Capítulo 10 - ELIE: Nuevo comienzo

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Había escapado. Elie había logrado salir de la estación de policía. Volvía a huir. Corriendo entre llanto, ahora disimulaba más con las nuevas ropas que su agresor le había dejado. Tenía claro lo que necesitaba, debía volver a encontrar al policía que la había ayudado, ¿o era el cómplice de todo? ¿En quién confiar? Ni en ella misma pues de ella nada sabía, ni su nombre, ni su edad.
     Terminó ocultandose debajo de uno de los puentes de la ciudad, el punte cubría un desnivel amplio por el que pasaba agua por el medio, como un río, un acueducto. A las orillas de este río estaba ella, tan frágil y asustada, con tanta hambre que deliraba, divagando en su propio pensamiento, miró el extendido Valle que le ofrecía la vista debajo del puente, miró los autos pasar, los edificios alargarse hasta las nubes y otros por debajo más pequeños, miró a las personas, siendo ellas mismas, sin necesidad de ayudar a alguien que claramente pedía a gritos algún favor.
      Miró un cartel, como el que había visto esa misma mañana, la cara del hombre, su nombre, las palabras. Todo era tan familiar.
«Jerry Lane» se dijo antes de desmayarse.
      Cayó sumida en sueño. Siendo ausente Morfeo. Las horas de la noche comenzaron a pasar, y que si esa noche fuera de invierno hubiese muerto. Pero no lo hizo, esa noche no era invierno, y entre la oscuridad alguien la cobijó. Al despertar por los rayos de luz nueva del sol matutino, se vio frente a un plato de comida al nuevo día, siendo consumida por el olor delicioso que le propinaba la comida, ignorando al principio el arropo con el que había dado cara al amanecer. Miró a su alrededor, intentando saber quién la comida le dio, mas no encontró a nadie, y pocas eran las personas que pasaban por ahí a esa hora.
     Aunque temía de su procedencia, también el estómago se postró débil ante la debilidad. Y cediendo ante el instinto, comió el desayuno servido en un plato de cerámica blanco, amplio a rebosar de alimento.
     Estaba feliz, alguien, quien fuera, fue su auxilio, con nueva luz afrontaría el porvenir.  Al ponerse de pie sacudió el polvo de su ropa y se decidió a la aventura, puesto que nada más había cómo opción. Elie, pese a su inexplicable poder, era ahora también una fugitiva, había matado a un hombre, y en su vago entendimiento del mundo sabía que aquello se catigaba. Afrontó su destino.

Entropía.Where stories live. Discover now