A la fuerza.

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No se cuando tiempo estuve sentada en el piso llorando, pero pareció hacerse eterno.
El mismo hombre con el que hable cuando entre a la casa abrió la puerta de la habitación, me levante del suelo y lo mire fijo.
Él empezó a abalanzarse sobre mi, yo retrocedía hasta que me tope con la pared, no podía ir a otro lado.
No quería hacerlo, él me obligo, él lo hizo. Él fue quien me forzó a hacer algo que yo no quería pero que de lo contrario, algo peor pasaría.
Yo me ahogaba en llanto, gritaba, pataleaba teniendo la esperanza de que alguien me salvara de esa situación, pero todo era en vano. Nadie me iba a escuchar.
Estaba desesperada, él me agarro de las muñecas y me tiro sobre la cama.
Dejame en paz por favor, le decía gritando. Pero nada servía, yo sabía lo que iba a pasar y eso me desesperaba más. No paraba de pensar porqué a mí.
Él empezó a besarme el cuello, fue ahí cuando me di cuenta que ya no tenia escapatoria. Sólo quería que todo terminara, en ese momento deseaba que todo fuese una pesadilla.
Comenzó sacarme la ropa, yo intentaba impedirlo pero era imposible, su fuerza era mayor. Intente gritar más fuerte, pedir ayuda. No quería que eso pasara, me negaba a hacerlo. Pero él me tapó la boca con una de sus manos y con la otra me abofeteaba. Me dolía. Más que el dolor de su mano pegandome en la cara, me dolía el hecho de saber lo que iba a pasar.
Deje de gritar, ahora solo lloraba. No podía controlar eso, estaba muy asustada.
Él me besaba todo el cuerpo y me agarraba las manos con fuerza para impedir que yo pudiera hacer algo. Cerré los ojos, resignada a poder salvarme de eso sólo intente pensar en otra cosa pero era imposible.
Empezó a penetrarme, me dolía. A él parecía gustarle, yo desesperada le pedía a gritos que pare. No lo hacia. No podía entender como el disfrutaba aún viéndome sufrir, de verdad que no entendía cuanta maldad tienen algunas personas.
No se cuanto tiempo estuve sufriendo, cuanto tiempo estuve deseando no haber nacido para no estar viviendo eso. Pero el tiempo pareció hacerse eterno y el dolor aumentaba.
Después de mucho rato me dejo en paz y se fue de la habitación.
Yo me sentía sucia, asqueada, sólo quería irme de allí.

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