Trazos, que jamás serán rectos, mis líneas van por la vida torcidas, pérdidas y cruzando sin mirar por lugares que no debieran.
No importa el cambio de superficie, ni si vario el instrumento para un trayecto certero. Vamos, que ni reglas, ni escuadras y cartabones. No son perfectas, y en su rareza hacen extrañas formas con su propia naturaleza.
Vaya cosa, mis líneas son la representación de su autora, con las características más espontáneas.
Joder, mira lo que ocurre cuando se juntan, hacen letras nada estéticas que encierran maravillas y desgracias del pulso tembloroso que las traza.
No son estables, casi parecen que vacilan, ¿y si empiezo a representarme por estas líneas, quedarán tan rotas como mi día a día? Igual su curvatura intenta decirme que sonría.