CAPITULO 19: Almas...

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¿Me beso?, sus labios, tan suaves y dulces.

Me empezó a besar con timidez, pero al ver mi respuesta positiva empezó a aumentar la intensidad. Me sentía en el cielo, lo cual es irónico, teniendo en cuenta nuestra condición actual; es irónico saber que acababan de morir personas por el odio, pero que yo me acabo de convertir en una nueva por el amor.

Aquel pensamiento exploto esa hermosa burbuja que Diego había creado, haciéndome volver a la realidad de terror y muerte que reinaba en nuestro oscuro ambiente, con mucho dolor y vacilo alejo mis labios de los de el, al darse cuenta de mi intención coloca rápidamente una de sus manos en mi cadera y la otra en mi mejilla derecha; y me besa intensamente, después de unos segundos se aleja con mi labio inferior entre sus dientes, cuando lo suelta hace una sonrisa de medio lado mostrando su hoyuelo. Yo estaba totalmente hipnotizada con sus labios, pero cuando por fin salgo de mi transe alzo los ojos avergonzada a los suyos; aquel brillo que tenían me intimidaron, mostraban muchas cosas que yo misma sentía, ¿también tendré yo ese brillo juguetón?

"Había un niño muerto...y los cuatro oficiales." Escucho una voz en mi cabeza diciéndome una y otra vez esto, un escalofrió lento me recorre toda la espalda, como si los mismos muertos estuviesen esperándome a mi también.

-Diego...- Le digo todavía pensando en las muertes.

El me mira y supongo que vio mi miedo y culpa reflejado en los ojos; la vergüenza de aquellas muertes estaba plasmada en mi cara... y sobre todo en mi alma. Diego me da un abrazo protector, uno de esos abrazos en los que sientes que jamás te va a pasar nada, en los que sientes el alma de el fundirse con la tuya, esos abrazos que son mas profundos y sinceros que cualquier beso, esos abrazos que te demuestras verdaderamente cuanto le importas a aquella persona.

-Todo va a estar bien.- me susurra mientras me acaricia el pelo y me besa la frente, posteriormente me coge la barbilla y me alza la cara para que lo mire a los ojos.- Te prometo que todo va a estar bien.- me da un suave pico y el abrazo termina, aunque no me deja de tocar puesto que entrelaza sus dedos con los míos, me sentí vacía al dejar de abrazarlo, me sentía expuesta, pequeña y débil; quería volver a abrazarlo, quería que el solucionara todo, solo quería olvidarme de esto y fundirme en su pecho... pero no puedo, no puedo dejar que otros carguen con mis cosas, ni conmigo.

Nos acercamos a los 22 pobres niños que se encontraban llorando, algunos se hacían los fuertes, pues no lloraban físicamente, pero en sus ojos, la ventana del alma, se les notaban que estaban rotos.

-Me tengo que llevar a los niños antes de que hagan conteo y se den cuenta de que no estas, es hora de que vuelvas y cuando te pregunten donde estabas; vas a responder que ahí, que jamás te moviste.- Diego se me acerca un poco mas.- Necesito que por favor te vallas. Dentro de poco harán conteo, y si no te ven...

Le beso antes de que pueda terminar su idea, no quiero que piense en eso, pero tampoco quiero irme. Cuando me alejo le sonrió con tristeza.

-Por favor ten cuidado.- le digo en un susurro casi intangible.

-Estaré bien mi princesa.- me sonríe y me besa rápidamente, la decepción aflojo en mi pecho, puesto que no pude saborear bien sus labios antes de que se alejara.- Ve con cuidado y rápido.

Me aprieta la mano y se la suelto lentamente, me guiña un ojo y le sonrió. Me volteo y veo a los niños, les sonrió he intento expresarles la culpa y remordimiento que siento por lo ocurrido, todos los niños me devuelven la sonrisa, unos con lastima, otros con pena, pero todos con el mismo sentimiento. Una pequeña niña se me acerca y me abraza.

-Gracias.- dice en un susurro y se pone a sollozar en mis piernas.

Sus actos me tomaron por sorpresa; Algo en mi corazón se rompió, mientras que al mismo tiempo nacía algo nuevo, algo hermoso. Miro la pequeña cabeza de la niña y la empiezo a acariciar, escuchar su llanto hizo que en mis ojos brotaran unas cuantas lagrimas. De repente siento que otros brazos me abrazan y en menos de unos segundos ya estaban todos los niños abrazándose mutuamente, al ser yo el núcleo de tantos sentimientos se me es imposible contener la compostura; y lloro, lloro con el alma y el corazón, lloro la muerte de ese niño, lloro la muerte de esos guerrilleros, lloro el abandono de todas aquellas bellas almas inocentes, que en aquel momento me abrazaban, almas abandonadas y dejadas a su merced, pero almas fuertes, almas puras.

Cuando poco a poco los sollozos de todos los niños se unen a los míos y de la pequeña niña, alzo la vista, y veo que Diego se limpia los ojos y me mira con orgullo. Un sentimiento de satisfacción recorre todo mi cuerpo y  en vez de llorar de pena y tristeza, queria llorar por dicha y alegría. Los niños se van alejando y limpian sus lagrimas, yo los saludo con la mano y me voy caminado, cuando ya casi llego al camino para ir al refugio, una fuerte mano coge la mía y me voltea, caigo en el pecho de Diego, he inmediatamente sus brazos me rodean, me da un apretón y me besa la frente.

-Te quiero.- Susurra rápido; cuando alzo la cabeza para comprobar lo que había dicho me suelta.- Ahora corre, ¡corre!

Le sonrió rebosante de alegría y hago lo que me dice, corro.

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⏰ Última actualización: Oct 21, 2016 ⏰

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