No era capaz de darme la vuelta. Me quedé petrificada mirando en dirección al coche de brazos cruzados. Estaba temblando y los ojos llenos de lágrimas, aunque ya no sentía ganas de llorar.
—No me gusta que no me miren cuando hablo, ni tampoco que me ignoren —volvió a escucharle decir.
Apreté los labios y los ojos, dejando las lágrimas cayeran. Estaba intentando reunir el valor suficiente para darme la vuelta y responderle.
—Escucha —sentí su presencia más cerca de mi espalda.— Quiero que pongas bastante atención a lo que te voy a decir.
Tragué con fuerza al sentirle tan cerca mía por la espalda. Estaba temblando y sentía como si en cualquier momento me fuera a clavar algo por la espalda.
Guardé silencio. Era lo mejor que podía hacer. Si hablaba iba a decir tonterías que empeorarían la situación.
—Deja de ignorarme —dijo y sentí cómo me agarraba del brazo y me daba la vuelta hacia él bruscamente y me puse contra el coche.—
Apostaba lo que sea a que estaba pálida. Siempre que tengo frío o mucho miedo. En este caso era un dos por uno.
Él me tenía agarrada por los hombros al tenerme pegada contra el coche y su cuerpo estaba pegado al mío para que no me intentara escapar, así que estoy bastante segura de que ya se ha dado cuenta de que estaba temblando.
—¿Por qué tiemblas? ¿Tienes frío? ¿Miedo? —me preguntó con su mirada clavada sobre la mía.— No hago daño a las mujeres, y menos si vienen con mi mejor amigo, así que no tienes por qué temerme.
¿Enserio acaban de decir eso con al intención de relajarme? Eso había hecho que algo a mí creciera y me atreví a hablar.
—Eres un maldito asesino.
Lo dije con miedo y algo temblorosa, para nada con la misma seguridad que me imaginaba.
—No soy un asesino —me dijo.
—¿Qué no? —dije soltando una pequeña risita seca y amarga.— Casi matas al del ring con tus propias manos.
—Pero no lo hice —me dijo, y de repente me sacó una pequeña sonrisa de labios torcida y descarada.— Desgraciadamente.
Lo miré con sorpresa.
—¿Y qué hay del chico del callejón? —solté con más valor del que me esperaba.
—Tenía razones para hacerlo. Ese hijo de puta merecía morir —me dijo y se separó de mí, dejó de agarrarme y de estar tan pegado a mí para cruzarse de brazos.
—Nadie se merece la muerte —dije con un nudo en la garganta.
—No sé si lo has visto, pero el cuchillo con el que lo maté era suyo —me dijo serio.— Si yo no hubiera actuado antes, ahora mismo no estaría aquí contigo.
Yo me quedé callada. Sí que lo había visto, y por eso mismo no pude decir nada.
—Quiero que te olvides de todo lo que viste esa mañana y que sigas haciendo lo mismo que ahora.
—¿Qué se supone que estoy haciendo ahora? —pregunté con el corazón aún latiendo rápido.
—Quedarte callada respecto al tema y no habérselo contado a nadie.
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INNOCENCE.
RomanceLo único en la que ella pensaba al llegar a la ciudad era en estudiar, para que el futuro le sonría y viva bien. Lo que no sabe es que sus planes van dar un giro de ciento ochenta grados. Seguirá estudiando, sí, pero sus planes de llevar una vida...