CAPITULO 8

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Puedo percibir un rico aroma de chocolate mezclado con algo de vainilla, que se me hace agua a la boca, se siente tan bien que no quiero abrir mis ojos. Me siento tan a gusto, que quiero seguir así por un rato más.

De lo que estoy segura es que no sufrí ningún daño y de lo otro es que alguien me atrapo cuando iba cayendo, de eso estoy consciente porque puedo sentir unos brazos fuerte sosteniéndome y además de un pecho duro resguardándome.

—¿Veo que encuentra agradable estar entre mis brazos? —esa voz me es familiar y a la vez tan sexy que se me pone la piel de gallina.

Trato de recordar que estaba haciendo y a mi mente se vienen las palabras "Victoria, guardias, Vampiro y Duncan".

Abro los ojos de golpe y me encuentro con el rostro más hermoso que he visto.

—¿Me puede bajar por favor? —pregunto con cautela, porque también recordé que estaba robándole unos diamantes.

Bueno el tiene la culpa, ¿Cómo se le ocurre dejar el salón sin protección?

—Muy bien ahora que está sana y salva ¿Ahora si podemos hablar? —arrugo en el entrecejo porque no tiene lógica que él quiera hablar conmigo.

Aunque pensándolo bien, puede que se haya dado cuenta de que le faltan algunos diamantes.

—¿Y de que quiere hablar? —curioseo un poco. Mientras que doy un paso hacia atrás.

—Aquí no, en mi despacho estaremos más cómodo —ahora si me está entrando miedo, no querrá matarme sin tener ningún testigo.

—¿Y porque no mejor, nos quedamos aquí? —pregunto y además estamos en un espacio amplio y me da oportunidad de escarpar si se presenta algo.

—Muy bien, como quieras —hace una pausa—. Primero te quiero preguntar ¿Por qué hueles tan horrible?, más bien a cloaca podrida.

—¡Que! ¡Es enserio!, que tiene de malo mi olor —olfateo mi ropa y yo no huelo nada malo, dirijo la mirada hacia el frente y comento —Hace rato también dijiste lo mismo, no será tu nariz que tiene un moco pegado y por eso todo te huele así, debería limpiártela.

Huy creo que no le gusto lo que le dije, porque ahora tiene una cara seria, pero él comenzó primero.

—Creo que esta conversación no va a llegar ningún lado, así que te hago otra pregunta ¿Cómo llegaste a este lugar, ya que no eres del grupo que trajeron en la mañana? —esto me está cansando, no sé cuando pueda seguir guardando los diamantes sin que se entere.

—Vine a traer a una niña —respondo.

Acomodo mi mochila en mi espalda, así cuanto me toque huir tengo todo listo.

Duncan me mira detenidamente, observando cada movimiento que realizo.

—¿Qué niña? —vuelve a preguntar.

Cuando dispongo a responder Victoria entra en el salón

—¡Tío!, tío ¿Te esta buscado desde hace rato? —llega corriendo la niña y se arroja a los brazos de Duncan.

—¿Me tenias preocupado? Tu madre no pasaba de dar vuelta y preguntando a cada rato. —como puede mostrar esa cara llena de alegría y tan tierna, cuando hace rato solo me estaba desintegrándome con la mirada.

—Lo siento tío Duncan pero se me presento algunos problemas —responde apenada.

—¿Qué problemas? —pregunta con autoridad.

¡Esperen! algo no está bien aquí.

Si ese es su tío, entonces ella también es un Vampiro.

Hay no, que hice.

Me mintió la descarada.

—¡Mentirosa! —grito furiosa, a los dos par de tortolo que tengo en frente.

—Layla —dice Victoria. Ella se abaja de los brazos de Duncan.

—Espera, hay una explicación —dice como si nada hubiera pasado.

—¡Nada! ¡Nada!, te atreves a decir que nada, cuando arriesgue mi vida por traerte este lugar —que tonta fui dejándome engañar — ¿Dime cuando decidiste utilizarme para traerte, o pensaba en tenerme de alimento y comerme por el camino.

—¡No!, yo nunca tenía intención de alimentarme de ti, no te niego que fuiste la vía más segura para escapar de ahí. —admite sin ningún remordimiento alguno. Ella avanza varios pasos al frente y yo retrocedo cada vez más hacia atrás.

—Ya es suficiente, ¿Me pueden explicar que está pasando aquí? —ordena Duncan.

Lo fulmino con la mirada, porque es el menos indicado en pedir información aquí, cuando es a mí a quien engañaron.

—No necesita de ninguna explicación, ya cumplí con mi trabajo, así que ya me puedo retirar —informo, mientras que me doy vuelta para salir por la puerta.

—Espera Layla, por favor dame una oportunidad de remedirme. —siguiere Victoria.

Volteo la mirada diagonalmente y respondo — No necesita hacer nada de eso porque lo único que quiero es salir de este lugar irreal y nada me hará cambiar de opinión.

—Tú no te vas de aquí —anuncia Duncan. Sigo caminando y no le prestó atención, como si fuera a quedarme o hacerle caso a lo que dijo.

Me detengo en seco, porque una mano apresa mi brazo.

—¿Y ahora qué? ¡Suéltame! —exijo.

—Te lo dije, tú no te vas de aquí.

—Acaso crees que me voy a quedar porque tú lo dice. —agrego.

Duncan acerca su rostro al mío, esta tan cerca, que solo un centímetro mas y puedo besarlo.

—No es una pregunta, es una afirmación —murmura casi bajo, como si fuera un secreto entre los dos, acercándose cada vez más a mi boca. Casi que siento su aliento golpeado mi rostro y su fragancia impregnado en su traje.

Estoy perdida, totalmente perdida

No puedo aguantar más, tengo que sentir sus labios.


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⏰ Última actualización: Sep 15, 2016 ⏰

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Las Locuras de Layla Brooks Deseando a un VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora