5. NO PUEDO

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El sol estaba intentando colarse entre los árboles pero aún no lograba hacerlo por completo. La respiración de Lexa junto a su oído y el calor de ese cuerpo contra el suyo era lo más reconfortante que Clarke había sentido en mucho tiempo. Sin embargo, ese día todo volvería a la normalidad y ella ya no estaba segura de querer que fuera de esa manera la realidad.

Cuando pasabas varios días literalmente aislada del mundo y lo único que tenías a tu lado era a una persona tan enigmática como lo era Lexa, era muy lógico que desarrollaras el afecto que Clarke acababa de sentir. Quizá sólo se trataba de la euforia del momento, pero ese sentimiento que le provocaba la otra chica la hacía cuestionarse demasiadas cosas sobre ella misma.

Ahora, a la luz del día, Clarke podía admirar mejor los tatuajes de Lexa. Tenía uno en el brazo y otro más grande en la espalda. Eran algún tipo de signos tribales que iban muy bien con su complexión y fluían perfectamente con su cuerpo. Estaban tan bien elegidos y colocados que pasó por su mente felicitar al artista que los tatuó. Era una respetable obra de arte y lo único que Clarke podía hacer era tratar de memorizar las formas para dibujarlas después, cuando estuviera sola, pues en ese momento no quería desperdiciar el escaso tiempo que le quedaba al lado de la castaña.

El sol ya se encontraba en lo alto del cielo para cuando escucharon el rechinar de la puerta de la habitación contigua. Ambas se sobresaltaron ante la posibilidad de que Marcus entrara en cualquier momento y encontrara una escena algo escandalosa para cualquiera.

Lexa, quien estaba rodeando la cintura de Clarke con un brazo, se movió casi al instante y comenzó a buscar la camisa blanca que llevaba puesta anoche, antes de que pasara todo lo que pasó. La rubia hizo lo mismo, pero no tuvo que levantarse de la cama, simplemente se sentó y la encontró al lado de la almohada. Se la puso sin chistar y se volvió a tumbar en la cama, fingiendo estar recién despierta. Lexa hizo lo mismo en su respectiva cama, a la cual llegó justo antes de que Kane abriera su puerta con el cuidado de un caballero; probablemente porque esperaba encontrarlas dormidas.

—Hola, buen día—, su radiante sonrisa las tranquilizaba, pues de haberlas sorprendido no sonreiría de tal manera. — ¿Durmieron bien?—, Clarke estaba demasiado desorientada para asimilar lo que sucedía y al parecer la otra chica lo sabía. Lexa no se molestó en hablar y simplemente asintió. —Nos vamos, entonces—.

En cuanto el hombre cerró la puerta, ambas chicas dejaron salir un profundo suspiro. Clarke ni siquiera había notado que estaba conteniendo la respiración. Ninguna dijo una palabra al respecto por el resto de la mañana.

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Las tres personas cerraron sus respectivas puertas de la camioneta luego de haberse preparado para el viaje de regreso. Clarke llevaba su abrigo blanco porque estaba desacostumbrada a las temperaturas suecas, sin embargo la otra chica iba con la misma camisa blanca de tirantes con la que había dormido la noche anterior. ¿Cómo podía no sentir frío?

Lexa esperó a que todos se acomodaran antes de arrancar el motor de la van. La llave giró pero la camioneta no hizo más que forzar a su motor a encender, el cual no parecía cooperar. Fantástico. Clarke ocupaba el asiento del copiloto y Marcus iba en la parte trasera, sin embargo el hombre se inclinó hacia adelante para poder aconsejar a su hija de cerca. Lexa percibió la presión de su padre y trató de disiparla.

—Tómalo con calma, papá. Es un motor sensible. Le toma tiempo arrancar.

La rubia pudo escuchar el ruidoso suspiro que dejó salir la conductora. No era una buena señal, desde luego. Este sería otro largo día, y vaya que había tenido suficiente de esos desde que volvió a casa. Lo peor de todo es que el dolor de cabeza no la abandonaba y comenzaba a sentir la nariz caliente. Y de pronto la sorprendió un estornudo.

CON CADA LATIDO (Clexa fic) [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora