1- El cumpleaños de la tragedia.

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Triste, es muy triste saber que ese instante en el que pudiste hacer algo ha desaparecido, que ahora estas lamentándote, diciéndote a ti mismo «¿cómo me pudo pasar esto?». Dirás «¿Por qué a mí?» o negaras tu propia realidad, quieres decir que es mentira cuando sabes que es la verdad, quieres defenderte de aquellas voces que taladran tu cabeza y no sabes cómo hacerlo.

¿Sabes?

No, no lo sabes. Hay muchas personas a tu lado, ¿puedes verlos? No puedes negar que están ahí y que también sienten ese dolor que a ti, te corroe. Sí, quizás puedas decir que te tengan pena, NO TIENES LA CULPA DE ELLO. Aun así lloran contigo, te abrazan, te dicen que todo estará bien, cuando en realidad no es así. Dejas que te consuelen para que no hacerlos sentir mal o peor, inútiles.

Debes dejar de lamentarte Billy, no es tu culpa y jamás la será el que tu madre haya muerto, pero cabizbajo sigues pensando que sí...

Los ojos marrones de un chico de catorce años derramaban lágrimas a cantaros, se puede decir que de tanto llorar tenía sus ojos rojos e irritados, este estaba frente al ataúd de su madre gritando de dolor, las personas se amontonaban a su alrededor y trataban de calmarlo sin éxito. Billy Lantern no encontraba consuelo en nada, sus pensamientos lo estaban hundiendo poco a poco.

«- ¿Cómo es posible...?- se preguntaba Billy mientras recordaba apretando sus dientes».

Dos días antes de su cumpleaños número catorce, su difunta madre Elena Lantern, una hermosa mujer de cabello castaño, piel morena y ojos verdes y él salieron en coche a la tienda de antigüedades de la ciudad, ya que a Billy le encantaban las cosas extrañas que habían en ese lugar al cual su madre le tenía mucho apego, Elena le había prometido a su hijo comprarle lo que deseara con la única condición de: No usar el regalo hasta el día de su cumpleaños.

Paseándose por la gran tienda Billy no supo que escoger, todas las cosas que había allí, eran maravillosas, desde pequeños anillos dorados hasta enormes armaduras de edad media, pero Billy se preguntó ¿para qué quería una armadura?

Se siguió moviendo por la tienda hasta que poso su vista en un telescopio de color negro que pensó se vería perfecto en su balcón, además de que le gustaba mucho el admirar el cielo nocturno y hace mucho que pensaba pedirle a su padre que le comprará uno, pero ahora que tenía la oportunidad, no la desperdiciaría.

Llamo a su mamá que se encontraba hablando con un anciano de cabello y barba blanca muy largas, este era el dueño de aquella tienda, Jeremy Hems. Su madre se le acercó y le pregunto sí ya había decidido, este asintiendo dijo que sí y de inmediato le señalo el telescopio. Elena camina hacia el telescopio, lo toma, lo lleva hacia Jeremy que desarma el telescopio y lo guarda en una caja y se lo entrega a Billy.

- Feliz cumpleaños, campeón- le dice el anciano mientras Elena y Billy salían con el desarmado telescopio de la tienda.

Elena invita a su hijo a colocar su telescopio en la parte trasera del coche, este accede sin rechistar, luego ocupa su lugar a lado de su madre como copiloto, esta misma le sonríe cálidamente y comienza a conducir hacia su hogar.

«Todo en el trayecto eran risas y cariño materno que una madre podría tenerle a su hijo» recordaba Billy con dolor, su mente en un instante quito la imagen de la felicidad la cual le había calmado un poco y la reemplazo por el trágico momento de la perdida «Pero por mala suerte, nada suele durar para siempre»

Billy le contaba un chiste a su madre, pero esta hacia caso omiso a su hijo, su vista estaba totalmente en el camino, sus ojos ya no expresaban ningún tipo de afecto o sentimientos, una mirada más fría que el acero y más vacía que las cuencas de un cráneo.

- Ma...- murmuro Billy esperando que su madre lo escuchara, cosa en la que no tuvo éxito.

Elena de pronto comenzó a conducir más rápido, la desesperación comenzó a hacerse espacio en la cabeza del chico, después de estar un rato gritándole como loco a su madre, Billy a la distancia distinguió una gran camioneta que venía con rapidez de frente hacia ellos, asustado Billy trato de mover el volante hacia la derecha para cambiar de carril, su madre estaba ejerciendo un poderoso agarre en el volante, aun así con todas sus fuerzas giro el volante , pero esto no hizo más que dejar el auto en medio de la carretera y en ese instante el mundo para Billy parecía ir en cámara lenta.

El hombre de la camioneta que parecía estar en el mismo estado que Elena reacciono (al igual que ella), percatándose de lo que estaban haciendo, aunque ya era muy tarde, el hombre de la camioneta trato de frenar y eso solo lo empeoro todo, la parte trasera de la camioneta golpeo de lleno el auto en movimiento de Elena, mandándolo a dar un par de vueltas en plena carretera, esto dejo el auto destrozado, un herido Billy y una agonizante Elena.

Un día luego Billy despertó en un cuarto de hospital con un dolor insoportable de cabeza, el accidente le había provocado, un brazo roto, una venda que le recorría toda la cabeza y varias cicatrices alrededor de su cuerpo. Una enfermera al observar que el chico había despertado llamo de inmediato a el doctor, el cual llego acompañado de varios policías que le hicieron algunas preguntas a Billy sobre lo ocurrido, este por alguna razón no podía hablar, quería, pero por más que se esforzaba por hacerlo no lo lograba, el doctor le dijo que no hablaría en un tiempo por un medicamento que le había proporcionado, ya que cuando lo trajeron estaba gritando mucho de dolor y era la única solución que él pensaba, era correcta.

- El efecto del medicamento no va durar mucho- dijo el doctor- Una hora, máximo.

En lo que transcurría la hora el padre de Billy, Michael Bane, un hombre de cabello negro, ojos marrones y piel blanca, se hizo presente en el cuarto con una cara de notable felicidad, Billy al verlo no pudo evitar sonreír, Michael fue hacia él y lo abrazo con mucho cariño.

- Pa... pá...- murmuro Billy mientras empezaba a recobrar el habla, después de unos diez minutos, podía hablar con claridad. Le explico a sus acompañantes lo que había pasado, ellos habían quedado mudos y en ese instante pregunto: - ¿Dónde está mamá?

Todas las expresiones en la sala ensombrecieron.

- Me podrían dejar un momento a solas con él- dijo Michael, entonces todos los presentes excepto él y su hijo se retiraron de la habitación.

- Papá ¿qué pasa?- pregunto el chico.

- Billy, ¿qué recuerdas que sucedió antes de que te desmayaras?- Michael bajo la mirada.

- Te lo dije, después del estruendoso golpe del auto, quede inconsciente.

- De verdad, ¿no recuerdas nada más?- El chico volvió y negó, entonces su padre respira profundo- Billy, el hombre que los atropello a tu madre y a ti, fue quien llamo una ambulancia para traerlos aquí, tus heridas eran mínimas y muy fáciles de tratar, pero las de tu madre eran irreparables, los vidrios del parabrisas se incrustaron en su cuerpo y le hicieron perder mucha sangre, Bill...- Los ojos de Michael se cristalizaron y apretó los puños mientras bajaba la cabeza- Tu madre murió.

Recordar ese momento le causaba un dolor descomunal a Billy por dentro, solo ese instante en el que su padre le dijo eso, todo su mundo se fue abajo. En el momento de la sepultura se necesitaron seis hombres (entre esos su padre) para poder sostener a Billy, que gritaba, maldecía y pataleaba para que lo soltaran, luego de que otro hombre tomara el lugar de Michael, este junto a otro grupo de seis enterraron el ataúd de Elena Lantern.

Michael al cabo de unos días le contaría a su hijo que el telescopio que le había comprado su madre, estaba intacto pero manchado con sangre, y que por alguna razón cuando la ambulancia llego a buscarlos, su madre protegía la caja y a él también, con todo su cuerpo atravesado por vidrios y le informaron que sus últimas palabras fueron:

- Por lo menos lo pude proteger a él y a su último regalo de mi parte, díganle que cada vez que vea hacia las estrellas, me recuerde y vea mi sonrisa, ya que le ayudará a superar las adversidades.

Desde aquel día Billy aprecia el telescopio como el tesoro más valioso que se puede tener, pero jamás se le contó, que ese telescopio que tenía en su poder, era más especial de lo que se imaginaba.

Más Allá De Las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora