Verle después de un año, fue como si hubiera esperado miles de ellos. Allí estaba el. De pie. Frente a su casa. Algo en el lucia diferente, y no era su nuevo corte de cabello, ni tampoco porque hubiese bajado de peso. Eran sus ojos. Sus ojos eran tristes, no era el mismo y eso me partía el corazón. Porque algo dentro de mi me decía que yo era en parte la culpable. Muchas emociones se arremolinaban en mi interior. No sabia si llorar o reirme por verle de nuevo. Pero estaba feliz porque él no se había mudado de casa, pero, sobre todo; estaba feliz por verle vivo.
Sentí la mano de Aaron limpiar una lagrima de mi mejilla, en ese instante me lance a sus brazos. El corazón me dolía, pero su abrazo me reconfortaba. Eso era bueno.
-Estas mejor.- dijo después de unos minutos.
-Eso creo.- dije algo tímida.- Puedes aguardar aquí en la camioneta, necesito hablar con él. Por favor.- antes de bajar del vehículo, me estrecho en un nuevo abrazo y beso mis labios dulcemente si eso es posible.
-Claro Charlie, si me necesitas estaré aquí.- Cerré de un portazo.
Armándome de valor me en camine hacia Wade, quien arreglaba su preciado auto en la acera de su casa. No me había notado ya que traía los cascos de su IPod puestos. Dio media vuelta y fue en ese momento, solo por ese momento fue cuando percibí algo más que tristeza en sus ojos. Preferiría no haberlo mirado a los ojos, me sentí de lo peor al ver dolor y odio en ellos. Este ya no era mi Wade.
Éramos dos cuerpos frente a frente, y ninguno de los dos podía decir palabra. Éramos dos extraños, que, en algún tiempo fuimos los mejores amigos… Éramos hermanos.
Haz algo, que no ves que está sufriendo!!! Me ordeno mi subconsciente con las lágrimas desbordándosele sin parar.
-Wade.- fue tan solo un susurro, si no fuera por esa sonrisa irónica hubiera pensado que no me había oído. Di un paso hacia el, pero su reacción me dejo sin palabras. Me había rechazado, y eso fue peor que las palabras que no me dijo.
-¿Qué haces aquí?- Escupió con cierto odio tiñendo su voz. Comenzaba a perder las esperanzas acerca de retomar la amistad que una vez existió, pero mi padre me había enseñado a no rendirme tan fácilmente. Asi que lo volvi a intentar.
-Necesitaba saber de ti, necesitaba verte. Simplemente necesitaba de ti.
Su rostro se tensó, mire como apretaba su mandíbula y negaba enfáticamente. Sus ojos comenzaban a brillar por las lágrimas que se negaba a derramar, y yo como una magdalena rompí en llanto. De nuevo.
-Dame una buena razón, al menos solo una, para no odiarte Charlotte. Porque yo no puedo pensar en ninguna.
¿Razón? Me pedia una razón, cuando yo tenia miles de ellas para que me perdonase. Porque aunque Aaron me hubiera dicho que Wade no tenia nada que perdonarme, yo tenia que obtener su perdón. Porque desde que nos separamos he cargado con ello, y eso no me deja dormir por las noches como antes.
-Tengo muchas de ellas, pero se que no serán lo suficientemente buenas como para reparar el daño que te hice. No serán lo suficientemente buenas para perdonarme a mi misma el haberte dejado. Y si tu no me perdonas, entonces no me dejas ninguna esperanza para perdonarme a mi misma. Y eso es peor que perderte.
-Entonces deja que sea yo el que decida si tus razones.- dijo dándole énfasis con comillas.- son lo que yo busco, para al menos entenderte un poco.
Nos miramos de nueva cuenta, éramos azul contra marrón. Pero el marrón le ganaba al azul por mucho.
-Lo ves, mientes.- dijo con ronca, después de un momento ya que no encontraba las palabras precisas para convencerle.- No debiste de haber vuelto Charlotte, el dolor ya era menos. Dio media vuelta para adentrarse en su casa, pero mis palabras le detuvieron.
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HERALDICA: LOBO BLANCO
Novela JuvenilYa ha pasado mas de un año desde que Charlotte Montfort huyo de casa tras el brutal asesinato de Adam, su padre. Adam y Charlotte compartinan un mismo secreto y una misma pasión: la licantropía y el amor a la musica. Tras ser tocada por el misterios...