La realidad me golpeó igual que un bate de béisbol en el estómago.
Todo lo que veía eran casas diminutas amontonadas unas tras otras.
Parecían casas de juguetes, algunas estaban hechas de concreto, aunque eran muy pocas, en su mayoría constaban de madera raída y carcomida por las polillas. Los techos eran de lámina.No tenían ni una capa de pintura.Todas las calles estaban pavimentadas, pero se notaba que el pavimento no había durado mucho tiempo en buen estado, se veía bretado, la tierra cubría las calles.
Había personas en lo que parecían ser sus puestos de trabajo, eran unas simples telas colgadas de manera en que quedaran como techo, anudadas a postes de madera. Debajo habían acomodado mesas y algunos estantes viejos y oxidados para colocar mercancía, productos que no se veían en buen estado.
Vendían fruta, carne rodeada de moscas, manteca, hilo y hierbas.Había polvo, tierra, lodo, excremento y charcos por doquier.
Algunos niños vestidos con ropas deslavadas y con agujeros jugaban en los charcos de agua sucia que la lluvia había dejado. Reían saltando en ellos junto con sus amigos y los perros callejeros a los que se les veía las costillas y la sarna.
Al lado de ellos había un anciano con una carretilla llena de mangos podridos, los estaba vendiendo. Uno de los perros mojados robó uno de los mangos cuando el anciano volteó a vernos a mí y a Dylan al llegar.El aire olía a algo dulzón, a algo podrido, a sangre, sufrimiento, a hambre y a pobreza.
Me fijé en el grupito de niños mojandose.
El mayor no tendría más de doce años y el menor podría rondar los cuatro.
Eran puro hueso, no había grasa debajo de su piel, ni musculos, su cabello era una especie de color negro grisáceo. Se veían enfermos y pálidos. El niño más chico volteó a vernos.
Nos sonrió con su boca y con sus ojos, estaba chimuelo y tenía caries.
Fue lo más lindo que pude haber visto.Intenté devolverle la sonrisa con el corazón encogido de pena y tristeza.
Fácilmente mi suéter costaba más que todo lo que él llevaba puesto. Ni siquiera usaba zapatos, sus pies estaban negros, llenos de ampollas y callos.-Ahora te das cuenta- Dylan se había colocado a mí lado. Miraba a los niños- Has estado viviendo en un palacio y en una ciudad de ensueños toda tu vida-
-Yo no lo sabía - murmuré abatida.
-No, claro que no. Nunca te tomaste la molestia de venir-
Lo voltee a ver. Violenta.
-No me culpes de esto. No lo hagas. Yo no les hice esto-
-Entonces culparé a tu padre-
-¿De qué estas hablando?- le grité. Había un nudo en mi garganta y las lágrimas comenzaban a querer salir - Él no tiene tampoco la culpa. Él no debe saber acerca de esto. Los habría tratado de ayudar ¿Es por esto que accediste a traerme? ¿Para culparme y torturarme?-
Sin contestar me tomó del brazo y me condujo hacia dentro del pequeño mercado improvisado. Me dejé llevar.
Todos volteaban a vernos al pasar.El camino se tornaba aún peor. Alcancé a ver una capilla a medio costruir. Tenía una gran cruz de madera llena de agujeros colocada en la puerta de entrada.
-Fíjate bien, Skyler- me habló al oído- Grabate bien estas imágenes. Todo esto, antes era parte de Terrian, antes de que tu padre empezara con la revolución genética.
Cuándo tu padre hizo su gran descubrimiento y cuando eligió a Terrian como su ciudad de residencia y como la ciudad del futuro, sacaron a las poblaciones a las que no podrían sacarle provecho y construyeron el muro. No les importó esta gente. No les importó nada. Y tu padre sabía que terminarían así. Tenía que saberlo-
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LATIDOS METÁLICOS
Khoa học viễn tưởngCon la revolución genética y los avances tecnológicos que han surgido en las últimas décadas la vida se ha basado en el aspecto físico. Pero en un mundo en donde todos son hermosos, la belleza pierde su valor. Skyler lo sabe, incluso aunque ella se...