Si se puede saber... - no estaba seguro, pero pensó haber visto que Rapunzel se ruborizaba.


-Dudo que la conozcas. Su nombre es Elsa, Reina de Arendelle.

-Lo siento, no he oído de ella. Aún así, no entiendo cómo es que yo puedo ayudarte. ¿No se supone que el amor se recupera con... bueno más amor? Chocolates, serenatas, flores y esas cosas.

-No en este caso... verás es una larga historia, en verdad. Lo que sucede es que... maldita sea, no puedo acercarme a ella. Fui su Guardián durante un tiempo, pero las cosas se pusieron feas, ella creyó que yo le había mentido y la "engañe" ante sus ojos. Ahora me odia, y no quiere verme. Le dijo esto a la Luna y lo cumplió. Ahora una barrera mágica e invisible me separa de ella, y no podré atravesarla hasta que ella lo pida, aunque dudo que lo quiera hacer. La única forma es...

-Mi cabello... Mi cabello reconstruirá lo que el destino se llevó. - Rapunzel terminó su oración.

-Así es. ¿Me ayudaras?

-Jack... Nunca he hecho esto antes. Lo único que sé hacer con mi magia es rejuvenecer y curar heridas. No lazos de amor... Eso es nuevo para mí.

-Y para mí también. Es la primera vez que me enamoro de alguien, y ahora la estoy perdiendo. No debes tener idea de lo que es estar separado de la única persona que sostiene tu mundo. Sientes que te derrumbas... - ahora había pena en su voz, que la chica captó.

-Si lo hago... Tendré que dejar la torre, tendremos que llegar hasta ella, de alguna forma. Para reconstruir el lazo se necesitará que estén las dos personas. No podrá ser posible si estas solo tú.

-Oh... No lo sabía. Ese sí que será un obstáculo, pero encontraremos la forma de que pueda atravesar la barrera hasta Arendelle. Por favor...

Jack se sentó en la silla de madera colorida más cercana con una mirada de súplica y cansancio. La muchacha ya había bajado su arma y la tenía bajo su brazo. Él alzó su vista hasta ella y se dio cuenta que Rapunzel estaba mirando el suelo, reflexionando su propuesta. Ninguno de los dos tenían idea de cómo reconstruirían lo que se perdió (tal vez para siempre), pero él estaba dispuesto a averiguarlo, por Elsa.


Finalmente, ella habló.

-De acuerdo, lo haré.




-¿Deberas? ¡¡Genial!! - Jack brincó de su asiento como una flecha, sonriendo de oreja a oreja y achinando sus ojos con satisfacción, hasta que Rapunzel le acotó:

-Pero...

-¿Pero qué?

-Hay un problema. Mi madre no me permitió nunca salir de esta torre, y presentarle un chico que luce como un anciano y explicarle toda esta idea loca no la hará cambiar de opinión en absoluto. Dice que estoy segura aquí. Pero yo... -suspiró- Yo quiero salir, ver el mundo y no desde mi ventana, sino en persona. Y si me voy, ella enloquecerá. Me quiere mucho como para perderme. Me buscará por todas partes, y si no me encuentra por un tiempo, tengo miedo que le pase algo malo.

-Rasputhia... - dijo con dulzura.

-¡Rapunzel!

-Ah, cierto. - siguió Jack - Mira, no creo que alguien que te quiera te pueda retener toda tu vida en un lugar por tu "seguridad". Pero si quieres venir, pues hazlo. No veo a tu madre aquí para retenerte... - él miró para todos lados, pero no encontró nada más que la chica y él en la habitación de pintorescos muebles y paredes de la torre.

Ella lo consideró una vez más.

-Tienes razón, pero no sé a qué distancia estamos de Arendelle. ¿Tardará mucho nuestro viaje?

-Tranquila, volveremos antes de lo que dices "sandwich". Cuando me hayas ayudado te traeré de vuelta a tu torrecilla. Piensalo, dulzura. Tú verás el mundo y yo podré estar con la persona a la que amo.

Unos minutos de silencio pasaron. ¿Por qué tarda tanto para decidirse?, dijo Jack para sus adentros. Él estiró su blanca y fría mano hacia ella.

-¿Tenemos un trato?

Ella suavemente posó su mano sobre la suya. Su toque era cálido y reconfortante, sintió el joven.

-Acepto.

-Perfecto, no hay tiempo que perder.

Con sus manos unidas, Jack arrastró a la chica hacia la ventana por la que había entrado ya que no habían puertas en el lugar. Ella se detuvo en el marco.

-¿Qué haces? Espera, ¿cómo se supone que nos iremos de aquí? No veo que hayas traído caballos o...

-Oh, no. Nada de eso - la interrumpió. Sonrió socarronamente y con cierta maldad y diversión. Ella lo miró extrañada. - Volaremos.

-¿QUÉ? De acuerdo, estás loco...

-Ya lo verás, súbete.

-¿A dónde?

-Pues a mi espalda, ingenua.

-¿¿QUÉ?? NO LO HARÉ, ¿QUE PIENSAS HACER? ¿SALTAR POR LA VENTANA COMO SI NADA?

-Ugh... Que cabeza dura que eres.

Él se dio la vuelta, enfrentándose a ella y la tomó por las piernas y la espalda, mientras ella sujetaba su larga cabellera dorada, como a un bebé. Recordó cuando había hecho lo mismo con Elsa. Su cuerpo tan cercano al suyo había sido todo lo que necesitaba, le hacía feliz, y ahora lo extrañaba. Ciertamente, con Rapunzel era distinto. No sucedía la misma magia, pero no era por ello para lo que había ido. *Reconstruir el lazo* recordó. Mientras tanto, ella gritó, un poco asustada y sorprendida, y luego... él se tiró, con ella en brazos, por la ventana. Y en ese momento, se elevaron por los aires sin tocar el suelo y el viento los llevó lejos, muy lejos. Se elevaron hasta donde las nubes descansan.

A Rapunzel se le había pasado el miedo de volar luego de un rato. Hasta parecía que lo estaba disfrutando.

-Nunca antes había volado. - dijo entre risas mientras tocaba una nube y esta se deshacía en su mano.

-Siempre hay una primera vez para todo. - respondió Jack.

-¿Como enamorarse?

Él no dijo respuesta alguna.

Amor. Por qué rayos tiene que ser todo tan deifico, pensó. Él no había elegido enamorarse de Elsa, simplemente pasó. Pero no se arrepiente, porque sin duda, él la volvería elegir hasta que su vida terminara (aunque nunca terminaría ya que es inmortal). Sin embargo, cada segundo corría el riesgo de perderla. Tal vez ella pensaba en él de vez en cuando, o ya se había olvidado. Quizás ya no lo amaba... y tenía a otro chico en su vida. ¿Pero como podría saberlo? No la podía ver, pero ahora, cargado de esperanzas, no se rendiría. Solo faltaba saber cómo llegarían hasta Elsa.

-¿A donde vamos? - preguntó ella luego de que un largo tiempo pasara. Había calidez y un poco de vergüenza en su voz, seguramente por la tonta pregunta anterior que no había tenido respuesta. Es que ella no sabía nada del amor, y sólo sentía curiosidad. No quiso incomodar a Jack, por lo que prefirió mantener silencio, hasta ese momento.

Jack no tenía un plan, pero sólo había un lugar al que ir que no era Arendelle, obviamente.

-Al Polo Norte. Conocerás al resto de los Guardianes.

-¿Los qué?

-Ya lo verás.

Y no volvieron a hablar hasta que llegaron a su destino.

Fin del Capítulo 10.


Jelsa, Una Historia de Amor Verdadero (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora