¿Qué diablos está pasando?

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A medio camino estaba luchando conmigo misma entre seguir yendo a casa o dar media vuelta y regresar a la fiesta para asegurarme de que aquel extraño había sido Dylan.

-Espera- le dije a Tomas, pero no pude continuar hablando.

-¿Qué pasa? ¿Has olvidado algo?-

¿En realidad iba a regresar sólo por él?

-Skyler ¿Qué pasa? Tengo que seguir avanzando. El semáforo ya cambió-

-No, no es nada. Sólo vamos a casa- pegué mi mejilla en la ventanilla y cerré los ojos.

Cuando éstabamos a sólo una manzana cerca un objeto pesado impactó el cofre de la limusina. Tomas dio un volantazo. Mi cuerpo se agitó y las llantas hicieron un chirrido horrible y patinaron por toda la calle.

El auto había quedado atravesado horizontalmente a lo ancho de ella. Bloqueando el paso.

Yo me había tambaleado violentamente y había recibido un buen golpe en la cabeza contra el cristal de la ventanilla.

-¿Qué diablos...- Tomas se quitó el cinturón de seguridad y volteó a verme bastante preocupado -¿Estás bien?-

Asentí, un pequeño hilillo de sangre corría por mi rostro.

Antes de poder decir algo más recibimos un segundo impacto del costado izquierdo que movió violentamente el automóvil desplazandolo hasta la acera, por poco y volteandolo. Grité.

Tomas había recibido esta vez el golpe directo y había quedado inconsciente. Salía mucha sangre de su frente. Lo moví intentando despertarlo sin tener éxito.

Comencé a temblar de miedo. Miré por la ventana. No se veía a nadie afuera.

Y tampoco había sido un auto. La calle estaba solitaria.

Busqué algún objeto con el que defenderme. No había nada. Sin pensar en qué tan útil sería, me quité las zapatillas y tomé una. El tacón puntiagudo podría funcionar.

Desesperada abrí la puerta y bajé a rastras azotando contra el pavimento. Miré el cofre de la limu. Se veía bastante sumido.

Me puse de pie frenéticamente desgarrando el vestido. Y quise hechar a correr para buscar ayuda.
Me detuve bruscamente a medio camino entre el automóvil y el objeto que nos había impactado la primera vez.

No era un objeto.

Era una persona.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo.

El hombre estaba tendido boca arriba, en la acera y rodeado de un charco de sangre ¿Como era posible que Tomas lo hubiera atropellado?

Solté la zapatilla y corrí descalza hacía él.
Pegué un grito en cuánto lo vi.

No sólo era un hombre cualquiera, era un importante miembro de la sociedad, era un magnate, un millonario, un doctor, el socio de mi padre y estaba agonizando frente a mi con su mejor smoking aún puesto.

Me arrodillé llorando a un lado de él.

El Doctor Dantos tenía moretones en toda la cara y rasguños en el cuerpo. El hueso de su pierna derecha salía en una dirección grotesca. Tenía un ojo hinchado como un tómate y estaba casi segura de que toda la sangre derremada en la acera provenía de su cabeza. Debía haber caído de una gran altura o alguien podría haberlo golpeado en el cráneo con una fuerza increíble.

-Por Dios, Doctor ¿Se encuentra bien?-

Pregunta estúpida de mi parte. Era obvio que no estaba bien. Se estaba muriendo.

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