CAPÍTULO 2.

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Desperté con una imagen de sangre en mi mente, lo cuál hizo que abriera más ojos y mi cuerpo dio un pequeño brinco.

—Tranquila, ya no tienes por qué estar asustada —escuché una voz masculina al lado mía.

Miré a mi alrededor. Estaba tumbada en una camilla en una habitación blanca. Parecía la enfermería.

El chico que me había hablado, estaba parado al lado de la camilla mirándome con una pequeña sonrisa.

—¿Cómo he llegado aquí? —pregunté con la voz algo ronca.

—Te desmayaste en mis brazos —me dijo— Y como cualquier persona amable, te traje aquí. Estabas fatal.

—Lo sé.

Me intenté sentar y el chico me ayudó. Al hacer eso, me di cuenta de que mis jeans negros tenían un agujero en la rodilla izquierda, y dentro de este podía ver un parche blanco.

La herida que me hice en las escaleras.

—Gracias por ayudarme, de verdad —le sonreí.

—No tienes que darlas —me devolvió una bonita y blanca sonrisa— ¿Puedo preguntar por qué has entrado así?

Esa pregunta me hizo quedarme en silencio unos segundos. Me entraron náuseas al tan sólo pensar en ello.

—Prefiero no hablar de ello. Además, es una tontería —dije soltando una risita, para que se lo creyera.

—Ah, está bien —me dijo— Pregunto porque estabas muy mal, como si alguien te estuviera persiguiendo.

Solté una risita, aunque mi interior quise gritar, no sé por qué.

—Claro que no, son las siete de la mañana, lo único que me puede perseguir a esta hora es el sueño —dije sonriendo.

—suelta una risita tierna.— Eso explica por qué te quedaste 'dormida'.

Me reí junto con él. Le miré a los ojos, estos eran muy claros y realmente bonitos, los cuales iban perfecto con su pelo negro como el carbón.

Él me miraba al igual que yo a él, estaba apoyado con una mano en la camilla al lado mía y estaba cerca de mí debido ya que me tuvo que ayudar a sentarme.

—Soy Isaac —me dijo con un tono más bajo.

—Sam —le respondí.

Vi cómo iba a abrir la boca para decirme algo, pero en eso una señora entró a la enfermería, precisamente donde estaba yo.

—Oh, ya estás despierta —me dijo dedicándome una amable sonrisa— ¿Te encuentras bien?

—Sí, gracias —dije sonriendo—

—¿Qué te había pasado? —me preguntó.

—Un ataque de asma —mentí creíble.

Dediqué una mirada rápida a Isaac, y continúe hablando con la señora sobre cómo estaba.

Después de aquello, me dijo que me podía ir y ya estaba fuera de la enfermería con Isaac a un lado de mí.

INNOCENCE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora