Jack
La escena que me encontré en mi habitación me sorprendió. Jana y Laura se encontraban una a cada lado de mi princesa.
Justo cuando entre, como si me sintiera, Maia abrió sus ojos azules. Me vio y sonrió. Estiró sus brazos para que la cogiera así que me acerqué con cuidado a ella.
Toqué su frente para ver si tenía fiebre, pero no parecía. Como no podía dormir en mi cama, fuimos a la de Jana. Pero parecía que Maia no tenía ganas de dormir. Estuvimos media hora jugando, moviéndonos de un lado para otro, pero nada funcionaba.
De repente tuve una idea. La verdad, no sabía si funcionaría, pero qué más da, por intentarlo no pasaría nada... Empecé a cantar una canción que nuestra madre nos cantaba antes de irnos a dormir. Ya iba por la mitad de la canción cuando me di cuenta de que mi pequeña se había quedado dormida. Yo tenía los ojos vidriosos, la nana me había traído recuerdos.
La dejé en la cama y después de darle un besito en su frente, me tumbé a su lado y me dormí.
**********
Cuando me desperté a la mañana siguiente, eran las 10 de la mañana. Maia estaba despierta y suponía que tendría hambre, así que fuimos a la cocina.
Nadie se había despertado así que me tocaba a mí preparar el desayuno. Puse a Maia en la cocina y con la ayuda de I want to break free, que es una de mis canciones favoritas, empecé a cocinar.
Maia reía mientras yo bailaba y cantaba y no me di cuenta de que tenía público hasta que escuché a alguien reír.
Laura estaba de pie con un pijama de mi hermana; antes de poder decirle algo, ella empezó a cantar conmigo. Mi princesa aplaudía como podía mientras nosotros bailábamos.
- ¡Chicooooooos, ya vale! - se quejó Collin. Tenía las manos en su cabeza, como si tuviera resaca y nos miraba con cara de enfado. - Jack, ¿no tendrás un ibuprofeno por casualidad? Creo que ayer me pasé un poco con la bebida... -dijo, acercándose a las tostadas que había preparado.
- Primero, no toques el desayuno y segundo, tengo ibuprofenos en mi baño, pero tendrás que ir sin hacer mucho ruido, ya que está Jana durmiendo...
Él asintió y se marchó a mi baño. Laura y yo nos mirábamos fijamente hasta que el microondas sonó, avisándonos de que el biberón de mi hija estaba preparado.
Lo saqué y me senté en una silla con Maia en mis brazos. Después empecé a darle la leche. Me había olvidado completamente de Laura hasta que escuché un clic, como el de una cámara. Laura estaba sonriendo y nos miraba con ternura. Cuando se dio cuenta de que la observaba, se puso roja e intentó disculparse.
- Ehhh, yo..., lo siento. Es que os veáis tan tiernos juntos que no me he podido resistir... Pero si quieres la borro...
- Laura, tranquila - le respondí.- Eso sí, quiero ver la foto.
Me sonrió, como si me lo agradeciera y después me enseño la foto. La verdad es que era muy bonita.
Le pedí que me la pasara por WhatsApp y le prometí que la siguiente vez que viniera, la tendría enmarcada.
Cuando terminé de darle de comer a Maia, puse la mesa y comenzamos a desayunar. La verdad es que a pesar de ser un poco tímida, Laura era muy simpática. Me preguntó sobre cómo había aparecido Maia, cómo había sido vivir el trimestre con una hija...
Yo le contestaba y ella me miraba como con admiración.
También me contó que estaba estudiando Educación Social.
-¿Cómo decidiste que querías estuduar esa carrera?-le pregunté. Ella me miraba dubitativa. - Confía en mí, no se lo voy a decir a nadie.
Ella asintió y un par de minutos después empezó a hablar. Se la veía nerviosa, pero así comenzó:
- Cuando era pequeña, tenía un mejor amigo que se llamaba Lucas. Lo conocí cuando estábamos en primaria y fuimos uña y carne hasta que se marchó antes de bachillerato. Vivía en una casa de acogida, ya que sus padres habían muerto y con él había 5 niños más. La pareja que se suponía que les tenía que cuidar les maltrataba, les pegaban con el cinturón y cosas así. Los de servicios sociales iban a su casa a hacer revisiones y aunque era obvio lo que pasaba allí, nadie hacía nada - ella estaba llorando, así que me acerqué a ella y la abracé.
- No tienes que seguir si no quieres, ¿vale?- ella me miró, se secó las lágrimas con la manga de su camiseta y continuó hablando.
- Lucas siempre intentaba ayudar a sus hermanos pequeños, ya que era el mayor. Un día, una hermanita suya que se llamaba Carla, rompió un jarrón. Sus "padres" iban a pegarle cuando él se puso en medio. El hombre, ya cabreado con él, que también iba borracho, cogió un cuchillo de la cocina y se lo clavó en el estómago.
- La policía llegó justo en ese momento y Lucas, gracias a dios, sobrevivió. Sin embargo se marchó, me dejó sola en el instituto. Yo no tenía más amigos, mucha gente se metía conmigo. Así que desde ese momento decidí que iba a ayudar a niños en ls misma situación.
De pronto Collin entró en la cocina. La verdad, aunque no me había dado cuenta, había tardado mucho en tomarse la pastilla. Pero antes de que pudiera decirle nada, se sentó en la mesa y empezó a desayunar.
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Mi pequeña Maia
RomanceJack es un joven estudiante de medicina dispuesto a comerse el mundo. Vive con su hermana en un pequeño apartamento que les dejaron después de que sus padres murieran. A pesar de la herencia, Jack trabaja y saca adelante sus estudios, y cuida a su h...