Ella... Bela...

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Otro día de mierda, me desperté a las 4 de la madrugada, porque James se apareció en mi habitación, con dos maletas y mas enfadado que nunca. Después de decirme las dos palabras mas sinceras que nunca me habían dicho, "te odio", se fue de casa. Mis padres sabían que iba a pasar, por eso no les afectó en lo absoluto.
Curiosamente hoy tengo ganas de ir a la psicóloga y escuchar las estúpidas palabras de gente que me importa una mierda. Quiero olvidarme de la mierda que me rodea por un par de horas. Esta vez no voy a irme a un parque a recordar, aunque esa también es una buena opción para olvidarme de todo un poco, pero tengo que agradecer a esa mujer por mentir y compadecerse de mi.
En el psicólogo.
-Oh, Annie, ¿como te encuentras? -me pregunta la psicóloga nada mas me ve aparecer por la puerta.
-Eh... Bien... Esto... Gracias... -digo en voz mas baja de lo que pretendía, pero lo suficientemente alta para que me entienda.
-¿Por mentir a tu padre diciéndole que si habías venido? Es un placer. Por cierto, hoy salimos antes.
-Oh... Gracias.
Al acabar la cita con el psicólogo.
Aquí si que se respira aire y no eso asqueroso que huele a marihuana y mentol.
Esa muchacha sentada al otro lado de la calle, llorando y con una foto, me resulta familiar. ¡Ya sé quien es! Es la chica que aparecía jugando conmigo en aquella foto... ¿Se supone que es ella mi hermana?
-¡Bela! -grito para asegurarme de que es ella, aunque ya estaba completamente segura.
Al parecer ella también me ha reconocido al instante, y aunque no entiendo por qué, se levanta bruscamente y sale corriendo, yo, obviamente, la persigo, necesito hablar con ella.
Llevamos unos 3 minutos corriendo y no para, no logro alcanzarla y eso me frustra. Oh, gracias al infierno, se ha tropezado y se ha caído, nada grave, pues ha caído en hierba, pero gracias a eso la he podido alcanzar.
-Al... Fin... -digo jadeando, aun exaltada por la carrera- ¿Estás bien?
-Por favor, alejate de mí, no sé como sabes quien soy, pero no hagas esto.
-¡No! Estoy harta de que todos me oculten cosas.
-Mira, nuestro padre me echó de casa a los 15 años por quedar embarazada. Nunca me dejó estar cerca de ti desde un último día juntas en el parque. No quiso que entablaramos ninguna conversación desde entonces, y ahora que he descubierto que... Han muerto... No voy a desobedecerlo, no hoy, por lo menos, toma, mi numero. Adiós. Te quiero -me entregó una pequeña hoja con un numero telefónico, y se marchó.
Voy a aprovechar el último tiempo que me queda sentada en una banca de el parque al que hemos llegado.
No puedo aguantarlo más y se me van las lágrimas, es injusto, todo es tan injusto...
-Ehhh, hola, ¿que te pasa? -la voz de un chico me saca de mis pensamientos, que la mayoría de veces están cargados con imágenes de el día del accidente.
-Nada, nada, pero gracias -ahora que me fijo bien, es un chico de mi edad, a lo mejor de uno más, bastante atractivo y de ojos claros.
-Pues entonces no llores, tu hermoso rostro empeora cuando lloras, y eres muy linda, no quieres dejar de serlo -una sonrisa se escapa de mis labios sin permiso, pero me encanta.
-Aunque sé que es mentira, gracias... De nuevo.
-No, no es mentira -dice, y juraría que por su tono de voz no miente, lo juraría si no me viera todas las mañanas en mi espejo- soy Aron, 18 años, encantado.
-Annie, a punto de cumplir los 17, encantada.
-¿Ah, si? ¿Y, cuando los cumples? -El 22 de este mes.
-Anda, ya queda muy poco, solo una semana y tendrás definitivamente 17 años.
-Lo estoy deseando -digo, resaltando el tono sarcástico, porque, de verdad, no quiero cumplir 17- bueno, debería irme.
-Si, si, y yo. ¿Puedo volver a verte?
-¿No tendrás cosas mas importantes que volver a ver a una idiota que lloraba amargamente en un parque?
-Pues, la verdad, creo que es lo mas divertido que puedo hacer en la semana.
-Está bien.
Digo, y nos intercambiamos los números.
-Adiós, Annie.
-Adiós, Aron.
Y cada uno sigue su camino.

CADA UNO SE SUICIDA COMO QUIEREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora