~ 2 ~ Hey Moon, Please Don't Go.

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En verdad, aprecio demasiado a cada persona que se ha tomado mínimamente 1 minuto para leer un poco acerca de éstas historias  y sentimientos tan profundos y oscuros, en verdad incluso si no hubiesen muchas personas viéndolo, aprecio a cada una de ellas, gracias por cada momento de su tiempo que me brindan.
Continuando con donde dejamos, seguramente de niños todos hemos imaginado que en la oscuridad, en aquellos recónditos rincones de nuestra habitación se hallaban monstruos a los cuales les temíamos al momento de apagar las luces e ir a dormir, temblar ante el pensamiento de que había algo que nos observaba vilmente entre las sombras, causandonos pesadillas que con el tiempo, nos dejaban temores aún mayores.
Cuando uno crece, se da cuenta de varias cosas, una de ellas, es que esos monstruos, a los que tanto les temíamos, en realidad nos temen a nosotros, que se refugian en aquella infinita oscuridad, fingiendo que nosotros no existimos, deseando que ignoremos su presencia, en esta profunda oscuridad, nadie nos puede juzgar, aquí, los únicos jueces y verdugos somos nosotros mismos, quienes definen que está bien y que está mal, somos los dueños de nuestra propia conciencia, que, con el tiempo acabara por volvernos locos ante tanto sufrimiento.
Somos tan vulnerables a todo, somos frágiles como una fina copa de cristal tintado de negro, con unos ligeros tonos rojizos sangre, que con la simple brisa, es capaz de romperse en mil pedazos, somos capaces de volvernos fuertes, pero la única forma de poder lograrlo, es sufriendo, siendo apuñalado una y otra vez, que nuestros propios cristales rotos se conviertan en nuestra armadura que nos ayude a soportar el pesar de cada golpe, se siente como si el dolor fuese placentero, cada vez que sufrimos, sabemos que nos volveremos un poco más fuertes, somos frágiles a tal punto, que nuestra poca inocencia que poseíamos al ser unos niños, es rota una y otra vez en cada intento de destruirnos definitivamente, horas y horas somos capaces de estar tirados en nuestra cama, tapados hasta la cabeza, con nuestra fiel compañera y mejor amiga, la oscuridad.
En las noches más oscuras, donde se siente que no hay ningún tipo de salida a los problemas, solo basta con abrir la ventana, o subir al tejado, y sentarse a presenciar a quien ha estado mas solitaria que nosotros durante millones de años, la luna.
Vemos a ese cuerpo pálido, que cambia con el paso de las semanas, solitario en el cielo estelar, noches en las que no hay ni una sola estrella haciéndole compañía, la luna se encuentra allí, sin importar que su única y fiel compañera sea la noche tan oscura, dan ganas de ver a la luna, y con los ojos humedecidos por las lágrimas, susurrar: "por favor, no te vayas luna" deseando que aquel astro se quedase iluminándolos durante toda la noche, pedirle que sea nuestra compañía, que ella no se vaya, es uno de los únicos momentos, en los que deseamos que la noche no acabe.

Oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora