La caída de la querida Terrian

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Los experimentos con los sujetos . Las máquinas con diseños de partes del cuerpo humano. La fuerza y rapidez de Dylan. El porqué el proyecto era sumamente confidencial.

Todo encajaba. Todas las piezas estaban ahí. Sólo que yo no quería verlas.

-Entonces ¿Todo fue mentira? - sabía la respuesta mucho antes de que Dylan contestara.

-Todo-

Me lancé a propinarle golpes en su pecho con mis puños. Cada palabra, cada beso, cada acción habían sido falsas.

-¡Todo este tiempo estuviste jugando conmigo! ¿¡Por qué me dijiste que me querías!? ¿¡Por qué me visitaste anoche!? ¿¡Por qué me hiciste feliz con mentiras!?-

-Te liberé porqué necesitaba que tú sólita descubrieras todo y al ver que no lo hacías tuve que ir a verte, te insté a que siguieras resuelta a averiguar la verdad y te dije que te quería para que me obedecieras-

Se cansó de mis golpes, me tomó de los brazos y me sujetó para que no me moviera.

-¿Por qué no sólo me dijiste? ¿Tanto placer te daba tomarme como tu juguete? ¿Era tan divertido burlarse de la pobre niña tonta enamorada?-

Sus ojos azul intenso estaban apagados.

-No te lo dije porque sabía que por curiosidad terminarías yendo a la empresa y que serías lo suficientemente tonta para querer soltar a uno, sabía que provocarías que todo saliera a la luz. No estaba muy equivocado ¿eh? Ademas, pensé que sería magnífico que la propia hija de Emanuelle Grallet lo llevara a la ruina- quise escupirle en la cara, pero mis lágrimas no me dejaron.

-Dylan, suelta a mi hija. Tengo a tres hombres apuntando a tu cabeza- mi papá se había acercado un poco, llevaba un arma en la mano.

-¿Crees que mi vida me importa? ¿Crees que siento miedo? ¿Acaso se te olvidó que soy una máquina? De cualquier forma también tengo a tres hombres apuntándote-

-Soy una mujer, Dylan- bromeó la chica que lo acompañaba.

No me había percatado de la presencia de sus acompañantes.
Uno de ellos era su amigo Rickon, al otro hombre no lo conocía y para mi sorpresa, la mujer quién había reclamado por su género, era la señorita Liberty. No la había reconocido antes por la forma en la que iba vestida, un traje de combate negro y porque sostenía un arma.
Todos apuntaban a Daniel, David y Tom.

-Tú - murmure. Ella volteó a verme.

-Hola, linda. Me da gusto volver a verte - sonrió- ¿Creías que no te teníamos vigilada? Eres una pieza importante en el juego, recuerdalo - sonrió - Dylan tenía que vigilarte, pero creo que hizo más que eso ¿Estás enamorada de él?-

-Florencia...- dijo Dylan. Ella levantó una mano y lo cayó.

-No te culpo, linda. Es demasiado apuesto, todos lo somos, pero la verdad es que con él se esforzaron - volteó a verlo- ¿Por qué no me dijiste que ella sentía algo por ti? Habría sido buena información, la habría utilizado muy bien-

-Porque me habrías obligado a hacer más de lo que ya hacía -

Dylan me empujó, papá me atrapó antes de que yo cayera al piso.

-Ella no me sirve de nada ya. Tú eres mi problema- le dijo.

-Bien, pues aquí estoy -

Mi padre me entregó a David. Tiró la pistola al piso y extendió sus brazos mostrando las palmas de sus manos.

-¡No!- grité. David me retuvo.

Liberty bajó su arma y se posicionó frente a Dylan.

-Bueno, ya que el show con tu hija ha acabado. Esto es lo que sucederá ahora...-

LATIDOS METÁLICOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora