– ¿Eugene, qué hiciste? – las lágrimas no tardaron de llegar tras la sorpresa. Eugene casi no abría los ojos, por lo que ella se sentía derrocada. Había destruido él mismo su única oportunidad de salvarle. Y ahora moría, sin magia ni nada que Rapunzel pudiera hacer. Ahora que lo había encontrado. – No, no, no. Eugene.Tomó el rostro del muchacho en sus pequeñas manos, miró con terror sus ojos cerrados. Volvió a llamarle.– ¡Eugene! ¡Mírame! Mírame. Quédate aquí, no me dejes. Por favor. – sujetó su lánguida mano y se la colocó sobre su propio cabello. Esperaba que tal vez quedara algo de magia en él que ahora era corto y castaño. Necesitaba un milagro. – Flor que da fulgor, con tu brillo fiel... Vuelve el tiempo atrás... Volviendo a lo que fue...Ni un rayo, ni una luz. Ningún fenómeno. Rapunzel lloraba por el hombre al que estaba perdiendo.–... Rapunzel.Ella no pudo evitar sonreír al oír su nombre en aquellos labios que creyó por un momento sellados. – Tú eras mi hogar. – susurró él.– Y tú el mío... – Rapunzel supo que ese era el adiós. Él le acababa de decir lo más bello que había oído en su vida, que pertenecía algún lugar. Y ese lugar esa a su lado. Aunque el sueño no duraría mucho. Contuvo la mano de Eugene con fuerza, como si pudiese evitar que le soltara. Hasta que el agarre de él simplemente se desplomó. Y cerró los ojos.Sus mejillas se inundaron de lágrimas. Rapunzel arropó el cuerpo de Eugene con más anhelo, dando pequeños temblores producto del llanto. No había nada que hacer.–... Quita enfermedad, que el destino cruel. Trae lo que perdí, volviendo a lo que fue... – cantar no hacía nada al respecto, aun así para ella era una nana que por más que le doliera, era para despedirse. - A lo que fue...Con sus frentes unidas, una lágrima resbaló de los grandes ojos verdosos de la joven. Aún con la visión a oscuras, Punzie pudo percibir un pequeño rayo dorado, el que había visto irradiar tantas veces. Sin comprender, se alejó del bello rostro del hombre y de su fresco olor a pino que le reconfortaba y lo pudo ver con claridad. En verdad estaba viendo un resplandor saliendo y ramificándose por los aires como luces polares desde la herida en el abdomen de Eugene.La luz creció y se expandió por el oscuro bosque, mezclándose con las primeras luces del día que se asomaba, eliminando la densa niebla que les abrigaba.Era un milagro. De su propia lágrima, el fulgor de su magia le estaba curando. Rapunzel no podía dar crédito a lo que estaba presenciando. Una pequeña imagen, como el de una flor, floreció de él. No era su cabello el mágico. Era ella. Cuando el show de luces desapareció, ella aguardó conteniendo el aire por el milagro en hacer efecto. A la sazón, él abrió los ojos.– ¿Rapunzel? – dijo en un bisbiseo. Allí estaba la voz que ella deseaba escuchar. Siendo él, no podía dejar de hacer una de las suyas mientras se recomponía y volvía al mundo. – ¿Te he dicho ya que estoy loco por las morenas?Sin perder un segundo más, la joven rasgó el espacio entre ellos y se lanzó sobre él. Cayeron sobre la hierba en un tierno abrazo, forrado en emociones, que jamás pensaron que se darían, y menos querían que acabase. Él había vuelto por ella, le salvó la vida. Le debía más que ello. Absorbió su rico aroma a canela de su cuello, feliz de poder tener a Rapunzel en sus brazos. De una forma que jamás había deseado. Ella se alejó un poco, y entre risillas de alegría, le besó. Por supuesto fue correspondido por él, una, y otra y otra vez. No sabía lo que quería hasta que lo tuvo. Podían oír campanas, fuegos artificiales, violines, sentir mariposas... Y la realidad.– ¡Hiccup! Por fin, estás despierto.– ¿Qué... qué sucede? – se incorporó con cierta distancia de ella, escandalizado. Acarició su rostro dolorido. – ¿Y por qué relámpagos me golpeaste?Ella, en cambio, estaba radiante de alegría. Más o menos.– Eres un tarado, ¡me hiciste creer que te maté! – le dio un golpe en el abdomen.– ¡Por poco! – Hiccup le echó en cara luego de recuperar el aire. – Fui a evitar que murieras en el precipicio, luego me pegaste y lo último que recuerdo es estar cayendo. Espera... ¿Tú... cómo...? ¿Me salvaste?– No me mires así, tampoco es la gran cosa. ¡Excepto que volé tu dragón! – el reproche se había transformado en modestia, y la modestia en arrogancia como un feo renacuajo se convierte en una rana más fea todavía. No, esperen... Bueno, Mérida no era la mejor para pensar en metáforas.– ¿Volaste a Chimuelo? – ¿Sigo inconsciente? No, de seguro estoy muerto. Esto es imposible. ¿Una escocesa en un DRAGÓN? Ni en una retorcida realidad...– Que sí, menso. Oh, espera... – finalmente fue golpeada por las circunstancias reales. Tomó a Hiccup por los hombros. – No, no ¡no hay tiempo para esto! ¡LOS DEMÁS ESTÁN DESAPARECIDOS! TENEMOS QUE ENCONTRARLOS.– ¿QUÉ? Oh, por Odín, ¡es cierto! ¿Recuerdas algo de ayer o solo...?– Nada. Solo una... pesadilla.– Yo... Bueno, algo parecido. – A los demás les debió de haber pasado lo mismo, ¿no?– Eso creo. ¿Pero quién lo haría?– Dudo que eso importe. Tenemos que encontrarlos. – con la decisión de una valiente gladiadora se giró mirando al norte, enfrentando a Hiccup y esperando a que él se diera vuelta a montar su dragón. Pero no lo hizo. – Hiccup, vamos. ¡Hay que buscarlos! ¿Y si están problemas?– Precisamente. Mer, ¿y si es muy peligroso? ¿Y si nos pasa algo?– ¿Tienes miedo?– No. Pero temo... por ti. Y por ellos. Deberías quedarte aquí. Yo iré con Chimuelo a buscarlos.-¿Qué? Ni hablar. Date la vuelta y vayámonos de aquí. No hay forma de que no vaya contigo en esto. Ni aunque tenga que colgarme de la cola de Chimuelo.-¿Pero y si te pasa algo?Eso fue como una descarga eléctrica para el pecho de Mérida que tranquilamente podría haber erizado sus rulos rojizos por la estática. Quizás por la ternura en la que lo dijo, o el miedo. Pero le había tocado un pedacito de corazón.– Hiccup, no temas por mí. – tomó su barbilla para que le mirara directo a los ojos. – Teme más por ti. Porque eres un enclenque. – él se removió incómodo. No era eso a lo que se refería. – Aunque no mucho, porque yo estaré ahí para protegerte.La sonrisa animó al vikingo al igual que su discurso. – ¿... Hiccup? – le llamó antes de que él pudiera posicionarse tras la cabeza de Chimuelo, en la montadura. Él se giró al oír esa tímida duda. Pero antes de que le preguntara qué pasaba, Mérida tomó su rostro pecoso y besó aquellos labios pillados por sorpresa. Hiccup cerró los ojos luego de abrirlos por sorpresa. Saboreó aquel momento, fugaz cual cometa. Sabía a dulce, a nuevo, a alegría, a aquellos besos que los antiguos soldados se daban con sus mujeres antes de ir a la guerra. Pero no podía ponerle palabra a aquella sensación interior. – ¿Y eso?Mérida le regaló una rápida sonrisa y miró al horizonte, enfocada. – Será mejor que vallamos. – No quería hablar del tema. Había claramente temas más urgentes que asistir. Confundido pero feliz, muy feliz, Hiccup hizo caso omiso a su respuesta centinela. Dio una vuelta en redondo y ordenó a Chimuelo a despegar. Prontamente, unas manos envolvieron su abdomen mientras sobrevolaban por las copas de árboles. Preocupados y sin rastro de sus amigos.James, querido. Te estábamos esperando.Las palabras más extrañas que había oído en su vida aún resonaban en su cabeza. ¿Cómo es que Gothel le estaba esperando a él? ¿Cuál había sido su pecado? ¿Qué tenía que ver? ¿Era toda esta venganza su culpa? Ni siquiera reconocía a Gothel de haberla visto antes, o a Hans o Pitch Black, no que James supiera. Inició a cuestionarse hasta quién era él, la duda sembrada crecía y destruía todo rastro de certeza en su paso. James no entendía.Menos todavía Jack y Elsa. Sus corazones se habían estancado por unos largos intervalos después de dar oídos a la misma declaración de la bruja. – ¿J– James? – Elsa fue la única que pudo hablar, con temor, durante ese momento que parecía congelado. Nadie reaccionaba salvo ella, aunque gracias a un gran esfuerzo. ¿Acaso... tenía razón sobre él? ¿Les había traicionado?El tono en su voz le comunicó a James tanto como al resto de los presentes la misma pregunta. Prontamente, James negó con la cabeza pero no pudo encontrar palabras en su boca. Su lengua se trababa mientras sus nervios le jugaban una mala pasada. Todo el mundo tenía sus ojos en él, unos preocupados, espantados, y otros casi oportunos. Viendo que Elsa no conseguía respuesta de él, no solo comenzó a asustarse y frustrarse, sino que Jack también se despetrificó.– ¿James, quieres explicarte? – lanzó con rudeza. Casi ni había notado cómo Pitch le miraba hambrientamente, como a punto de saltarle a la yugular, pero solo estaba quieto. Al igual que Hans y Gothel, esperando el momento de atacar.– Y– yo...– Él no tiene nada que explicarles. ¿O no, James? – Gothel canturreaba y seguía con su juego. Disfrutaba ver cómo las venas del cuello de Jack se inflaban como un tronco, el sudor que acometía a Elsa y el desconcierto de James. – Y- Huh... – James no conseguía responder. No entendía.– ¡James! – Jack se enfurecía más y más. – ¡Dime que no eres una maldita rata traidora! No comprendo, ¡acaso conoces a estos tipos!– N- no...– James, diles. – insistió Hans, sonriendo socarronamente.– ¿Decirles qué? – confesó el granjero.– ¿Qué está ocurriendo? – se oyó la voz de Elsa desde el fondo de la habitación. – ¿James?Tantas preguntas, tantas malinterpretaciones, tanta confusión; James estaba por detonar cual bomba y no conseguía siquiera oír la voz en su mente.– ¡James! – le apuró Jack.– ¡Y- yo no los conozco! ¡De verdad, deben creerme!– ¿Por qué lo haría? Esta anciana parece conocerte. ¿Puedes explicarme qué está pasando? – Jack apretaba de tal forma los dientes que podría hasta cascar nueces con ellos.– Tampoco sé que pasa ni qué traman pero– – Basta de chacharas. – le cortó Gothel. – Si no haces lo que acordamos, James...– – ¡Pero no acordamos nada! Ni siquiera– No sabía si llorar o saltar por la ventana. Vio un rápido atisbo de su reflejo en un espejo por detrás de Jack; estaba pálido.– Bien. – espetó la bruja con rudeza, frunciendo el ceño, y alzó la mano para hacerle callar. – Estas con nosotros o en contra.¿De qué rayos hablaba?– ¿Qué? – Elsa todavía estaba pasmada.– ¡JAMES! – sermoneaba el Guardián.– ¡QUE NO ESTOY CON ELLOS! – intentó explicarse. Para colmos, estaba perdiendo la confianza de sus amigos. Podía verlo en sus ojos en la penumbra. Sus neuronas hicieron pronto sinapsis y pudo sospechar si esa no era una treta, una estrategia para dejarlo en desventaja. Poner a sus amigos en contra. Otra idea más distante era que tal vez había estado en un trance mental todo ese tiempo y había tenido una doble vida entre dos mundos como secuaz del mal, granjero y una estrella de la música con peluca. Aunque el primer pensamiento era más probable. – Entonces es así. – Gothel le recorrió con la mirada con aquella sonrisa ladeada y socarrona que había forjado desde que lo vio atravesar el umbral de la ventana. Tal cual como el plan. –Pitch, Hans. Encárguense.El caos se desató en esa pequeña casa en la cima de la torre. Chorros de luz negra atravesaban el lugar, lanzadas con ponzoña por Pitch hacia los intrusos a diestra y siniestra. James se ocultaba tras muebles que luego eran arrojados a otra parte y tenía que encontrar otro escondite de los ataques y de Hans que le seguía, espada en mano y él con su estúpida hacha.Por otro lado, Jack le hacía frente a Pitch Black, devolvió golpes y bloqueó centenares de rayos que veían hacia él, congelándolos en el lugar, suspendidos en la nada para luego caer en pedazos. También, frenaba las embistas y espadazos que iban hacia James, fuese un traidor o no, aunque estuviese furioso con él o no, no iba a dejar que lo hicieran polvo. En especial, porque a Elsa no le gustaría, y para rescatarla, debían trabajar juntos.
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Jelsa, Una Historia de Amor Verdadero (COMPLETA)
Storie d'amoreEsta es una fanfiction inspirada en la pareja de JACK FROST Y ELSA: JELSA. Espero que les guste la historia, vale la pena leerla ;) . Es original por favor no copiar...