Capítulo 11

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Laura

Eran las 11 de la noche y Jana se había ido hace un rato, diciéndome que su hermano iba a volver en seguida.

Me estaba quedado dormida, había sido un día agotador. Además, el médico me puso unos unas pastillas tranquilizantes, y estaba que no podía más. En cualquier momento se me iban a cerrar los ojos.

De pronto, la puerta de mi habitación se abrió, y un Jack trajeado entró, detrás de un carrito con comida, que no se podía ver.

Yo puse mis manos encima de mi boca. Estaba alucinada. No me hubiera imaginado, ni por un momento, que iba a hacer esto por mí, para tener esa cita que tanto había esperado.

Jack

Estaba nervioso, muy nervioso.

No sabía si la sorpresa que había preparado le iba a gustar. Cogí prestado un carrito del bar y preparé unos espaguetis para nuestra cita, que espero que le gusten. Luego me puse un smoking que tenía guardado en el armario, cogiendo polvo y me dirigí al hospital, no sin antes haberle mandado un mensaje a Jana para decirle que en seguida iba a llegar.

Cuando entro a su habitación y veo su cara, me alegro por dentro. Creo que le ha gustado. Pone las manos en su boca, como señal de asombro y abre mucho sus marrones ojos.

Me acerco a ella y le digo:

- Ya que no hemos podido ir al restaurante al que tenía planeado llevarte, por lo menos te he traído la cena. He hecho espaguetis, ya que no soy buen cocinero...

Me senté encima de su cama para preparar todo, pero no me dio tiempo, ya que me abrazó fuertemente.

-Es lo más bonito que alguien ha hecho por mí. Gracias. Y...- dudó un momento, pero luego añadió- el traje te hace muy muy sexi.

Después de haber dicho esto se sonrojó. Lucía tan tierna...

Empecé a preparar la cena. Le puse un plato de plástico y unos cubiertos y luego le serví zumo de naranja, ya que por la medicación sabía que no podría beber alcohol. Luego, abrí la tapa de los espaguetis.

-Mmmmm... Qué bien huele... - dijo Laura.

- Son solo unos espaguetis, pero tenía que ser rápido, así que...

- Tranquilo, sabes que me encantan los espaguetis, y más si los haces tú... - se tapó la boca con la mano y se sonrojó. Yo me reí y le di un beso en la mejilla, para que se tranquilizara. Luego empezamos a cenar.

Se me pasó volando el tiempo. Hablamos sobre mil cosas: sobre la universidad,  que llevaba años jugando a rugby, que hechaba de menos a sus padres y a su antiguo equipo masculino...

A las 2 de la mañana, la notaba cansada. Así que decidí terminar nuestra cita.

- Laura, debes dormir. Se nota que estas cansada. Me voy a quedar en el asiento a dormir, así que sola no vas a estar...

- No puedes dormir ahí, Jack. Ven, túmbate en mi cama, que tenemos sitio de sobra.

- No Laura, es tu cama.

- Que sí,  ven Jack.

- No.

- Sí.

- No.

- Sí.

- No.

- Sí.

- Está bien, pero apoyate en mí para estar más cómoda ¿vale?

Y eso hicimos. Nada más apoyarse en mí, se quedó dormida y una felicidad inmediata inundó mi pecho, una que no había sentido desde que Maia llegó a mi vida...

Mi pequeña MaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora