De a poco, aún metido en éste trance somnoliento, me despierto; abro mis ojos con suma lentitud, suspirando por haber despertado sin haber acabado ese presunto buen sueño (o para muchos otros, una pesadilla), trataba sobre un mundo sumido en la oscuridad, con un sol oscuro iluminando tenuemente en tonos grisáceos aquellas calles vacías de mi ciudad, levantaba la cabeza hacia el cielo y no veía un solo pájaro cantando, o mosca revoloteando por los alrededores, era un mar de silencio, era capaz de oír mi propio corazón latiendo a destiempo, impactado por esa calma, como si por primera vez en mi vida, estuviera en paz conmigo mismo.
"¿Estaré muerto?", fue lo primero que pensé, jamás había en toda mi vida, experimentado un sentimiento tan profundo de tranquilidad, me veía a mi mismo recorriendo incontables calles bañadas por esa luz tan gris, durante éste surrealista viaje, paseaba por lugares que yo conocía, la escuela, mi barrio, paseaba por cada lugar que alguna vez significó algo para mi, y acabe aquí, frente a la puerta de mi cuarto, en ese instante mi mano temblaba al acercarse al picaporte, temeroso de lo desconocido que nos deparaba en éste mundo donde el tiempo, el espacio, y el sonido se encontraban perdidos en sí mismos.
No llegue a tomar el picaporte, que en ese instante desperté de mi sueño, aún confundido, me senté en la cama, tome mi cabeza tratando de reaccionar, "supongo que hasta aquí llegó", susurré, aún estaba muy oscuro, miré el celular, "3:48 A.M.", había dormido apenas y unas cuanta horas contables con los dedos de una sola mano, me tire en la cama con los brazos sobre la cabeza recordando cada instante del sueño vivido, ese deseo egoísta de paz, de silencio, ese deseo de morir, o de vivir en un mundo donde todos los demás estuviesen muertos.
Vivir o morir, hay solo una delgada línea que separa nuestro cuerpo de estos dos estados tan opuestos, será por costumbre, o por falta de valor, pero más de uno decide vivir a pesar de que la vida lo llena de mierdas, mejor dicho, no es costumbre, es valor, valor y firmeza, son capaces de soportar cada tormenta como si de aquella casa de los tres cerdos hecha de ladrillos de aquel cuento infantil se tratase, y esa tormenta fueran los soplidos insistentes de un lobo que espera ansioso a nuestra rendición para devorarnos, pocos son aquellos que logran cruzar esta delgada línea y llegan a poder descansar felizmente en el mundo de los muertos, y otros tantos, como yo, somos aquellos que nos quedamos en este Limbo redundante del que nuestro único escape, son aquellas noches en las que nuestros demonios se toman un descanso, sintiendo aquello que Dios jamas sintió por nosotros, piedad.
Si algo no hay que perder jamas, son nuestros sueños, infinitos, llenos de posibilidades donde en cada uno de ellos podemos hacer lo que sea que nos ocurra, donde solo muy pocos son capaces de encontrar una verdadera paz, como si de morir se tratase, hay quienes le llaman "morir momentáneamente", bella expresión dada por almas que viven torturadas durante cada instante en el que están despiertas, a veces, todo lo que necesitamos todos, es morir durante un rato, olvidarnos de cada una de nuestras preocupaciones, cada uno de nuestros problemas sin importar la gravedad de estos, soltar un último respiro, como si se tratase de nuestra alma saliendo vigorosamente de nuestro cuerpo, con el fin de alcanzar un plano astral superior, ir a un lugar donde los sueños existen, donde lo imposible es posible, y no solo es posible, sino que somos capaces de sentirlo real.
"¿Qué tiene de malo morir por un rato?", me pregunté mientras me volteaba hacia un lado, cerraba lentamente mis ojos, como despidiéndome una vez más de mi vida, aunque sea, por unas cuantas horas más; y volvía a "morir".
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Oscuridad.
סיפור קצרAquí describiré algunos de los sentimientos causados cuando la oscuridad invade mi vida.