Tormenta

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Victoria: -¿Entonces se desmayó? ¿Pero no tiene nada?.
El padre de Florencia asintió con la cabeza.
Fabricio: Mili estaba ensayando un baile para Tefy .-dijo el niño más chico, mientras tomaba la mano de Florencia. La miró. La miró como un niño mira a su héroe una vez más, luego de tantas veces.
Ella miró otra vez la punta de sus piés y apretó la mano del niño.
Victoria: -Estoy segura que luego lo hará de nuevo. ¿Por qué no bailan ustedes también?
El niño sonrió y dijo:
Fabricio: ¿También lo harás tú también?
Miré a Florencia buscando una mirada de aprobación, pero ella se limitó a reír.
Victoria: -Soy mejor contando historias que bailando.
Florencia: -Podría cantar.
Reí un poco y crucé los brazos a la altura del pecho y miré la puntas de mi piés.
Agustín: -¿Te gustan las canciones que escucha Tefy?-era la primera vez que el hermano más grande hablaba- Porque si es así me niego a bailar.
Florencia le lanzó una mirada fulminadora.
Victoria: -Oh,  tranquilo. Podemos componer una.
Los ojos de los dos niños se abrieron y ella me miró como si no entendiera nada.
Fabricio: -¿Sabés tocar algo?
Victoria: - Se algo de guitarra, piano y batería. Pero nada más.
Juana: -¿Y a que te dedicas? -la señora que parecía ser la madre de los niños pero no de Florencia me dirigió la palabra, parecía agradable, pero no sabía nada de ella.
Victoria: -Tengo una librería y soy una escritora, estoy empezando como profesional... Hago lo que me gusta.
La mujer sonrió.
Marcos: -¿Cómo conociste a Florencia?
La chica que estaba junto a mi se tensó. Abrió la boca para justificarse pero yo aclaré primero.
Victoria: -Hace uno meses fué a mi librería. -era tan loco porque esos "meses", quería decír "hoy mismo"- Hablamos y bueno, tenemos muchas cosas en común y otras no...
Florencia giró la mirada para otro lado que no fuera yo. Pensé que había metido la pata, pero la respuesta fué totalmente satisfactoria para su padre.
Agustín: -Estoy aburrido mamá. -el niño tomó la mano de la mujer y la miró directo a los ojos.
La mujer pasó su mano por el pelo  castaño de Agustín. Suspiró.
La mujer miró a Marcos. Marcos miró a Tefy, Tefy miró a Fabricio. Fabricio seguía mirándome.
Yo no sabía que hacer, Agustín me recordaba mucho a mi hermano, me acordé de una vez cuando a Toti la habían operado, yo no me separaba de la cama donde la habían internado y Samuel, mi hermano, no soltaba mi mano. Mia papás lo habían concebido para cuando seamos mayores tenernos el uno al otro y apoyarnos.
Entonces el hielo se rompió:
Fabricio: -No me queda batería en el celular, ya me aburrí.
Florencia: -Eso no pasaría si leyeras.
Fabricio: -¿Que hay de el PDF? ¿O los audiolibros?
Florencia volteó los ojos.
Entonces se me ocurrió contarles un cuento.
Victoria: -¿Y si yo les cuento algo?
Agustín se giró enseguida y tomó mi mano. Una oleada de recuerdos vinieron a mi cabeza y se despejaron rápidamente.
Lo llevé a unos asientos frente a las ventanas y la luz le tornaba unos ojos verdes secos pero brillantes y un pelo más castaño. Y le hacía una cara más niña.
Fabricio se sentó a mi lado y Florencia se mantuvo en el mismo lugar, no se acercó.
Victoria: -Bien... - frote las manos en mis piernas e inspiré -¿De que les gusta las historias?
Agustín: -De dragones o de galaxias.
Fabricio: -De acción y criaturas fantásticas.
Victoria: -Debemos combinar las cuatro cosas... Será de amor también.
Los niños guardaron silencio y se dedicaron a escuchar.
Victoria: -En el futuro el planeta tierra no es como lo conocemos, hay más metal que verde. Los planetas a nuestro alrededor son habitados por nosotros y los que se encuentran más lejos aún están bajo dominio de seres humanos que quieren tomar el dominio de todo lo que se conoce. Entonces para lograrlo habían mutado animales creando criaturas míticas extraordinarias como dragones voladores lanza llamas, grifos gigantes, un gran fénix que con sus alas podían cortar cualquier cosa y... Grandes cíclopes que podían moler cualquier cosa que se pusiera en su camino, treants totalmente asquerosos, habían creado a hidra, con el doble de cabezas, cientos de minotauros con fuerza capaz de levantar un edificio de 15 pisos repletos de piedra... Y todo este ejército lo comandaba Melrrot un gran codiciado por tener a toda la raza humana, tenía a unos cuantos seguidores y también tenía a Agmantis su esposa... Que él la había secuestrado y obligado a casarse, ella era todo lo contrario a él, era bonita, alta, esbelta, con unos ojos verdes que mostraban su bondad, pestañas largas y... Era como Florencia pero con pelo largo y linda, no así de feita.- reí y los niños lo hicieron también- Agmantis tenía la esperanza de escaparse algún día y ayudar a los otros para que las criaturas quedaran libres igual que ella, pero cada intento de escape fue impedido. Pasaron los años y la guerra continuaba... Entonces Agmantis quedó embarazada de una pequeña niña llamada Tefyrus. En el bando contrario, a la raza humana sin criaturas la comandaba Leonarfil... (Lo siento no soy buena para poner nombres futuristas), él era apuesto y solidario, se había cazado con una mujer muy muy linda que había muerto al dar a luz a su hijo Rebecouc. Los dos niños (Tefyrus y Rebecouc) tenían la misma edad y eran hijos de los dos grandes líderes de batalla, un día Rebecouc fue mandado a explorar un planeta en el que supuestamente no estaba habitado, pero la verdad es que ahí se ocultaba Tefyrus cuando estaba cansada de la guerra, el planeta era naranja, con cráteres cada algún par de metros...Entonces su nave aterrizó justo al lado de una gran cueva donde ella se ocultaba. Entonces fue ahí que se vieron por primera vez. Estaban conscientes que eran rivales pero se hicieron amigos y cada vez que podían se escapaban a ese planeta para encontrarse sin que sus padres se dieran cuenta, una y otra y otra vez. Hasta que poco a poco se empezaron a enamorar. Leonarfil cautivado por la curiosidad decidió seguir a su hijo. Y los vio. Ambos enamorados pidieron a Leonarfil parar la guerro o ayudarlos a escapar. El jefe conmovido por este amor decidió pedir una tregua a Melrrot y le explicó la situación. Pero esto solo empeoró las cosas. Melrrot encerró a su hija en un planeta protegido por criaturas malignas y ahora, más que nunca estaba dispuesto a tomar el control de toda la galaxia, pero no le había dicho a su esposa el motivo del encierro de su hija. Cuando Agmantis se enteró, decidió escaparse para verla, para ella no era ningún problema porque sabía como controlar a las bestias. Entonces llegó hasta su hija y supo la verdad. Ella fue a buscar a Rebecouc y los ayudó a escapar. Huyeron a otra galaxia con algunas tribus de los dos bandos y se creó otro poblamiento. Cuando esto se supo la guerra terminó. Y Melrrot fue capturado... ¿Fin?
Cuando terminé el cuento el doctor vino y dijo que todo estaría bien. Me despedí de todos y me fui a casa. Todo había pasado tan rápido y en un día. Estaba confundida y exaltada.
En la noche llamé a Florencia.
No contestó.
Al otro día. Y durante una semana. No contestó.
Luego me rendí y me convencí a mi misma que todo había sido un sueño, que el día más loco y maravilloso de mi vida había sido una mentira, luego de dos semanas de este acontecimiento ya nada era igual, todo parecía monótono.
Pensé que nunca la volvería a ver.
Era un sábado, me habían invitado a salir pero no quise, en la noche se desató una gran tormenta. En el horizonte parecía que se estaba formando el apocalipsis. Me senté a mirar por la ventana, pasó una hora... Dos... Tres...
La tormenta se hacía cada vez más fuerte.
Yo era de esas personas que no creía que el amor toca a tu puerta.
Pero ese día Florencia lo hizo.
Estaba mojada y tiritando de frío. Los ojos verdes estaban más apagados que nunca.
Lo recuerdo bien, eran casi las once de la noche.
Cuando abrí la puerta recibí un abrazo, largo, algo mojado y confortable.
Decidí hacerla pasar y llevarla hasta el baño, le presté algo de ropa. Unos jeans míos, una camiseta que Luis había dejado y una campera.
Daba gracia verla porque le quedaba grande y parecía una niña chica.
Victoria: -Decime que pasó.
Florencia: -No... Promete que no le dirás a nadie.
Acepté.
Victoria: -Te quedarás en casa esta noche. Hay mucha tormenta y no te irás caminando, tampoco puedo llevarte.
Luego de una pequeña discusión aceptó ella también.
Y procedió a contarme lo sucedido esas misteriosas semanas.

AtardeceresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora