Nos quedamos así, un rato agarradas de la mano, mi corazón latía fuerte no sabía si estar satisfecha o no.
El rato avanzó y ya era la hora de volver.
Ella estaba seria, no se si tenía puesta la máscara o en verdad no sentía nada. No la comprendía lo suficiente en ese momento, pero una sonrisa no dejaba de asomarse en mi rostro.
Nos levantamos las dos al mismo tiempo, quedamos las dos cara a cara con nuestras manos juntas y a un lado el lago, al otro estaba el enorme árbol que parecía moverse lentamente a nuesto encuentro, una bocanada de aire pasaba por nosotras, ella desvió su mirada de mi y miró otra vez la punta de sus piés.
Su celular sonó y atendió, pero sin soltar mi mano.
Florencia: ¿Papá?... ¿Cómo que Mili está en el hospital?...¿De la escalera?... Ya salgo para ahí... Es mi día libre pa... ¿Dónde se pegó?... ¿En la cabeza?... No papá, no... Ya voy.
Su cara se tornó más seria y los ojos se empezaron a inundar de lágrimas, esos ojos verdes brillantes se habían vuelto opacos, me miró y dirigió su mirada al piso.
Toqué su mejilla, me agaché para que pudiera verme, enderezó su cabeza y una lágrima se resbaló por sus pómulos.
Victoria: ¿Que ha pasado?
Su voz se quebró.
Florencia: Mi hermana... Rodó por la escalera y se pegó en... La cabeza. Debo ir al hospital como pueda. Ella es mi... Mi todo. ¿Si algo le pasa?
La abracé, puso su cabeza en mi pecho, acaricié su pelo corto y dejé escapar un suspiro.
Victoria: Te llevaré, estaré ahí y cualquier cosa que necesitennte voy a ayudar. Además la librería puede esperar. Mira la hemana que tiene, ella será fuerte.
La separé de mi y la miré a los ojos.
Victoria: Vamos.
La tomé de la mano y cuando fuí a avanzar me detuvo.
Florencia: Mi papá no sabe que soy... Ya sabés... Siempre prometí que se lo ocultaría hasta el día de mi boda.
Victoria: Tu y yo somos completas desconocidas cariño, si quieres puedes decir que soy tu amiga y no decir la fecha de cuando nos conocimos.
Florencia: Fué el 2 de agosto...
Cuando nuevamente fuí a avanzar me volvió a ella. Otra vez estuve tan cerca como para ver cada detalle de su rostro, recorrí nuevamente las comisuras de los labios, sus ojos verdes que todavía se veían opacados, otra lágrima resbaló. En ese momento hice lo más estúpido que hice en mi vida.
Victoria: Mirá, te manchaste con el helado acá ¿Vas a ir así?. -dije señalando el pecho.
Miró la punta de mi dedo, me agaché para quedar a su altura, giré un poco mi cabeza y miré sus ojos que estaban situados arriba de los míos, me acerqué más y la besé. Bajé mis manos a su cintura y ella las cruzó atrás de mi cuello, yo era más baja que ella, estábamos hechas perfectamente la una para la otra, creo que aún lo estamos...
Sus labios eran totalmente suaves, yo corté el beso, nos quedamos por unos segundos con los ojos cerrados, nuestras frentes tocándose formaban un tacto cálido y agradable. Su respiración era lenta y despreocupada como si se hubiera olvidado de esa llamada.
Victoria: Vamos. -volví a repetir.
Tomó mi mano he hicimos el mismo recorrido por dónde habiamos llegado, nada más que esta vez nos dirigimos al vehículo que estaba parado solo.
Le abrí la puerta he hice una reverencia para que entrara.
Otra vez intentó sonreír pero no lo logró, solo una mueca se asomó en su rostro.
Cuando el auto se puso en marcha ella preguntó:
Florencia: ¿Por qué haces eso?
Le tiré una mirada de asombro.
Victoria: ¿De qué hablas?
Florencia: Oh vamos... Me besaste, no me conoces, no sabes nada de mi, nunca habías besado uma chica en tu vida, no sabés lo que le puedo hacer a las personas, soy el daño pero en persona.
"Créeme que se todo eso".
Respiré hondo y la miré de costado.
Victoria: Te besé y nunca había besado abuna mujer, estoy consciente de eso... Mmmmm... No se nada de tí, pero tú tampoco de mi, pero las dos sentimos como si siempre lo hubiésemos hecho. Daño... El daño es mi amigo. Si quieres nunca más me acercaré abti, pero ahora no importa lo que a pasado en estas últimas semanas de nuestras vidas, hay una persona importante que te necesita y vos me necesitas a mi.
Intenté sonar lo más natural que pude, pero en realidad mis manos habían empezado a sudar y resbalarse del volante.
Creo que mi respuesta fué suficiente para ella, pero de algún modo nonlo fué para mi.Llegamos al hospital que estaba casi en el centro de la ciudad, antres de entrar le mandé un mensaje a Sofía que ella atendiera la librería y que no sabía cuánto iba a demorar.
Entramos las dos totalmente inseguras, las piernas me temblaban, mi cabeza era um completo caos. ¿Que hacía yo con una desconocida en un hospital?
Preguntó por su hermana a una recepcionista morocha, que tenía atada una colita en su nuca y una sonrisa totalmente blanca. Nos dió el número de la habitación y las indicaciones de como llegar.
Tomamos un ascensor en completo silencio, en el piso cuatro, recorrimos una serie de pasillos que parecían laberintos, algunos con médicos, enfermeras o familiares preocupados.
Florencia se detuvo frente a una mujer castaña, no se parecía nada a ella, luego junto a un hombre con pelo negro y ojos verdes, muy brillantes parecidos a los de ella. A su lado habían dos niños, uno de 16 años y otro de 12, los dos estaban sentados y apoyados en sus codos.
Pusieron al tanto de lo que pasaba a Florencia, al parecer no era mada grave, yo me quedé en silencio alejada de ellos hasta que me hizo una seña para que me acercara, caminé y saludé con una sonrisa, estreché noestras manos y empezamos a hablar de lo que realmente sucedía.
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Atardeceres
RandomVictoria llevaba una vida normal. Tenía una librería, su apartamento, un pequeño auto, un novio "perfecto", dos incondicionales amigas, una famila excelente, un amor eterno a la música...pero se sentía vacía. Encontró a una persona que la hizo dud...