UNA ESPERANZA

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¿Cómo era posible esto? No tenía ninguna respuesta, lo único que sabía es que este hombre podía escucharme.

- ¿Hola?

Estaba con los ojos saltones ante el asombro.

- Hola -respondí de la manera más suave de la que fui capaz.

- ¿Quién eres?

Miraba por todos lados como queriendo identificar de donde provenía la voz.

- Me llamo Keilah.

- Soy Alberto, mucho gusto.

Nos quedamos callados.

- ¿Hola?

- Sigo aquí.

Era muy extraño, no sabía que decir, esto era incluso peor a la primera vez que hable con Anthony.

- ¿Cómo me encontraste?

Me lo pensé un poco antes de responder porque yo no estaba buscando a nadie en primer lugar; esto había sido por completo casualidad.

- Yo soy amiga de Anthony.

- ¿El hijo de la dueña?

- Si

- Sabia que algo extraño había en ese chico.

- Él no tiene nada extraño -defenderlo era algo natural en mí.

- ¿También puede escucharte?

- Él puede verme también.

- Vaya -su expresión de volvió curiosa- tiene el don completo.

- ¿A qué te refieres?

- Esto -se señaló a sí mismo- es un don. No sé como pero solo ciertas personas podemos sentir, escuchar y ver.

- Un don de Dios.

Lo pensó un momento.

- Aunque a veces duele tenerlo.

- Lamento lo de tu hermana, no era mi intensión escuchar a escondidas es que no sabía que podrías escucharme.

- ¿Escuchaste todo?

- Si -agaché la cabeza a modo de vergüenza, aunque no podía verme.

- Ella me hablaba, la primera vez que la escuche fue luego de su funeral -sonrió ante el recuerdo- me asusté tanto y no dije nada a nadie o me creerían loco. Me contó las razones por las que lo hizo. Y que ahora ya no sentía dolor.

- Lo lamento.

- No entiendo como no notamos nada.

- Es difícil notar a las personas deprimidas si no quieren que los demás lo vean, seguro ella no quería que se dieran cuenta.

- Si hubiera sabido el dolor que ella atravesaba, habría hecho algo para ayudarla.

- Debió buscar ayuda en Dios.

- Ella no lo quería, la única ayuda que encontró fue suicidarse. Mis padres quedaron devastados con eso, ellos no están aquí ahora se han mudado al norte.

- Quizá un cambio fue lo mejor para ellos.

- Se destruyó la familia ¿oyes eso Wendy? ¡Destruiste a la familia!

Dio una risa sarcástica.

No sabía que decir ya que era evidente que Wendy no estaba aquí.

- Y luego solo dejas de hablarme como si la única que importa aquí eres tu ¡que egoísta eres! -gritó- abandonaste todo en la vida, no te importó. Tu solo fuiste cobarde.

Mi camino eres tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora