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Dos años después

Sung Hye corrió en medio del pasillo mientras lo buscaba, la pequeña ahora tenía casi cuatro años, era dulce como Mika. Ryeowook extrañaba a su mejor amiga, en algunos momentos se sentía culpable por no llevarla de paseo ese día junto a sus otros hijos, sin embargo el mismo había comprendido que la vida a veces hace que las personas se enfrenten a situaciones duras de superar. Él era un claro ejemplo de ello, las últimas cartas enviadas por Jong Woon explicaban muchas cosas, seis meses después de haberlas recibido decidió ver que había escrito su esposo, aun así la explicación fue tan sencilla que le dolió más, tal vez el hecho de que el no regreso ni envió nada más desde entonces acabo con todo el sentimiento que creía sentir. Kangin se había rehusado cuando decidió dejar su casa, Ryeowook ahora era un pianista famoso que podía valerse por sí mismo y en cuanto pudo compro una casa a las afueras de la ciudad para poder olvidarse de todo. Claro, no era tan fácil, los momentos que atesoraba con Jong Woon eran momentos imposibles de olvidar, Ryeowook era consciente de que ya no lo amaba como antes pero en lo profundo de su pecho aún quedaba un pequeño gramo de esperanza. Le pareció patético, el hecho de que después de cinco años sin verlo siguiera causando que le quisiera, se consideraba un masoquista y en ocasiones se odiaba a si mismo por no poder dejar de pensarlo las veinticuatro horas del día.

Ahora tenía a la niña quien había llenado ese vacío, a pesar de todo era lo único bueno que le había traído la vida desde entonces. Ryeowook dejo de tocar su piano cuando la pequeña se sentó en su regazo con un libro.

A ella le gustaba que le leyera cuentos, como toda niña adoraba las cosas delicadas y tiernas, Ryeowook había llenado la biblioteca de relatos infantiles cortos que cada noche le leía a Sung Hye para que pudiese dormir.

- Papa, un cuento mas-Wook suspiro sonriéndole, no podía negarse a ese rostro inocente. Si algo había aprendido en esos años era a ser feliz con lo que tenía, no era bueno vivir de esperanzas vacías que solo le causarían más daño.

El castaño la levanto entre sus brazos hasta acobijarla en la cama que tenía la habitación pequeña, sentía que su nuevo hogar estaba incompleto y no quería reconocer que era Jong Woon el que faltaba.

Cuando la pequeña se quedó dormida Ryeowook suspiro antes de ir a su recamara y cambiarse a ropa más cómoda, no tenía las comodidades de antes pero era suficiente para él desde que pudiera tocar su instrumento.

Hace algunos meses se enteró que su madre consiguió casarse con un conde de alguna ciudad lejana, no sabía nada de ella desde el funeral de su padre, había desaparecido misteriosamente pero por obvias razones

Ryeowook entendió que no perdió el tiempo en conseguir otro amante.

Se preguntó muchas veces como era posible que su padre hubiese soportado tanto desprecio, el amor en algunas ocasiones se convertía en necesidad y tal vez su padre sufrió todos esos años, creyendo que tenía a una familia perfecta cuando todo era una completa mentira.

Su padre fue un hombre valiente quien trato de conseguir el amor de la mujer a la que adoraba durante muchos años y tristemente esta era lo suficientemente fría para no valorar sus esfuerzos. No era su caso, al menos no lo pensaba de esa forma por el simple hecho de que Jong Woon si lo quería, así sea un poco él nunca estuvo interesado en sus riquezas de familia ni la rama de sociedad que ocupaba, Jong Woon lo quería tal cual era y por ello no tardó mucho en enamorarse de él después de la boda organizada por sus padres.

El objetivo era ser un buen esposo y así fue durante los cinco años de su partida, seguía insistiéndose en que debía empezar una nueva página de un nuevo libro pero su corazón se rehusaba a ver otras personas.

Te Elijo A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora