9. UNA CAJA DE ZAPATOS

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No sabía cómo había llegado ahí. No sabía por qué estaba ahí. Ni siquiera sabía si de verdad quería estar ahí... Pero estaba. Clarke tomó aire profundamente antes de entrar en aquel abarrotado teatro y después comenzó a caminar. Los pasillos eran lujosos y todos los asientos estaban ocupados por aquellos quienes hicieron sus reservaciones a tiempo. De hecho, ni siquiera debían haberla dejado pasar, pero los contactos del señor Wallace podían ser de mucha ayuda. No le quedó de otra más que admirar el espectáculo de pie, desde la parte más alejada.

Pero llegó tarde. Los niños estaban saliendo del escenario y Lexa estaba saludando a los respectivos padres. El público estaba de pie, vitoreando la presentación de los jóvenes artistas. Clarke no podía evitar sentirse enfadada por el hecho de que no pudo escuchar a Lexa tocar el violín. Según el anuncio de la entrada, la orquesta infantil tocaría una pieza de Tchaikovski y la maestra sería la solista de violín que los acompañaría.

Al ver a Lexa descender del escenario para saludar a todos recordó que Wells quería visitarla de igual manera y sintió pánico tan solo de pensar que su hermano la descubriera. Afortunadamente recordó también que el padrino de bodas había pedido permiso para "secuestrar" a su prometido, por lo que ninguno de los dos estaría en la ciudad en los próximos días. Qué alivio. Clarke buscó algún rostro familiar entre la gente como el de Marcus o Costia, pero no pudo encontrar ninguno.

La castaña estaba recibiendo felicitaciones por todos lados y aceptaba los regalos que le hacían los padres de familia. No dejaba de sonreír, parecía feliz. Clarke no hacía nada más que observar; Lexa era hermosa. Su cabello estaba recogido con un peinado sencillo y llevaba puesto un vestido, sencillo también y de color blanco. Estaba demasiado lejos para apreciar las facciones de la otra chica, pero las recordaba perfectamente; las dibujó tantas veces que las conocía de memoria. Fue entonces que a lo lejos pudo ver cómo el par de ojos verdes destelló al verla e inmediatamente trató de esconder su cara entre la multitud. Una sensación de temor se estaba apoderando de sus sentidos, así que lo único que pudo hacer fue huir, como siempre. Estúpida, ¿pero qué pretendía?

- ¿Clarke?-, escuchó mientras descendía por los escalones del vestíbulo.

Era su voz.

Lo siguiente que escuchó fueron los pasos acelerados que la seguían, bajando los escalones hasta llegar a ella. Clarke se dio media vuelta para poder verla y quedó inmóvil luego de encontrarse con la mirada encantadora de la castaña.

Lexa estaba parada justo frente a ella, a un paso de distancia, y la veía como si fuese el mejor regalo que le habían dado. Lo único que Clarke podía hacer era sujetar su bolso con fuerza para mantener el equilibrio.

-No debí haber venido. Tengo que... Tengo que irme. Wells no pudo venir, te manda saludos.

Antes de que terminara la última palabra de su frase, Lexa ya había eliminado el espacio entre ellas y ahora sostenía con delicadeza el cuello de Clarke con sus manos. Inclinó su frente un poco hacia abajo para posarla contra la de ella. -Espera, espera, espera, espera-, hablaba en voz queda, muy cerca de su boca. El bolso no era suficiente ahora, por lo que Clarke se tuvo que sujetar de Lexa.

El mero roce de la piel de otra chica con la suya hacía que ella se sintiera mareada y ansiosa por sentir un poco más. Con los dedos trató de acariciar ligeramente el brazo del que se sostenía y cerró los párpados para no volver a perder la batalla contra los ojos verdes hermosos que la observaban cuidadosamente.

-Dame cinco minutos y mandaré a los chicos a casa con sus padres-, la mano de Lexa comenzó a acariciar el rostro de Clarke, quien ahora la miraba con atención. -Espérame. No te vayas-. Entonces retrocedió pero sin soltar su mano.

CON CADA LATIDO (Clexa fic) [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora