Capítulo ocho

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El reflejo de mi persona. Mis ojos ya no eran ambos cafés, no. Mi forma era distinta, yo era distinta. El silencio inundaba el baño, lo único que escuchaba eran los latidos de mi corazón. Temblaba, cerré mis puños con fuerza. Sentía que me desmayaría ¿De verdad lo haría? El silencio me envolvía más y más en mis preguntas, aunque decidí confiar en Shiemi.

—¿Sabes que?—dije desde allí dentro—¡Cambio de planes!
—No hay vuelta atrás, querida— dijo esbozando aquella sonrisa en su rostro, una que jamás vi. Parecía como si tuviese alguna clase de plan malvado, aunque al mismo tiempo se sentía cálida.

—¡Me hace la vida imposible!— le grite seguido por un bufido de odio.

— ¡Tranquilízate! ¿Te haces la difícil o qué?— Se quejó. Su rubio cabello tambaleó un poco, sus ojos se cerraron y un suspiro suyo inundó de silencio la habitación.— Desayunemos— pronunció.

Suspiré a sus palabras, era lo único que podía hacer además de asentir. Intenté que con mi cabello no se note el hecho de que mi ojo es más demoníaca que el de un demonio... Sin embargo cuando nos encaminábamos hacia allí las personas hicieron la conducta más espera le suya. Con miradas reflejando sus prejuicios sobre mi... "¿Qué le habrá pasado en ese ojo?" De seguro pensaban todos. Aquellas miradas sobre nosotras, en mi rostro. Desvíe mi mirada hacia abajo, guiada por los pasos de mi prima. No obstante, ella me decía "Antes era como tú... que no te dejes llevar por sus miradas. Que no te importe". Y me insistía en que no me importe.

Gente se acercaba, preguntas formuladas por sus crueles tonos de voz. Aquellas voces tan toscas con intenciones tóxicas que tan solo me dañaban. Tal vez no sea muy malo, pero esas cosas lastiman ¿Verdad? No creo ser la única.

"¿Qué te pasó?" Seguían diciendo, murmullos invencibles.

—¡Retirada!— le dije a mi prima para intentar correr. Pero ella me agarró firmemente de mi brazo. Sentía mi corazón acelerado por mis nervios, odio llamar la atención de esta forma.

—¡No hay vuelta atrás!— me sonrió macabramante.

Me limité a fulminarle con la mirada, acto al cual ella soltó una risa. Me dijo que me calme, que con la familia todo está bien; aunque las miradas en el comedor me mataran debían ser firme según ella.

Unas jóvenes se acercaban a nosotros. La de ojos verdes nos preguntó que me pasó, Shiemi respondía. Yo asentía. No pudimos tener un desayuno pacífico y ni alcanzamos a comer.

— Quiero irme a Mikasa— dije haciendo referencia.

—Niña, basta de tus chiste que no te capto.— dijo sonriéndome mientras mordida su labio inferior. Me limité a soltar una leve risa.

—Cambiando de tema— dije para ir bruscamente al punto—¿Por qué te comportas tan indefensa con Yukio?

—¿Eh?No te entiendo.— dijo mientras se le subía la temperatura, le di mi mirada para sacar le la verdad—¡Idiota, tonta, baka!

— ¡Uh! Que miedo— dije riéndome— tierna— dije apretando sus mejilla entre mis manos.

— Mantén la puta calma Shiemi...— se dijo a sí misma, pero intentando hacer fuerza empalmó su mano firmemente en frente de mi rostro— soy mayor que tú, debes hacerme cas-

El secreto de Rin OkumuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora