CAPITULO 11: SEGUNDAS OPORTUNIDADES

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Todos lo heraldinos estaban presentes, incluyendo a los niños. El área de la pelea era una gran explanada hecha de marmol cercada por gradas para los espectadores. En el momento en el que pise la cancha, todas la miradas estaban fijas en mí, cosa que yo odiaba. En el extremo de la cancha se encontraba Letty con un grupo de personas rodeándola, entre ellas la madre de Aaron, cuando nuestras miradas se cruzaron con paso lento se fue retirando. Lo más doloroso de todo era que de nueva cuenta estaba sola, ver como un grupo de amigos apoyaba a Letty me hizo sentir una mierda. Prácticamente no tenía a nadie. Una mano cálida rodeo mis hombros, alzando la mirada me topé con unos ojos marrones, que me miraban con preocupación. Anthony era la única persona que me apoyaba en este momento decisivo. Él era el único hombre que realmente se preocupaba por mí. A quien quiero engañar, el único hombre al que realmente quería a mi lado era a Aaron, pero no estaba aquí. Ni en las gradas, ni al lado de Letty.

-¿Estas lista?- pregunto Anthony sacándome de mis pensamientos.- aun estas a tiempo de cancelar la pelea.

Lo mire fijamente por unos segundos, claro que estaba lista.

-Adelante, cuanto más rápido mejor.- le dije y él se apartó dirigiéndose al centro del área.

Una vez que llego al centro, con ambas manos nos indicó a Letty y a mí que nos acercáramos. Letty iba vestida con pantalones negros holgados y una camiseta de tirantes que se le ceñía perfectamente al torso. Una sonrisa burlona se dibujaba en sus labios, simplemente la ignore. Cuando ambas llegamos al lado de Anthony este comenzó con las reglas.

-Bien todos a excepción de Charlotte aquí presentes conocen las reglas. Esta es una lucha cuerpo a cuerpo a mano limpia. No se permiten objetos cortantes, ni armas de ningún tipo.- miro a Letty por unos segundos, después continuo.- en cualquier momento pueden llegar a la transformación, si asi lo deciden. La persona que resulte ganadora tendrá una gratificación, la persona que resulte derrotada.- suspiro con pesar.- será desterrada de heráldica.- una gran parte de los espectadores estallaron en gritos y vítores. Recorriendo las gradas lentamente con la mirada, me encontré con el pequeño Luc y sus padres en la tercera fila, los tres allí sentados me sonrieron con pesar.

Es que nadie aquí tenía un poquito de fe en mí. Joder.

-Peleadoras, acérquense y dense la mano.- Anthony dio un paso atrás para dejar el saludo a la vista de todos. Cuando nos dimos la mano Letty me dio un apretón tan fuerte, que gemí para mis adentros. La muy perra dio dos pasos pavoneándose, lanzándome un beso con la palma de su mano. Muchos estallaron en carcajadas, otros aplaudieron dándole su apoyo.

Di dos pasos atrás enseñándole ambos dedos corazón, sonriéndole hipócritamente. Esta vez se escucharon los “uhhhh”, cosa que la cabreo, y cosa  que me hizo feliz.

Después todo sucedió muy rápido, no recuerdo exactamente todos los detalles de la lucha, los recuerdos los veo borrosos. Solo se que en cuanto Anthony dio inicio a la lucha, Letty se abalanzo a mi con tanta rapidez que no la vi venir, me envistió y las dos fuimos a parar al suelo. Una parte de mi, la mas débil, iba desapareciendo poco a poco. Había tenido tantas luchas contra los lobos de Kyra que una vez entrada en la lucha la debilidad huía. Y así estaba sucediendo en esta lucha. Un puñetazo en el rostro fue lo único que recibí de parte de Letty. Ese fue el botón que detono en mi interior haciendo que la adrenalina se elevara en mayor proporción. Ambas piernas las enrolle entorno a su cuello aplicándole una llave, que si no cedía terminaría asfixiándose, pero eso no paso, Letty terminó por rendirse. Dando dos pasos atontados hacia atrás me permitió levantarme de un salto, cosa que llamo la atención de los espectadores, liquido caliente resbalo por mis labios y me puse en alerta máxima. En la mirada de Letty ya no estaba la misma seguridad de antes. En una pelea era lo que mas odiaba, miradas llenas de temor, miradas llenas de suplica; me habían entrenado para pelear pero nadie me había enseñado como manejar la culpa o como actuar ante la misericordia.

HERALDICA: LOBO BLANCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora