XIII

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En el punto álgido de tristeza sin igual, encuentro pequeños respiros hechos palabras, mi manera de aceptar las cosas es juntar sílabas, sangrando un poco de tinta negra en una hoja de manera descarada.

Mi infelicidad mi fiel compañera, mejor que una sombra, más duradera que un alma gemela.

Últimamente soy un vacío con patas, si ya no lo era antes, ahora se ve a plena ojeada. No despierto sonrisas, no, despierto lágrimas.

El grifo de las letras se ha abierto, el de las palabras se ha secado, se me rompe la voz al hablar, de como suena mi voz me he olvidado, solo escucho a mi yo interno, que entre lloros amargos lee mis escritos y versos deseando ser exteriorizado.

Cerradas las puertas, bajo un millar de candados, las ventanas tapadas, y el silencio, y el cuchillo, en el corazón y en la mano.

No hay voluntad para hablar, no hay lectores entusiasmados, solo el pobre loco que soy, desangrándose sin prisa pero sin pausa en el papel olvidado.

Volvieron los sentimientos tan odiados, como bola de derribo se presentan mis viejos aliados, uno se llama ser inútil y el otro decepción. No sólo vienen a hacer acto de presencia. Vienen con maletas y material de trabajo, tienen a mi pobre persona como proyecto, destruir las ruinas de lo que de mi ha quedado.

Oda a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora