Capítulo XIII: ¿Para bien o para mal?

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No entendía como Mikey, últimamente, se las ingeniaba para hacerme llevar a Charlotte, a todas y cada una de las reuniones que teníamos, donde, obviamente, Gerard también participaba, al igual que Ray y Angel, que habían vuelto al grupo.

-¿podrías dejar tu vicio, aunque fuera por hoy? – me quejé dirigiéndome a Gerard, que parecía una chimenea andante.

-¿Qué tiene de malo el cigarro? – se entrometió Charlotte, la nueva “inseparable” de Gerard.

-No me gusta.

-A Gerard y a mí, sí – ella me sonrió y luego prendió un cigarrillo.

-¿y que me importa a mí? – murmuré despacio para que nadie me escuchara.

Estaba totalmente aburrida mirando como Ray y Angel se abrazaban una y otra vez, y como Charlotte acaparaba la atención de Gerard y Mikey, dejándome a mí totalmente de lado. Detestaba sentirme fuera de lugar. Detestaba verlos hablar sin recordar que yo existía, detestaba estar aquí.

-¿qué película veremos? – preguntó Charlotte.

-¿acción…? – sugirió Mikey mirándome, se lo agradecí.

-¿Acción? ¡Por favor! Yo quiero una de romance y sé que Angel igual – ella le sonrió afirmativamente. Esto no podía ser. Yo no quería ver nada que fuera de amor, no…

-Mamá tiene PD: Te amo…dijo que le encantó… - comentó Gerard. Yo quería salir corriendo. Aunque, Ray diría que él quería algo de acción, o de humor.

-¿estás de acuerdo Ray? – le preguntó Charlotte y él contestó afirmativamente. - ¿y tú Mikey? – por favor, Mikey, di que no, por favor – yo me sentaría junto a ti si dices que sí – maldita manipuladora.

-Eeh…- él me miró – no hay problema – contestó mirando el suelo.

-Traidor…- murmuré bajito.

-¡Bien! Entonces veremos esa película!

-Te faltó la opinión de Sophie – ¿Gerard se acordaba de que yo existía?

-Ah, lo siento, se me olvidó que estabas aquí, prima.

-Suele suceder…- contesté en un tono amargo, pero sin que nadie escuchara.

-¿Qué opinas de ver PD: Te amo?

-Yo…- ¿destruía la tarde de todos con mi amargura y odio contra las películas de amor? – no tengo problema – demasiado cobarde.

Comenzamos a acomodar las cosas para poder ver la película tranquilamente. Decidimos que todos nos sentaríamos en el suelo. Angel estaba a la orilla, luego le seguía Ray, Mikey, Charlotte, Gerard y, finalmente yo.

Que yo quedara de las últimas fue plan de Mikey, maldito engendro.

A penas comenzó la película, Charlotte se acomodó muy cerca de Gerard y él la rodeó con sus brazos para que quedase más cómoda.

Mi lado psicópata me gritaba: ¡Asesínala! Lenta y dolorosamente.

Me estaba volviendo loca.

Todo iba de mal en peor; estaba por ponerme a llorar por culpa de la maldita película, Charlotte no paraba de jugar con las manos de Gerard, y yo tenía ganas de asesinarla.

-Voy por palomitas – dije y me puse de pie.

-Aún quedan – dijo Charlotte.

-Iré por palomitas – volví a recalcar y bajé a la cocina de los Way.

Esperé unos minutos en la cocina, esperando a que el microondas terminara el tiempo que le había puesto para que las palomitas estuvieran lista. De 3 a 5 minutos.

Dulce y AmargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora