XVIII

8 0 0
                                    

Cometí el error de sólo tenerte a ti.

Cometí el error de dejarte ser mi mejor amigo.

Cometí el error de querer hacerte feliz.

Pero el mayor error que cometí fue no irme cuando debí.

Solitario ya era de por sí, por no querer más, por ser tan cerrado a hacer nuevos lazos, me aferré a uno impregnado de pegamento y veneno. Llegó el punto en que no eras un amigo sino una cadena, una mala adicción que no podía dejar por implicación plena.

No quería verte llorar, y tras tantos años de verte mal, no pude, ni una vez, terminar mi misión y partir. Siempre había algo que areglar, algo en lo que ayudar, un desesperado intento que parar. Te salve la vida, y lo volvería hacer. Pero no a costa de dejar a un lado la mia. Eso no debería tener cabida ya. Puedo ser un animal leal, pero este perro está cansado ya. Esto no es una amistad, aqui es solo dar y no recibir. Tu sistema te salía de lujo, tenías a un tonto escuchandote, a tu lado 24/7, preocupado por hacerte bien, alguien que sólo quería verte sonreír.

Te vi caer en lo profundo más de una vez, por no decir cien, y siempre me senté junto a ti, paciente esperando a que te pudieras levantar. Ahí estaba siendo un pilar de tu vida, mientras la mia se desmoronaba como si fuese lo peculiar. Mi pan de cada día era y es la infelicidad. Pero nunca tuve la cara dura de ser como tu.

Tras tanto tiempo deseando partir lejos de ti, en cuanto lo hice, no sabía cómo podía ser feliz. Ya no tenía un amigo con quien salir los fines de semana. No tenía a nadie en quien confiar lo suficiente como para hablar de algo más que lo común y correcto. Creía que hice mal en dejarme ir. Pero, si me soy fiel, y me pongo primero, he de dejar claro, cuantas veces hagan falta, que es mejor ser infeliz y solitario, que estar atado por el veneno. Odio dejar las cosas sin terminar, sin embargo, te di más de seis años de mi vida, y tu nunca me hiciste sentir, ni una sola vez, que de verdad yo era algo para ti. No me creo los “lo siento”, los “te quiero”, ni mucho menos tus “no se que haría sin ti”. Porque a mi, ya me habías demostrado más de lo necesario, que me darías la espalda sin pensarlo dos veces. Ya me habías dejado claro, lo bien que podrías vivir sin mi. ¿Y sabías que? Me parecía perfectamente bien. Esperaba que de verdad pudieses vivir sin mi, ya nada más quería saber de ti.

Llegó mi momento de dejarnos morir. Tenía que centrarme en mí, por todo ese tiempo invertido. Merecía un amigo que pudiese hacer algo por mi de verdad. Merecía estar sólo y volver a empezar. Soltar mi mano de tu enredo, deshacer el nudo, perder, pero perder para ganar libertad. Decir adiós de una buena y verdadera vez.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 07, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Oda a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora