Capítulo Cinco.

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Capítulo Cinco: "No Me Fugé."

—¿A dónde vamos?

Voltíe a ver a Mónica. Ella estaba en el asiento trasero y yo adelante junto a Ashton. Estaba un poco incómoda junto a él pero a la vez estaba traumada. Me sentía...No, no sentía nada. Me habían golpeado y secuestrado por unas horas y yo, sin sentir algo.

—Te secuestraron, golpearon y casi violaron—le empezé a decir.—¿Y tú estás sonriendo?

—Mhm—ella sonrío más.

—Wow.

Escuché a Ashton reírse y voltíe a verlo. Al reírse, se le notaban los hoyuelos que tenía en esa perfecta estructura suya. Era algo hermoso. Sonreí al verlo pero volví a recordar. Por su culpa me habían secuestrado. Mi mano tocó su mejilla fuertemente y al reaccionar, supé que le había dado una cachetada. Mis manos viajaron hacía mi boca en sorpresa. Él frenó y casi nos salíamos volando.

—¡Joder!—gritó Ashton.

Me arrepentí de lo que había hecho.

—¿¡Por qué carajos lo hiciste!?—me gritó a mi.

—N-No lo sé—susurré.—Me desesperé.

—Claro.

Bajé mi vista a mis manos. Me arrepentí de lo que había hecho, pero aún así, no sentía nada. Lo miré y él estaba mirando directo a la carretera. Quería decirle que lo sentía, pero para que mentir. Voltíe hacía atrás para encontrar a Mónica dormida. Después de lo que le pasó, no creó que podrá dormir bien. La miré bien y ví todo su cuerpo lastimado. ¿Qué le diríamos a sus padres al llegar a casa? Primero tendríamos que parar en algún motel o algo para limpiarnos pero me daría vergüenza decirle a Ashton. Y más después de la cachetada que le dí.

—¿A-Ashton?—tartamudie.—¿Qué haremos?

—¿De qué-?—paró y comprendió.—Oh.

—Mhm.

Llegamos a un motel que estaba cerca de el área por donde vivimos. Él nos dejó en el cuarto para bañarnos mientras nos conseguía un poco de ropa. Mónica se bañaba mientras que yo exploraba el simple cuatro de una distancia de cien metros. Admiraba la sencillez y el pequeño tamaño de este cuarto. Desearía que mi vida fuera sencilla y pequeña en un modo positivo. Sin todos estos problemas y cosas que me han pasado estos dos días.

—¡Jane!—escuché a Mónica gritar desde el baño.—¡Pasadmé una toalla!

Agarré unas toallas del closét y caminé hacía el pequeño baño. Apenas y cabía. Le dí las toallas a Mónica y me metí yo a la regadera cuando ella salió. Estaba más sucia que con sangre. Me bañe lo mejor que pude y al terminar, me miré al espejo. Mi mandíbula tenía una pequeña raya roja pero se veía que sangró mucho. Suspiré y salí del baño.

En la cama, mi ropa estaba puesta suavemente. Era una camiseta blanca y unos pantalones negros con keds. Suspiré largamente y me empezé a secar. Nadie estaba. ¿Dónde estará Mónica? Me sequé el cabello y me empezé a poner mi ropa interior. En esos momentos sentí que la puerta se abrió, pero pensé que era solo mi imaginación. Pero al voltear a ver si solo era  mi imaginación, no lo era. Ashton estaba en la puerta observandomé. Mis ojos estaban bien abiertos, mientras que los suyos y su boca también. Grité y él se rió. Le lanzé la almohada que tenía al lado y lo golpeó. 

—¡Veté!—le grité.—¡Deja de verme!

—¡Va!—se continuó riendo.—¡Va!

Al salir del cuarto, no podía ver a Ashton a la cara. Chequé mi teléfono y tenía más de 100 llamadas perdidas. Me mordí el labio y al querer llamar, no tenía dinero. Suspiré y me dirijí al carro de Ashton. Él nos llevaría a la parada de autobús más cercana para que Mónica y yo nos fuéramos a casa.

—¿Por qué no nos llevas tú,guapo?—preguntó Mónica guiñandole el ojo a Ashton.

—Razones—dijo Ashton un poco incómodo.

—Como digas,querido.

Ashton paró al lado del pavimento donde estaba la pequeña parada de autobús. Mónica fue la primera en bajar y yo me quedé unos momentos con Ashton. Lo observe por unos momentos, pero después agarré la manija de la puerta y la abrí. Me salií, la cerré y observe si Ashton me estaba mirando. Y sí, sí estaba haciéndolo. Le dí una pequeña sonrisa y él se esfumó. Suspiré y subí al camión junto a Mónica.

—Que chico más raro—dijo Mónica.

—Sí,sí—dije desinteresada.

Llegamos cerca de la una de la mañana del Lunes a mi casa y había más de quince carros de policía afuera de ella. Mi madre estaba cubierta en su suéter y mi padre la abrazaba. Sus ojos estaban rojos y su cara tenía una expresión de angustia. Todo esto era mi culpa. Pero lo hizé por Mónica. No les podía decir lo del secuestro.

—¡Mamá!—le grité.

Mi madre voltió y su cara se iluminó. Corréo hacía mi y me abrazo fuertemente. Extrañaba sus abrazos con muy poco de tiempo sin verla. Mi madre era una de las pocas personas en las que podía confiar. Ella contenía todos mis secretos como un diario y los guardaba junto a ella hasta su tumba.

—¿Dónde estabas?—preguntó.—¿Y por qué traes ropa diferente?

—Y-Yo e-estaba...—Mónica me interrumpió.

—Fue mi culpa, Señora Humphrey—Mónica bajo su vista al piso.—Me perdí en el bosque y le pedí que me fuera a buscar y se tardó demasiado en encontrarme.

—Las estuvimos buscando en tu casa—empezó mi padre acercandosé a nosotros.—Estabamos muy preocupados.

—Perdón—miré mis pies.—No-la tenía que encontrar.

—Entendemos tu preocupación por Mónica,Jane—mi madre besó mi frente.—Pero nuestra preocupación es más grande.

—Lo entiendo—seguía mirando mis pies.

—Entonces entenderas tu castigo de un mes,¿no?—preguntó mi padre.

—Sí papá.

Mónica me miró y yo traté de sonreirle, pero no podía para nada. Un mes sería demasiado y no tendría posibilidades para nada. Pero por lo menos ví a algo o mejor dicho alguien que nunca olvidaría.

Ultimátum » punk a.i.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora