Capítulo 2

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Jack

Me desperté a la mañana siguiente porque notaba que alguien me estaba tocando la cara. Cuando abrí los ojos, vi a Maia sonriendome.

Anoche se despertó dos veces, pero por suerte sin fiebre. Le tuve que dar el jarabe y durmió sin ningún problema. A decir verdad, Maia era una niña muy tranquila. Lloraba muy poco a las noches y no daba casi ningún problema.

Al principio, pensaba que no iba a ejercer bien de padre. La primera noche con ella esa fue mi mayor preocupación. Pero las semanas fueron pasando y la verdad, con la ayuda de Jana y Collin creo que no lo hemos hecho tan mal. Las palabras del médico vinieron a mi cabeza: lo estás haciendo bien, chaval. Esas palabras fueron muy reconfortantes.

Después vino a mi mente Laura. Su hermosa sonrisa, su pelo rizado y sus ojos marrones. No había dejado de ver su rostro en mi cabeza hasta que me dormí. Me hubiera gustado haber podido conversar con ella un poco más pero como no fue posible, creo que algún día iremos a ver a Jana jugar, a ver si me la encuentro.

Maia se sube encima de mi pecho desnudo y empieza a jugar con mi nariz.

-¿Qué, tienes hambre princesa?

La niña empieza a reír y me tomo eso como un sí. Así que me levanto y me visto mientras que ella está en la cama jugando con un peluche que le regaló Collin. Luego la visto y vamos a la cocina, donde le preparo el biberón. Mientras le doy la leche, toco su frente para ver si tiene fiebre. Está un poco caliente así que decido bañarla. Como dice el refrán, mejor prevenir que curar.

Preparo la bañera de mi habitación y meto a mi niña dentro. Empieza a chapotear en el agua y luego ríe. Creo que su risa es mi sonido preferido del mundo. Ella me moja y yo a ella, y así estamos hasta que Maia empieza a temblar. Cojo la toalla y la seco, para luego vestirla. Yo también me he mojado, así que después me cambio yo también.

Justo cuando me termino de poner el jersey, suena el timbre. Abro y entra rápidamente Collin.

-¿Qué te pasa, tío?
- Jack, tú y yo esta noche tenemos plan. Hay una fiesta en casa de Alex, uno de mi clase. Se dice que sus fiestas son las mejores de la zona, y como me conoce, me ha invitado, y tú también vienes. Va a haber un montón...
- Ni de coña, Collin. Maia está enferma y no la voy a dejar sola ahora. Hoy no, otro día, por favor...
- ¡Janaaa!

La puerta de la habitación de mi hermana se abre de repente.

- ¿Qué quieres, pedazo de idiota? Como me hayas despertado para una tontería...
- Tu hermano no quiere venir a una fiesta hoy a la tarde porque Maia está enferma y quiere hacer de padre perfecto. Pero yo creo que tiene que salir en algún momento y me preguntaba si...
- Me quedaré con ella. Es mi sobrina y no me importa.
-¡No! De ninguna manera me iré a esa fiesta cuando mi hija está enferma. Collin, no voy a ir, no me vas a poder convencer...-replico.
-Jack, yo creo que es una buena idea.-dice mi hermana. Qué va a decir, adora a su sobrina y le encantaría pasar tiempo in con ella.- Tienes que salir un rato, conocer a chicas nuevas, y si luego surge, mejor que mejor. Eso sí, esta vez ten un poco más de cuidado, porque adoro a Maia pero otra niña más...
-¡Que no! ¡No voy a ir a esa fiesta y no me vais a convencer!-les digo.
- ¡Si!
-¡ No!
- ¡Si!
- ¡No!
- ¡Si!

Y antes de poder replicar, Maia empieza a llorar desde el salón. Vamos los tres corriendo y cuando me ve, sonríe y estira sus brazos para que la coja.

- Veis, mi hija me necesita, no puedo ir a una fiesta cuando no ha cumplido los tres meses.
- Jack, eso no es excusa. Vas a ir como me llamo Jana Collins, porque si no, no te voy a volver a hacer mi brownie de chocolate.

Vale, eso había sido una amenaza. Mi hermana hacía el mejor brownie de toda la ciudad, bueno, de todo el mundo. Y no hay que decirlo pero a mí me encanta. Pensándolo bien, tampoco iba a ser para tanto. Y unas horas de relax no me vendrían nada nada mal.

- Vale, está bien- acepté al final. Jana dio un salto de alegría. - Pero si pasa cualquier cosa me llamas, por favor. Y quiero que me mandes un mensaje cada hora, para decirme que está bien. Por favor, Jana.
- Siiiiii, te lo mandaré, no te preocupes. ¿Acaso no te fías de tu hermanita?- me puso una cara de perrito a la que no me pude resistir.
- Si, pero es que, si le pasa algo...
- Que no, tranquilo. Además, Laura, la amiga que vino conmigo ayer al hospital, va a venir, así que...
- De acuerdo. Pero a las 2 aquí, ¿vale Collin?
- Si, papá- me respondió este último con un toque de ironía en su voz.

Nos pasamos toda la mañana jugando con Maia, era nuestro centro de atención. Con las tonterías de Collin, mi princesa se reía mucho.

No le subió la fiebre, que era lo que me preocupaba. Así que a la hora de comer, como a ninguno nos apetecía cocinar, fuimos a un pequeño restaurante al lado de nuestra casa, que era donde yo trabajaba los fines de semana.

Se llamaba El Marinero y el dueño era un italiano muy agradable que se llamaba Giorgio. Era un restaurante acogedor que siembre estaba lleno, por su rica comida y por los bajos precios. Había sillones azules y pequeñas mesitas blancas. La fachada, estaba adornada con redes de pesca, cañas y bollas.

Entramos y mi jefe nos saludó con una sonrisa.

- Hola Jack, - me dio la mano.- Hola Jana, Collin - a mi hermana le dio un abrazo y al último, la mano, como a mí. - Hola Maia, ¿puedo cogerla? - Me preguntó.
- Claro, nos vamos a sentar.
Giorgio cogió a Maia y esta sonrió. No era la primera vez que veníamos, además de que al ser mi jefe, sabía de mi situación en casa. Le tenía mucho cariño, la trataba como a una nieta, ya que su esposa Maria y él no pudieron tener hijos, a pesar de que lo intentaron. María también nos ayudaba, sobre todo cuando trabajaba, ya que ella se quedaba con mi princesa sin problema.

-¿Qué queréis comer? - nos preguntó Alessia, la sobrina de Giorgio.
- Tres hamburguesas completas, dos coca colas y un botellin de agua por favor. - ella asintió y me sonrió. - Y por favor, ¿me puedes calentar el biberón de Maia?

Se lo di y se marchó con nuestro pedido.

- A esa chica le gustas un montón, colega.- me dijo Collin.
- Me importa poco, la única mujer de mi vida ahora mismo es Maia. No quiero ninguna relación ahora mismo, la verdad.
- Yo no estoy diciendo que seas su marido y que te cases con ella, solo... Ya sabes...
- Si, si, ya sé, pero mi respuesta sigue siendo la misma.

En el momento que Giorgio me trajo a mi hija, Alessia, traía el biberón caliente. La cogí y se bebió la leche rápidamente, se nota que tenía hambre. La metí en el carro y se quedó dormida de la misma.
Mientras tanto, nosotros comimos y después de pagar, fuimos a un parque cercano. Estuvimos jugando con Maia en la hierba y cuando volvimos al  apartamento, eran las 7 de la tarde.

Collin y yo quedamos en que yo le iba a ir a buscar, ya que tenía pensado no beber. Así que se marchó, dándome tiempo para prepararme. No tardé mucho, para ducharme y ponerme un pantalón vaquero y una camiseta negra no hacía falta mucho tiempo. Me dediqué el resto del tiempo a alimentar a Maia y a hacerla dormir.

A las 8:45, que era justo el momento en el que iba a salir, tocaron el timbre. Abrí la puerta y me encontré con Laura, mirándome con una sonrisa. ¿Es que nunca se cansaba?

- Hola Laura, pasa - dije, haciéndole un gesto para que entrara en el apartamento. Me contestó con un gracias, y se dirigió al salón, que es donde estaba mi hermana. Yo la seguí y después le comenté a Jana:

- Si necesitas cualquier cosa, llámame y en 5 minutos estaré aquí. Cualquier cosa, no dudes en llamarme.
- Que si, pesado. Anda, sal y pásatelo bien. Le daré el jarabe a las 10 y luego la volveré a dormir. No te preocupes, lo tengo todo controlado. Y además, Laura está aquí y me va a ayudar.

Laura asintió y después de despedirme con mi hija con un beso en la frente me dirigí al coche para ir a buscar a Collin.

Mi pequeña MaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora