CAPÍTULO 7.

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Tanto Alex como yo, pusimos la mirada al frente. Yo seguía clavando mis uñas en el asiento con miedo.

Mi mirada se posó sobre le coche que se paró en frente nuestra, el cuál se encontraba a unos metros de nosotros debido al derrape que hizo Alex.

Ese coche tenía los faros apagados, pero tenía el motor encendido.

De repente, vimos como una persona sacaban la mitad de su cuerpo por la ventana del copiloto.

—¡Baja la ventanilla, Harvey! —gritó una voz masculina.

Alex se volteó a mirarme.

—Intenta mantener la calma y no digas absolutamente nada. Este hijo de puta puede llegar a hacer que quieras salir a romperle la cara.

Fruncí el ceño confundida. ¿Le conocía?

Escuché el sonido del cristal deslizándose hacia abajo y una fría brisa llegó hasta mi sitio.

—Me alegro de verte, Alex —dijo la voz desde el otro coche.

—Yo también, Derek. No hay nada mejor que ver tu asqueroso careto después de casi atropellar mi coche con el tuyo.

—Ambos sabemos que no eres tan estúpido como para haber dejado que aquello ocurriera —respondió 'Derek'.

Hubo un pequeño silencio. Yo no me atreví a mirar a nada más que no fuera al frente, rezando por que no me pasara nada, por lo que no supe por qué se habían callado.

—Veo que no soy el único al que le ha interesado la amiguita de Isaac —escuché.

Eso hizo que un escalofrío me recorriera y mirara hacia la ventana de Alex. Aquel chico me estaba mirando a mí con una sonrisa descarada.

—Hola preciosa —me dijo.

Yo estaba sorprendida y al mismo tiempo asustada. ¿Cómo demonios sabía quién era?

—Isaac debe de haberse quedado muy a gusto después de haber estado entre tus piernas, amor.

Yo intenté calmarme. Apreté los labios y preferí hacer caso a lo que me dijo Alex anteriormente.

Este último mencionado, se volteó a mirarme. Parecía una mirada de advertencia.

—Pero claro, veo que tú y tu carita de ángel os habéis cansado de Isaac y prefieres ir a zorrear con otros —me dijo.

Abrí la boca realmente molesta. Apreté los puños con más fuerza sobre mi regazo y apreté la mandíbula.

El enfado del momento hizo que intentara abrir la puerta y salir a darle un puñetazo en la boca, pero sentí la mano de Alex apartar la mía de la puerta.

—Abre la maldita puerta —le dije molesta.

—Eso es lo que quiere, que te enfades. No hagas ningún intento por salir —me dijo.

—Pero...

—Pero nada —me interrumpió.— Déjamelo a mí.

INNOCENCE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora