XVI

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¿Por qué invertir en ti niño perdido?

No tienes si quiera un camino y piensas que nuestro apoyo va a llegar asi sin mas.

Ya no eres el joven de sobresalientes, el deportista y pianista estrella, siquiera el honor de la familia.

Has salido decepción, como enfermedad en la rara familia, tu voz importa poco porque ya no estás rindiendo en ser educado.

Dejaste los dieces por cincos raspados, dejaste la sonrisa en ese callejón del colegio, donde esos niños de ti hacían su bastarda diversión.

Llevas años sin hogar ni destino, sobreviviendo por no ser aún más deshonra, respirando porque no queda otra.

Si ni siquiera te puedes hacer cargo de tu propia formación, como esperas que pensemos en ti como en un hijo y no como en una inversión.

No has dado buen resultado en siete años completos, te has dado a la buena vida a nuestros ojos y costa; y a la soledad y a la irá, siempre acompañado de tu oculta depresión.

Poco importas pequeño poeta, proyecto de escritor, no te damos categoría de hijo ni mucho menos de ser amado.

Decepción, decepción, lo que antes odiabas hace ya mucho tiempo empezó a ser tu alimento diario.

Tu inutilidad salió a la luz estrepitosa desde que abandonaste las teclas del piano.

Así has quedado, obsoleto instrumento al que no dan cariño ni mirando, metido en fondo del armario, con la espalda a la pared y lloroso rostro tapado.

Cubre del polvo al pobre niño abandonado, que aunque no le amamos aún estima como objeto creado tenemos, no somos duros, siempre hemos dejado claro que a las decepciones ni miramos.

Crío desamparado, con extraños objetivos en vida para su culo vago, abogado dice, nosotros vemos un desempleado.

Si ni capaz es de estudiar ahora, cómo sueña tan locamente, con salvar su pequeño e insignificante mundo.

Poco vales, no se te olvide nunca cielo, hace años que no eres más útil que un desperdicio humano.

Así esperamos, con luego máscaras de amabilidad, con la mira en tu vida, que el infeliz crío saque el resentido genio interior y vuelva, si hubiera suerte, a ser el niño perfecto que perdimos hace más de siete años.

Oda a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora