Caminamos hacia el patio del vecino que vivía a lado que nunca estaba en su casa, entramos por la puerta trasera.
Cruzamos la pulcra cocina, todo estaba ordenado y limpio.
- Huele como cuando Susan limpia la casa.
- El señor Medina es muy limpio.
Anthony hizo una mueca que no entendí y seguimos caminando hasta entrar a su cuarto que si estaba en lo correcto colindaba con la cocina de mi casa.
- ¿Escucharemos algo desde aquí?
- No sé.
Pego su oreja a la pared por un momento.
- Nada. No se escucha.
Fuimos al patio. La ropa estaba colgada, solo camisas y pantalones de vestir, siempre me había parecido que mi vecino tenia buen gusto para la ropa.
- No digas nada... -era la voz de Jhonny- además ¿a ti que te importa?
Por su voz se notaba que estaba discutiendo con alguien.
- Pero ella ya no existe, así que no la menciones.
- Habla de ti -dijo Anthony entre susurros.
Había unas cajas apiladas que decían cerámica, me subí en ellas para tener una visión de mi hermano, cuando lo vi tenía la cara echa una furia; pocas veces lo había visto tan enojado.
Y ahora me daba cuenta que tenía un cigarro entre los dedos.
- Algo está mal, muy mal -dije a Anthony.
- ¿Qué?
Sonó impaciente porque él no podía asomarse como yo sin que lo viera.
- Jhonny no fuma. Esta con un cigarro en la mano.
Se llevó el cigarro a la boca y le dio una larga calada.
- Te dije que no vengas, solo empeoraras las cosas.
Escuchó a quien sea que estuviera al otro lado de la línea.
- Nadie te quiere aquí tampoco y ya deja de molestarme.
Colgó y guardó su celular en el bolsillo trasero de su pantalón. Siguió fumando hasta que el cigarro se hizo pequeño y lo tiro al piso, con ayuda del zapato lo oculto con la tierra del jardín.
Se metió a la casa y yo me puse a la altura de Anthony.
- ¿Qué paso?
- Jhonny no fuma, no entiendo que pasa.
- Quizá nunca fumo delante de ti.
Volví a subirme para ver si había algo más, pero nada. Si quería saber algo tenía que entrar.
- Espérame aquí -le dije.
- No, espera ¿y si viene el dueño de la casa?
- El señor no viene hasta más tarde, no te preocupes.
Yo sabía que el señor Medina trabajaba todo el día, dicho eso cruce la pared hasta mi casa. Entre por la puerta del patio. Estaba todo en silencio.
Llegué hasta la puerta de mi hermano que estaba cerrada, casi entro cuando escuche la puerta principal abrirse.
Era mi papá.
Se le veía cansado, tenía ojeras y parecía mayor de lo que era.
- Buen día -dijo mi mama con una media sonrisa algo forzada mientras salía de la cocina para recibirlo.
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Mi camino eres tu
RomanceKeilah fue vencida por su enfermedad y al morir dejo desconsolada a su familia. Sin lograr entender porque su alma continua en este mundo y con el fuerte deseo que ayudar a recomponer su hogar se conoce con un joven que puede verla y escucharla sirv...