La luz del día llegó y Lexa no podía estar más contenta. Había pasado la noche en vela, dándole vuelta a todos esos pensamientos que llegaron a su cabeza después del beso que le fue robado por su futura hermanastra. Una taza de café bien cargado no le vendría nada mal. Afortunadamente, su padre ya tenía preparada una gran jarra de café, así que sólo llegó a la barra y se sirvió un poco.
Clarke se encontraba sentada en la mesa del jardín, justo enfrente de la cocina, así que decidió acompañarla. En cuanto la rubia la vio venir comenzó a beber de su café descontroladamente, lo que mostraba lo obvio que era que Clarke la estaba evadiendo.
Lexa tomó asiento del otro lado de la pequeña mesa, en el lugar que estaba vacío y al mirar que Clarke ya había vaciado su taza le dijo:
—Hay más café, si quieres— La rubia no levantó la mirada por ningún motivo. — ¿Clarke?—.
—No, gracias.
Seguía sin dirigirle la mirada, así que Lexa pensó en seguir tomando su café. Cuando levantó su taza y la llevó a sus labios la rubia se levantó de su asiento y puso pies en polvorosa en cuestión de segundos.
Este iba a ser un día largo si lo que quería era hablar con ella.
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— ¿Sí?, me preguntaba si podía rentar un auto—, Clarke sostenía su teléfono con rabia para que el viento no lo fuera a arrebatar. Suficiente tenía con el cabello suelto, volándole en la cara. — ¿Así que no hay otra forma de salir de la isla?—.
Al escuchar la horrible respuesta tuvo que dar una patada a la arena para no comenzar a gritarle a la operadora. Se despidió amablemente antes de colgar y justo cuando estaba a punto de gruñir, escuchó que la llamaban a lo lejos.
—Clarke, ¿quieres venir con nosotros a pescar?
Preguntaba Marcus Kane con su tono tan amable como siempre, sin saber lo mucho que la joven estaba teniendo que soportar. Su madre aún no contestaba ninguna llamada y todavía quedaba un largo día antes de volver al pueblo.
Podría haberse quedado encerrada en esa casa del demonio hasta que el ferri llegara, pero sabía que ni siquiera ella tenía tanta fuerza de voluntad. Quizá distraerse un rato no estaría nada mal, siempre y cuando Marcus estuviera presente. No podía arriesgarse a cometer alguna otra indiscreción frente a Lexa, quien había estado observándola toda la mañana, probablemente con ganas de hablar acerca de lo que pasó en el bosque.
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Lexa era una chica del arte, pero su padre se había encargado de que supiera hacer todo lo que él sabía, como pescar por ejemplo. La paciencia le venía muy bien en tareas como esa, sin embargo, el día parecía desafiarla, pues llevaban varias horas a la deriva sin conseguir nada. Probablemente terminarían cuando fuera de noche, lo que no estaba mal, pero no era la forma en la que esperaba desperdiciar su último día en la isla.
Como por arte de magia, cuando el sol se marchó, las redes se llenaron de por lo menos dos docenas de peces, lo cual hizo a todos saborear la cena que prepararían después.
Hasta ese momento, Lexa no había notado lo cansada que se sentía y lo único que quería era volver y comer un poco antes de ir a la cama. Clarke había sido mucho más distante de lo que fue desde que la conoció y para ser sinceros, la castaña comenzaba a darse por vencida en su misión de responder todas esas preguntas. La rubia no se había despegado ni un segundo de Kane, lo cual no ayudaba mucho, pero Lexa la había sorprendido mirando en su dirección un par de veces.
Marcus decidió que era hora de volver, así que cada quien ayudó a llevar los peces a la pequeña cabaña al lado del puerto y así preparar las cubetas en las que los llevarían hasta la casa principal.
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CON CADA LATIDO (Clexa fic) [CORRIGIENDO]
أدب الهواةClarke Griffin, una joven y prometedora artista, está a punto de casarse con Finn, su socio de negocios. En la fiesta de cumpleaños de Abby, su madre recién comprometida con Marcus Kane; conoce a Lexa, hija de Marcus. Clarke y Lexa intercambian much...