CAPÍTULO 10.

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—Esta noche será por fin mi oportunidad para dar el paso con Dillon —dijo feliz Brooke al otro lado de la pantalla del ordenador.

—¿Qué paso? —pregunté riéndome mientras me ponía mis jeans negros.

—Seguramente nos besemos en el cine, y eso llevará a... ya sabes —dijo mientras elegía un vestido.— ¿Este es muy atrevido? —me enseñó por la cámara uno rojo ajustado.

—Es una noche en el cine, no hay necesidad de ir con algo tan pegado al cuerpo —le dije.

—Tienes razón, necesito algo más flojo, para que pueda toquetearme con facilidad en el cine —dijo sonriendo y buscando otra cosa.

Yo rodé los ojos riéndome y abotoné mi camisa a cuadros roja. Yo iba a ir casual, es el cine, no una boda.

—Aún no entiendo cómo puedes ir con vestidos en invierno y con el frío que hace aquí —le dije.

—Con el tiempo una se acostumbra a ir con medias y a lidiar con el frío —me dijo.— ¿Tú no piensas arreglarte para mi hermano?

—No veo por qué.

—A lo mejor a él también se le antoja meterte mano en el cine, y con esos jeans le será imposible —me dijo con normalidad.

—¡Brooke! —exclamé sonrojada.— Tu hermano no hará eso.

—Touché. Luego no digas que no te he avisado —sonrió.

Seguimos hablando de cómo teníamos planeado que fuera la noche. Ella parecía tenerlo bastante claro y planeado, yo no. A mí me gusta que lo que tenga que ocurrir, que ocurra sin necesidad de planearlo con antelación.

De repente, mi móvil vibró, en señal de haber recibido un mensaje.

—Un momento Brooke, me han enviado un mensaje —dije agarrando el móvil.

—Vale —dijo esta, mientras se aplicaba la máscara de pestañas.

Abrí este, y era de un número desconocido. No lo tenía en mis contactos.

«Av. Bedford, Brooklyn. 11211 NY

Miré extrañada el mensaje. Al instante recibí otro del mismo número.

«Edificio 36. Piso 4. Casa 18

Me puse un poco nerviosa. ¿Por qué demonios me mandaba alguien la dirección de mi casa?

—¿Qué te han dicho? —la voz de Brooke me sacó de mis pensamientos.

—¿Eh? —la miré distraída.— Ah, pues...

En ese mismo instante, recibí una llamada anónima, la cuál me hizo sobresaltarme un poco. Esta vez, no se veía el número.

Estaba nerviosa. No tenía ni idea de si contestar o no.

—Responde a la llamada —me dijo Brooke.

—Es anónima —se la enseñé por la cámara.

—Si no respondes, los seguirá siendo —dijo esta.

Suspiré nerviosa y acepté la llamada. Me llevé el móvil a la oreja, y no dije una sola palabra.

—¿Hoyuelos? —escuché después de unos segundos en silencio.

Al escuchar aquella voz y aquel apodo, la tensión desapareció y suspiré entre aliviada y frustrada.

—Un momento Brooke —le dije apagando mi micrófono y dándole la espalda al ordenador.— ¿Qué demonios quieres?

INNOCENCE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora